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Vivir en la playa donde se bañó Fraga en Palomares

Un proyecto de construcción de 1.600 viviendas y un hotel se proyecta en el mismo lugar donde el ex ministro trató de despejar temores de contaminación

En ese lugar limpiaban los vehículos de las tropas americanas después de patrullar por los terrenos donde acababan de caer tres bombas atómicas

Palomares: Contra el olvido de más de medio siglo

Manuel Fraga junto con el embajador de Estados Unidos en marzo de 1966 en la playa de Quitapellejos. / Archivo EFE
Óscar Lezameta

09 de noviembre 2025 - 06:57

El 8 de marzo de 1966 se asistió en las costas almerienses a una de las más exitosas operaciones de marketing político que se recuerda, antes incluso de que se empezara a conocer el concepto. En la playa de Quitapellejos, de la pedanía de Palomares, Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo, junto al embajador de Estados Unidos en España, Angier Biddle Duke, se dieron uno de los más famosos baños de la historia. Sus hechuras con bañadores prestados (el diplomático estadounidense ya se había dado un chapuzón en Mojácar donde, con el gallego retrasado por el viaje, habían inaugurado el parador) todavía constituyen la imagen más icónica del accidente nuclear que tuvo al país y al mundo al borde de una tragedia en mitad de la Guerra Fría.

Por aquel entonces aún faltaba un mes para que se encontrara la última de las cuatro bombas de plutonio desprendidas de un B-52 que chocó con un avión cisterna mientras realizaba una maniobra de abastecimiento en vuelo en la vertical de la costa almeriense. No llegaron a explotar, pero su caída fue suficiente para que la radiactividad se extendiera por varias zonas de la barriada. Todavía hoy hay zonas afectadas en las que no se puede ni entrar, ni mucho menos, construir o cultivar.

En la playa de Quitapellejos se concentraban los vehículos norteamericanos que regresaban todos los días de sus patrullas expuestos a los efectos del plutonio. Allí eran meticulosamente lavados con agua dulce. La tierra que traían consigo se depositó en la orilla. Sesenta años después (se cumplen el próximo 17 de enero) esos sedimentos amenazan con volver a alterar la vida de un pueblo que todavía no puede olvidarse de cuando fue noticia en todo el mundo.

Y es que la Junta ha dado luz verde para la construcción en esa misma playa, de 1.600 viviendas, de ellas 936 en edificios de cuatro alturas y otras 664 unifamiliares, junto con un hotel, una estación de servicio, un paseo marítimo, parque infantil, suelos comerciales, educativos y mil plazas de aparcamiento.

Sueña a una historia ya conocida. El boom inmobiliario trajo a la costa almeriense proyectos similares en Vera, Garrucha o Mojácar. Su colapso dejó construcciones sin terminar y un paisaje de grúas que tardaron en dejar de formar parte del paisaje. Vuelven los mismos errores. En Palomares viven poco más de dos mil personas según el último censo. De llevarse a cabo ese proyecto, duplicaría de lejos su población. A pesar de que en la redacción del mismo consultada por este periódico, están incluidos los suministros básicos, los servicios públicos no crecerán en la misma proporción y eso que, según se reconoce, esas viviendas estarían ocupadas apenas cuatro meses al año.

Vuelve el plutonio

El primer aviso lo dio José Ignacio Domínguez, coordinador provincial de Ecologistas en Acción. A su juicio, “el proyecto es inviable” porque “aunque es cierto que se encuentra fuera de las zonas prohibidas en Palomares, los sedimentos de los vehículos serán removidos cuando empiecen los trabajos de cimentación de la urbanización”. Ahora el peligro es mayor; “el plutonio se descompone en americio, un material radiactivo formado por partículas más pequeñas que se inhalan, así que lo que hay que pedir es que quienes se acerquen por la zona, lleven unas mascarillas con la máxima protección posible.Es muy peligroso”.

Además hay una segunda derivada. “Había un compromiso por limpiar la zona; ahora ya no lo van a hacer”, apunta Domínguez que reconoce que “están fuera de las zonas valladas, pero hay otros problemas como las aguas residuales o una conducción de agua que pasa junto a una de las vallas que la delimitan”.

El diagnóstico coincide con el de Francisco del Pozo, responsable de energías fósiles de Greenpeace. A su entender “es necesaria una monitorización de las condiciones en las que se encuentra la playa porque hay pocos análisis. Lo que está claro es que los movimientos de tierra van a remover los residuos radiactivos que se quedaron en los sedimentos y, por supuesto, exigir que se limpie”. Comparte el diagnóstico de que “se repiten los mismos errores que durante la burbuja inmobiliaria, agravados con los efectos del cambio climático y la elevación del nivel del mar, con efectos potencialmente devastadores”.

La Junta aclara que su actuación es correcta

La Delegación Territorial de Medio Ambiente aclara que la Autorización Ambiental Unificada aún no es definitiva, ya que el expediente se encuentra en periodo de audiencia y presentación de alegaciones. Esto significa, según la Junta, que cualquier persona o colectivo puede formular observaciones antes de la resolución final. El Gobierno andaluz destaca que durante la tramitación se solicitaron informes al Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas y al Consejo de Seguridad Nuclear y que según la Junta concluyen que el sector se encuentra fuera del área declarada como contaminada y precisa que las parcelas que sí presentan contaminación residual están clasificadas como suelo no urbanizable.

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