El primer hospital de Algeciras y sus paralelos en la provincia de Cádiz (I)

30 años del IECG

El presente estudio realiza un paralelismo entre el hospital de la Caridad de Algeciras y otros hospitales de Caridad de la diócesis, aportando algunos datos inéditos existentes en archivos provinciales y nacionales

Fachada del Hospital de la Caridad de Algeciras, actual museo de la ciudad.
Fachada del Hospital de la Caridad de Algeciras, actual museo de la ciudad.
Juan Manuel García-Cubillana De La Cruz

21 de marzo 2022 - 05:00

El prócer del hospital de Algeciras fue el obispo de Cádiz fray Tomás del Valle, dominico, quien llevó una vida humilde y austera frente a la opulencia que reinaba en la sede de su diócesis. Durante su mitrado impulsó numerosas fundaciones en la provincia. Falleció en Cádiz el 19 de febrero de 1776, a los 92 años de edad, y sus restos reposan en la cripta de la catedral nueva.

El primer hospital que edificó en 1749 en Cádiz fue el de Nuestra Señora del Carmen, el Hospital de Mujeres. Tuvo una capacidad máxima de 122 enfermas con cuatro salas -de medicina, de cirugía, caquécticas y tísicas- y en 1822 dispuso de otra para enfermas venéreas. Ingresaban pobres, esclavas, del hospicio y esposas de militares. Funcionó como tal hasta 1963. En la actualidad alberga la sede del obispado. El arquitecto fue Pedro Luis Gutiérrez de San Martín, que lo construyó con el llamado estilo gaditano: mármol de Italia, caoba de América, cal de Andalucía y azulejos flamencos de Delf.

En la Real Isla de León, actual ciudad de San Fernando, en 1767 Tomás del Valle comunicó a Carlos III su intención de construir un hospital de Caridad, el Hospital de San José, para el alivio y curación de los pobres. Llegó a disponer de hasta siete salas de ambos sexos, con una capacidad máxima de 120 camas. En sus estatutos se contemplaba la gratuidad para pobres y transeúntes y la admisión de pacientes privados, entre ellos los “trabajadores del Rey” y los militares.

El arquitecto fue Torcuato Cayón, suegro de Ventura Rodríguez. La forma del edificio, de una sola planta, obedecía a la moda imperante de los hospitales españoles del siglo XVIII: formas rectangulares o cuadradas, con un patio y claustros centrales. En su diseño sobrio y armónico se mezclaban elementos neoclásicos con detalles ornamentales propios del Barroco. En su construcción no se utilizaron materiales nobles, sino como era usual en la Isla, piedra local de conglomerados marinos, la llamada “piedra ostionera”, junto a yeso, cal, ladrillos, madera y cantos. El nosocomio funcionó como tal hasta 1956. En la actualidad, el edificio alberga una escuela de estudios y una cofradía de caridad y penitencia.

Fundación del Hospital de la Caridad de Algeciras

El 27 de junio de 1748, los hermanos de la Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo —constituida bajo el patronazgo de San Antonio Abad— solicitaron al obispo Tomás del Valle el permiso para construir un hospital, dadas las necesidades sanitarias existentes.

En 1752 se pudieron utilizar algunas salas de la parte superior del hospital, dándose por finalizada su edificación en 1768. Desde su inicio, el nosocomio tuvo dos plantas y dos patios, uno de ellos habilitado como camposanto. El patio principal disponía de una galería porticada con arcos de medio punto que comunicaba con varias salas muy espaciosas. Ambos patios se comunican mediante una escalera doble imperial, de gran valor arquitectónico, bifurcada en su tramo medio. La inauguración de la iglesia -capilla de San Antón de la Hermandad de San Antonio Abad y San Vicente Ferrer-, tuvo lugar el 16 de enero de 1754.

En el siglo XVIII, se inició una política de centralización y reorganización de la nación. Se intentó que la asistencia a los necesitados, hasta entonces monopolizada por la Iglesia, pasase a depender del Estado o de organismos públicos. Se pretendió sustituir la caridad por la filantropía.

Sala del actual Museo de Algeciras dedicada a explicar el antiguo uso como hospital.
Sala del actual Museo de Algeciras dedicada a explicar el antiguo uso como hospital.

En los hospitales religiosos se vislumbró una incipiente participación de las instituciones oficiales, sin perder nunca del todo su primitivo carácter de lugar de asistencia sanitaria y albergue indiscriminado de sanos y enfermos. Funcionaban con un modo mezcla de enfermería y asilo, con un objetivo “benéfico-caritativo”: una administración en manos de religiosos y un modo de vida comunitaria entre empleados y enfermos al estilo de la medicina sacra. El personal asistencial se estructuraba como una verdadera familia. La máxima autoridad recaía en el administrador, nombrado por el obispo.

Las hermanas y hermanos enfermeros, cocineras, lavanderas, limpiadoras, etc., eran todos seglares y residían en el propio centro. El resto del personal sanitario, médicos, cirujanos, boticarios, practicantes, etc., vivía fuera del recinto.

Las funciones del personal sanitario estaban reglamentadas por la autoridad religiosa, como consta en las Constituciones del Hospital de Mujeres de Cádiz de 1755, dispuestas por el obispo fray Tomás del Valle.

La administración y economía del hospital

En 1760 figura como administrador Juan de Lima -cónsul de Dinamarca y padre del que fuera posteriormente hermano mayor y presbítero de la Caridad- que accedió a ocupar el puesto en un momento de grave crisis económica. Sucedió en el cargo a los también hermanos José Monje y Pedro Valdivieso.

La situación económica del hospital en 1778 está recogida en el libro Situación económica y asistencia social de la Diócesis de Cádiz en la segunda mitad del siglo XVIII.

Antón Solé afirma que el legado de tres mil pesos recibido del filántropo Manuel Cueto, estaba destinado a la construcción de los hospitales de Tarifa, Algeciras y Puerto Real, pero el obispo consideró que la edificación del hospital de la Isla era más urgente.

Inicialmente la institución se sostuvo gracias a limosnas, legados, arrendamientos, contribuciones y arbitrios. En 1768, la Hermandad había instalado una panadería en la calle Soria y la arrendaba a panaderos con la obligación de pagar un cuarto por cada hogaza de pan en sufragio de los gastos del hospital, práctica que se mantuvo hasta 1874.

Es necesario detenerse en la figura de Juan Gerónimo de Lima que se hizo cargo de la administración del hospital en 1792, en un momento de grave crisis financiera, permaneciendo en el cargo hasta su fallecimiento el 23 de diciembre de 1812. Empeñó la fortuna heredada de su familia, incluso sus prendas y ornamentos sacerdotales. Ayudó a dinamizar la economía algecireña, ya que compraba para el nosocomio productos de las huertas aledañas a los molinos del río de la Miel.

Se hallan depositados en el Archivo Histórico Nacional documentos que acreditan la recaudación de arbitrios -paso de personas y mercancías, venta de vino y vinagre- para el sostenimiento del hospital, así como la solicitud de un terreno para la crianza de gallinas con destino a los enfermos ingresados.

Carta de Caridad utilizada en el Hospital de San José de la Isla de León. Archivo Histórico Diocesano de Cádiz.
Carta de Caridad utilizada en el Hospital de San José de la Isla de León. Archivo Histórico Diocesano de Cádiz.

Tras la muerte de Juan Gerónimo de Lima, el hospital entró en una nueva crisis económica que motivó que el ayuntamiento se hiciera cargo de su gestión en 1822. Los balances económicos se encuentran en el Libro de cuentas de la Hermandad de la Caridad (1753-1821) depositado en el archivo municipal.

Las hermandades de caridad expedían cartas a los pobres transeúntes para poder ser socorridos en otros establecimientos de beneficencia. En la lámina 1 se presenta el modelo usado en el Hospital de Caridad de San José de la Isla de León.

Visitas pastorales de la Diócesis de Cádiz

En el Archivo Histórico Diocesano de Cádiz están documentadas seis visitas pastorales a Algeciras durante el siglo XVIII, cuatro de ellas tras la construcción del hospital. En las visitas de 1793 y 1794 se han encontrado unas interesantes apreciaciones del administrador apostólico Cayetano María de Huarte sobre el clero de Algeciras, con una particular atención a los hermanos Miguel y Juan Gerónimo de Lima. En la primera de ellas -14 abril 1793- manifestaba lo siguiente:

“Los Presbíteros Don Miguel de Lima y su hermano Don Juan, Don Salvador Núñez y Don Joseph Monje, son virtuosos, […] los samaritanos de Algeciras que se han separado de todo el Clero. El Don Miguel hace cabeza y desde los quentos de un loco de un Misionero Capuchino que fue allí y del que ya he hablado a Vs. Yltma no se une con los Eclesiásticos: es lástima que estos mozos, adornados de buenas mendas las malogren con cierta elación. Todo el Clero es bueno y humilde, y es mas aplicado à el bien de su Yglesia. Administraban la Fábrica sin interés, han hecho muchísimas y grandes obras en la Parrochia pidiendo ellos mismos limosnas y dando qto han pedido: formaron un hospital y casa de Expósitos que sostienen y sirven con caridad”.

Y se señalaba al misionero Veles como causante de la separación de los hermanos De Lima del clero local:

“Hay excelentes Eclesiásticos en Algeciras. Entre ellos merecen la mayor atención Don Gerónimo Cavallero, Don Joseph Maguilon, Don Joseph Monge, Don Pedro y Don Pablo de Peña y otros. Don Miguel y Don Juan de Lima pudieran ser útiles, si se uniesen à el Clero, del que se separaron […] de las historias del Misionero Veles".

Facultativos y personal de enfermería

En 1748, Francisco Juliá, médico de la Hermandad, era el responsable de reconocer a los pacientes y entregarles “la papeleta” para ser socorridos en el hospital. De los legajos depositados en el archivo municipal se conocen los nombres de facultativos que ejercieron en el nosocomio. Entre ellos se puede destacar a Buenaventura Morón González, médico director, 1888-1938; Purificación Patricio Ragel, practicante, 1916-1940; y Salvador Rocafort, médico, 1921.

Epígrafe de la receta privada del doctor Salvador Rocafort. Archivo Municipal de Algeciras.
Epígrafe de la receta privada del doctor Salvador Rocafort. Archivo Municipal de Algeciras.

Es obligado detenerse en la figura de Buenaventura Morón González, reputado médico y cirujano taurino, hijo benemérito de la ciudad, que se caracterizó por su caridad hacia los más necesitados. Durante los cuarenta años que estuvo al frente de la institución, consiguió llevarla a un digno nivel asistencial. Su dimensión humana y profesional ha sido estudiada en profundidad.

Otro distinguido médico, ayudante de don Buenaventura, fue Salvador Rocafort. En el epígrafe de sus recetas privadas figuraba la asistencia gratuita a los pobres, los sábados.

Artículo publicado en el número 55 de Almoraima, Revista de Estudios Campogibraltareños (octubre de 2021).

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