CF Talavera - Real Balompédica Linense | La crónica

Impenetrable Balona

  • Una Balompédica hercúlea arranca un valioso punto en Talavera y enlaza ya diez jornadas sin perder

  • El árbitro ignora una brutal agresión a Gastón e indulta en el 44’ al local San José

Gastón, en el suelo sangrando, junto al árbitro después de ser agredido.

Gastón, en el suelo sangrando, junto al árbitro después de ser agredido. / Manu Reino / LOF

Otro día en la oficina. Así, como si nada, la Balompédica sigue alargando rachas, sigue haciendo camino. Unos números que igual se valoran más adelante, pero que merecen ser disfrutados cada segundo por su gente. Por la de dentro, que se lo está labrando a golpe de solidaridad, y los de fuera. Esta vez tocó empatar en Talavera, que a base de no ver perder nunca a los de La Línea igual no se valora como debiera.

La realidad es que la Balompédica conquistó un punto complicado, adquirido con un monumental esfuerzo y sobreponiéndose al arbitraje de un incapaz que no se atrevió a expulsar al local San José con toda la segunda parte por delante por un acto merecedor de ser atendido por la justicia ordinaria.

Por si fuera poco, este empate llega con dos jugadores que estaban bajo sospecha [deportiva se entiende], Pablo Santana y Abel Suárez, reivindicándose, especialmente el primero. Más gente que se une a la causa.

Como sucedió hace dos semanas en San Fernando a la Balona le costó entrar en el partido. Entre que los dos integrantes del doble pivote –lógicamente faltos de ritmo de competición– tardaron en encender el fuego en la sala de calderas y que el Talavera salió desatado, el balón lo tenían siempre los toledanos y producían esa sensación de angustia que siempre despide el adversario cuando merodea el área.

Víctor Andrés gobernaba el juego de los locales, pero una vez más el rival de la Balona –esta vez el talaverano– se topó con un muro inexpugnable. A falta de otra cosa en ese primer rato los de La Línea pusieron sobre la mesa ese fútbol hercúleo que les está conduciendo al éxito. Y aunque hubo muchos disparos de fogueo por parte de los de casa, la ocasión de más peligro, un centro-chut dentro de un revoltijo en el área, la sacó Joe con soltura. Apenas nada más.

Poco a poco la Balona fue encontrando a Gato para salir de la madriguera. El lojeño se adentraba en el campo rival y su equipo se oxigenó y dejó de sufrir. Los del pivote le cogieron el truquillo y ya no había ni disparos de fogueo ni nada de nada.

En el 44’ llegó la jugada que debió cambiar el partido. O como poco condicionarlo. San José –que ya estaba amonestado– empotró su codo en el rostro de Gastón en una de esas jugadas que ponen en tela de juicio el derecho de un profesional a ser respetado como tal. Un auténtico atentado con resultado de lesiones. Si eso lo hace Pablo Alfaro hace una década la acción aparece hasta en los informativos del país de Kibamba.

El que llevaba el silbato –llamarle árbitro supondría concederle una importancia a la que no se hizo acreedor– sabía que con la amonestación dejaba al equipo de casa con diez, así que se inhibió y no pito ni falta, mientras la sangre caía a borbotones por el rostro del atacante argentino. Una auténtica vergüenza. Al final, una nueva oportunidad para que Gastón deje claro que tiene una raza inabarcable. Otro se hubiese ido. Él siguió en el terreno con un vendaje y cuatro tiritas. De traca.

Tras el descanso la entrada del exbalono Óscar Martín llenó de argumentos el juego de casa, entre otras cosas porque Pierre tardó en entender cómo frenarlo. Pero salvando un disparo de Espinar al larguero con el juego ya invalidado y un lanzamiento del canario con mucha intención... nada.

La Balompédica había llevado el partido donde quería. Como hace casi siempre. Envolvió al enemigo con su fútbol de contacto y jugarse lo que se dice jugarse, no se jugó casi nada. Por si acaso Roger dio entrada a Kibamba y formó con tres atrás. Él no es hombre de buscar excusas, pero tampoco de hacer concesiones.

En ese tramo del partido emergió Santana. Que asumió protagonismo. Quiso el balón y se metió en todas las bullas y no precisamente para pacificarlas. Y dejó pinceladas. Bien por el pelotero, ésa es la forma de pedir minutos.

Esta vez la entrada de Ahmed sí tuvo reflejo. El argelino es otro que está loquito por salir del ostracismo. Una falta suya se envenenó, la peinó un defensa para atrás y se convirtió, junto con una acción previa de Pirulo, en la mejor oportunidad de los que vestían de negro. Santomé sacó una mano providencial.

Y punto final. Y punto a la buchaca. Y ya son diez las jornadas sin perder. Y siete consecutivas sin encajar un gol (ya son 712 minutos de competición) y once de quince en lo que va de temporada. Y lo más importante: por encima de todas esas cifras, espectaculares, esta Balona hace méritos cada domingo para tener entusiasmada a su hinchada, que por algo es la afición de la Recia.

Por cierto, la clasificación dice que la Balompédica ha perdido un puesto pero que ha reducido su distancia con el tercero. Como si esas cosas fuesen relevantes a estas alturas.

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