Monumentos y edificios históricos de Algeciras

La torre de los Adalides

  • Capítulo 1. El baluarte algecireño, residencia de los adalides del rey Alfonso XI durante el cerco de Algeciras, se convirtió también almacén de pólvora tras la ocupación de Gibraltar

La torre de los Adalides en una fotografía tomada por G. W. Wilson entre 1868 y 1872.

La torre de los Adalides en una fotografía tomada por G. W. Wilson entre 1868 y 1872.

El nombre de esta emblemática torre algecireña, que estuvo ubicada en la actual urbanización de Las Palomas, se debe a que fue la residencia de los adalides del rey Alfonso XI de Castilla, Joan Martínez, Joan Francisco y Mosen Tufar, cuando este monarca vino con su ejército a poner cerco a la ciudad de Algeciras en el mes de agosto de 1342.

Por su traza y los paralelos existentes, se puede asegurar que fue edificada por los musulmanes establecidos en la vecina ciudad entre los siglos XII y XIV (almohades, meriníes o nazaríes). Su finalidad era disponer de un excelente puesto de observación desde el que vigilar la bahía y el camino procedente de Málaga. Los adalides ―del árabe al-dalid que quiere decir guía― eran caballeros muy cercanos al monarca, en quienes el rey tenía depositada toda su confianza a la hora de buscar los mejores itinerarios cuando se desplazaba con el ejército. Lo más frecuente es que fueran musulmanes conversos buenos conocedores de las tierras de la Frontera, de los caminos y de las tácticas militares empleadas por los ejércitos de ambos bandos.

La Crónica de Alfonso XI refiere, en uno de los capítulo que tratan de la campaña de Algeciras: “Otro día, que fueron andados tres días del mes de agosto, partió el rey del puerto de Getares y posó cerca de la ciudad de Algeciras, entre la villa y el río Palmones en un otero cerca de una torre que llamaron después la torre de los Adalides… Y este nombre se lo pusieron porque los Adalides siempre posaron en aquella torre y alrededor de ella.” En otro lugar de la Crónica, cuando en diciembre de 1343 los ejércitos de Castilla y de Granada y Fez preparaban la batalla campal del río Palmones, se dice que “los de la delantera fueron a posar sus hazes (formaciones de tropas) cerca de la torre de los Adalides…” Durante los veinte meses que duró el cerco de Algeciras, en esta torre, estratégicamente situada en un altozano desde el que se divisaba la ciudad de Algeciras, el río Palmones y los caminos que llegaban a la ciudad desde Gibraltar o Málaga, permanecieron apostados destacamentos que vigilaban, sobre todo, los accesos desde el reino de Granada.

Proyecto de restauración de la torre de los Adalides para ser usada como almacén de pólvora. Año 1878 (Comandancia de Ingenieros del Campo de Gibraltar). Proyecto de restauración de la torre de los Adalides para ser usada como almacén de pólvora. Año 1878 (Comandancia de Ingenieros del Campo de Gibraltar).

Proyecto de restauración de la torre de los Adalides para ser usada como almacén de pólvora. Año 1878 (Comandancia de Ingenieros del Campo de Gibraltar).

Conquistada la ciudad por los castellanos en marzo de 1344 y mandada destruir por el sultán Muhammad V de Granada en torno al año 1379, la torre debió quedar abandonada, pues carecía de valor militar una vez tomada Algeciras. Habría que esperar hasta el siglo XVIII, cuando la ocupación de Gibraltar por las tropas anglo-holandesas en 1704 obligó a la refortificación del arco de la Bahía desde la década de los treinta de la citada centuria. En los años finales de dicho siglo se sabe que se utilizaba como almacén de pólvora, apareciendo en algunos planos de la época con el nombre de “Torre de la Pólvora” y en otros como “Torre de los Alaríes”. En la relación de las plazas y edificios militares de la costa de Andalucía realizada en el año 1756 se indicaba que la “Torre de los Alaríes cuenta con 7 varas de lado, tiene 14 de altura, dividida ésta en tres cuerpos, a quienes conduce una escalera de mampostería que en el exterior se halla. Encierra esta Torre 600 barriles de pólvora...”.

En 1776 se hace referencia a este elemento defensivo en una relación de castillos, baterías y torres costeras que se realiza en ese año. En ella se dice que se utilizaba como almacén de pólvora y que tenía un cuerpo de guardia anejo. Sin embargo, existe constancia de que en 1832 se hallaba muy deteriorada y sin uso militar. En 1868 y 1878 se llevaron a cabo dos proyectos para su reforma y adaptación a las nuevas exigencias de la arquitectura militar, proponiéndose de nuevo su uso como almacén de pólvora, aunque no se llegaron a realizar las citadas reformas. De esa época es una fotografía tomada por G. W. Wilson (que se adjunta a este texto) que nos permite conocer su verdadero aspecto aunque ya hacía décadas que estaba abandonada. Unos años más tarde, en 1898, a consecuencia de la guerra entre Estados Unidos y España, la torre fue demolida para que no pudiera ser objetivo militar de un presumible ataque enemigo, emplazando en su lugar una batería provisional. Del conjunto arquitectónico solo perduró el recinto bajo o antemuro de planta octogonal que la rodeaba.

Descripción del edificio 

La torre, construida con mampostería de sillarejos, presentaba una planta rectangular de seis por cuatro metros de lado. Constaba de tres pisos ―planta baja y dos habitaciones en el primer y segundo piso― con estancias cubiertas con bóvedas de media naranja o vaídas más el terrado con antepecho corrido. Se accedía a la estancia superior y a la azotea por medio de una estrecha escalera embutida en el muro meridional. La puerta de ingreso y el vano de la segunda planta se abrían hacia el Oeste. Dicha puerta se localizaba a la altura del primer piso y se llegaba a ella por medio de un patín adosado al muro que se iniciaba en el ángulo noroeste del edificio. Estaba rodeada por un recinto exterior, antemuro o barbacana de planta octogonal irregular situado a una distancia de entre cinco y seis metros y medio con respecto a la torre y que actuaba como elemento de defensa y, probablemente, como albacar o espacio protegido destinado a resguardar el ganado en caso de peligro.

Este antemuro era de tapial y su altura alcanzaba los cuatro metros con un grosor de unos ochenta centímetros. (Véase el plano que se adjunta). Emilio Santacana y Mensayas, en su libro Antiguo y Moderno Algeciras, publicado en 1901, describe con estas palabras la torre de los Adalides: “Era una torre cuadrada como de unos veinte metros de altura. Aunque estaba abandonada y ruinosa, sus muros se mantenían rectos y firmes. En su exterior se veían restos de una escalera que daría acceso a las estancias que en un tiempo tuvo, y que no podían ser más que dos o tres, del tamaño mediano que el cuadro de la torre, de unos cinco o seis metros de frente, permitían. Rodeándola, y también en forma de cuadro (?), se levantaba una tapia de bastante espesor que formaba patio, en cuyo centro aquélla se erguía. Tenía varios huecos en sus frentes que habían servido de ventanales, y por los que entraban las aves que tenían sus nidos en el interior.”

Según Manuel Pérez-Petinto (1943), aprovechando parte de los cimientos de la torre y del recinto exterior que aún se conservaba se construyó un edificio destinado a palomar militar (de ahí el nombre de Casita de las Palomas). En 1953 el Ayuntamiento de Algeciras mandó colocar una placa sobre los restos de la torre en recuerdo de la misma y en reconocimiento al importante papel que desempeñó durante el cerco de la ciudad por el rey Alfonso XI de Castilla. La lápida conmemorativa dice lo siguiente: “Aquí fue la Torre de los Adalides, centro del Cuartel General de Alfonso el Onceno conquistador de Algeciras quien entró en la Ciudad y proclamó como patrona a Santa María de las Palmas”. Parte del antemuro aún se conserva.

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