El estreno de un tango escrito con tiza y un coro hecho con ‘t’ de tesón
COAC 2019
El grupo de Martínez Mora aceleró su preparación después de saber que tenía que abrir el telón del COAC
No es fácil abrir telón. Y si encima ese telón, a su vez, abre el COAC, la responsabilidad se multiplica. A Paco Martínez Mora no le sentó demasiado mal que el azar del sorteo eligiera a su coro para cortar la cinta de inauguración. “La presión ha sido buena porque nos ha hecho ponernos las pilas”, decía el veterano autor mientras bebía de una copa de vino con pajita (o cañita, que es más de Cádiz). No era plan de mancharse el bigote de Tío de la Tiza que llevaban él y los demás componentes. El coro se vestía en la Asociacion Provincial de Pensionistas y Jubilados de la calle Rosa. Una vez acabado el parto de anoche, por aquello de la larga duración del Concurso le quedaban 22 días para cantar en cuartos de final. “Eso nos da margen para meter letras. Por eso no nos hemos visto obligados a tenerlo todo escrito”, explicaba el coplero.
A la conversación se sumaba José Francisco Narros, un entusiasta aficionado sevillano ex componentes de chirigotas de Yuyu, que ha debutado en la modalidad y estaba radiante. “Es una experiencia muy emocionante y los compañeros son para comérselos. Es como si llevase aquí toda la vida”, decía. Quien ha acudido a ensayar cada día desde Sevilla aseguraba no haber encontrado la ansiedad, lógica por otra parte, de un grupo al que la suerte no le ha sonreído en el Concurso en los últimos tiempos, quedándose en varias ocasiones con la miel de la final en los labios. “Para nada. Solo me han transmitido tranquilidad”, apuntaba. A su lado, uno de los pocos que quedan en el coro desde ‘Los cromos’ (1997), Lolo Zulueta, al hilo de los desengaños sufridos por este grupo y su autor, destacaba que “no nos rendimos y seguimos creyendo en lo que hacemos. Somos una familia y es difícil dejarlo”. Con ‘t’ de tesón, sin duda.
Otro de los históricos, Selu Peña, arengaba a los suyos y preguntaba quién podía ayudar para llevar al Falla los instrumentos. Faltaba poco para salir hacia el teatro y Antonio Muñoz, que salió nueve años en La Salle Viña y lleva cinco con Martínez Mora, se quejaba del picor que causaba el bigote y aseguraba encontrarse “entre buenos amigos”. Otro ex viñero y los últimos tres años con Luis Rivero, Antonio Ramírez, debutaba con este grupo, tan contento y afable como siempre.
Ya en los camerinos del Falla, junto a la orquesta, avanzadilla habitual de un coro antes de cantar, el prestigioso sastre Pepe Berenguer daba cuenta de los detalles del disfraz que había convertido a cada componente en El Tío de la Tiza, con diseño de RAS. “Estoy muy nervioso. Con una responsabilidad como si fuera a cantar. Aunque al vestuario no se le de la importancia que tiene, es lo primero que ve el público”, reconocía. Berenguer señalaba los espejos de las solapas recordando al coro ‘Los espejos’, los botones que son duros antiguos, ‘Los volaores’ en el sombrero, el clavel por ‘Los claveles’... y así numerosos detalles referentes a la obra de uno de los padres del Carnaval gaditano.
La suerte estaba echada. El coro se había preparado con ‘t’ de tango y de templanza, de teatro y de talento.
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