Historias de Algeciras

Riego en Algeciras en 1820 (IV)

  • Varios autores afirman que el himno de Riego fue compuesto en la ciudad durante la estancia del general

  • Entre ellos, Emilio Santacana, Carmen de Burgos y Julián Granado

Algeciras, en primer término, y al fondo Gibraltar, que fue refugio de los liberales.

Algeciras, en primer término, y al fondo Gibraltar, que fue refugio de los liberales.

Otra normativa con carácter general que tuvo gran significación en nuestra ciudad fue la aplicación de las llamadas Leyes de Desvinculación, mediante las cuales las propiedades en posesión del clero podían pasar a manos civiles. Tal ocurrió con el popular molino algecireño denominado de Los Tomati (Tomates), el cual perteneció a la Compañía de Jesús desde 1771, siendo adquirido por José Casaus Díaz de Carrera en aplicación de la progresista normativa. En 1855 se aprobó la ley autorizando a los Ayuntamientos para ratificar los repartos que hubiesen hecho de los bienes de Propios, Baldíos y Comunales conforme a las antiguas Pragmáticas y leyes desamortizadoras.

Entre las normas de carácter específico y que algunos vecinos de nuestra ciudad se acogieron –en grado mínimo–, se encuentran las de “secularización”, aprobadas por los liberales para disminuir el número de religiosos. Legislación que se aplicó con derecho remuneratorio: “José María Dabija, presbítero secularizado de la Orden de Capuchinos, bajo la denominación de Fray José de Iznajar, con residencia en esta Ciudad de Algeciras […], quién nombra su representante al vecino de Cádiz Cayetano Montañés, para que se persone en su nombre en la previsión del Crédito Público Tesorería y Pagaduría a razón de la consigna de su secularización le está señalada la cantidad de 100 ducados anuales dispensados por la Nación, en virtud de la Ley 14 de 1º de octubre de 1820 [...] que expiró a su favor, según certificación el Excmo. Sr. Gefe Superior Político de la Provincia”.

Otro religioso que también optó por el mismo camino que Fray José de Iznájar fue: “Fray José Barranco, religioso franciscano y Capellán interino del primer Batallón del Regimiento de Ynfantería de la Corona de guarnición en Algeciras, quién confiere representación á José María Viedma y Romero, Provincial de la Curia Eclesiástica de la Ciudad de Cádiz, para que se persone ante su Ilustrísima el Sr. Obispo de aquella Diócesis y demás prelados eclesiásticos superiores e inferiores [...], en solicitud de que se le conceda al compareciente la gracia de su secularización [...], según Bulas Pontificias y Decretos Soberanos”.

Pero no todas las políticas impuestas por los progresistas fueron parabienes para los algecireños, la liberalidad sobre el tabaco afectó negativamente sobre el servicio del llamado Resguardo del Tabaco, creando situaciones como la que sigue: “José Suárez, Sargento 2º del Resguardo, residente en esta Ciudad, representando por Lorenzo Aratas y Ortiz, procurador de este municipio en las acciones legales contra el patrón prófugo Julián López, en la causa del tabaco número 34 y de género número 48, reclamándole las partes que corresponden al compareciente y tripulación de los barcos del resguardo de esta dotación, como aprehensiones que fueron de aquel comiso a cuyo fin se presentará en el Juzgado que conoce de aquellos asuntos de la Hacienda Pública en este Partido”.

Fragmento del himno de Riego, firmado por su autor. Fragmento del himno de Riego, firmado por su autor.

Fragmento del himno de Riego, firmado por su autor.

Sobre el asunto de liberalizar el tabaco, algunos medios de la época recogen: “Este pueblo, el de Algeciras y otros muchos de la costa, mas parecen una colonia de Inglaterra que de España. Tal abandono es causa de males sin termino que deseamos ver remediados. Por carta de un digno patriota, de cuya veracidad no podemos dudar, sabemos de una ocurrencia escandalosa y poco digna de los días que por dicha alcanzamos. Una porción de arrieros, ó sean contrabandistas, compró públicamente varias cargas de géneros de ilícito comercio en Algeciras, y conduciendo a sus pueblos, fueron apresados por dos partidas, y conducidos á Estepona, donde se han vendido las caballerías y las cargas”.

De regreso a la presencia del Ejército de Riego en nuestra ciudad, esta no estuvo exenta de bulos y maledicencias. Cuatro meses después de su marcha y según se recogió en sesión plenaria, el consistorio local envía un desmentido a las autoridades malagueñas expresando: “Acerca de la conducta que observaron en esta ciudad las tropas del General Riego, y demás acerca de la intimación que se hizo en cierta proclama que se fijó a principios de febrero de que dicho General había robado una gruesa cantidad a cierto vecino de esta ciudad sobre lo cual hace particular encargo el Sr. Comandante General de ser especie seductora con otras varias advertencias; todo visto por el Ayuntamiento acordó se conteste por el mismo conducto que al ver estampada la más negra calumnia contra el ciudadano mas ilustre y que debe ocupar el lugar mas preferente en la memoria histórica.

Se ha llenado de amargura el corazón del Ayuntamiento –prosigue recogiendo el acta municipal–, porque el alma grande y generosa que encierra en su pecho el General Riego estuvo muy distante de la imputación que se le hizo en la proclama que se indica a verse fijado a último de febrero en dicha ciudad: que el expresado general y sus valientes merecen toda consideración y respeto de los vecinos. Obraron durante su permanencia es esta con la conducta más moderada y fraternal como hijo de la justa causa que proclamaba, su trato social entre el soldado y el ciudadano admirado, y el pedido para la subsistencia de la División por los términos marcados por la ley de forma que se observó interna unión y no hubo ejemplar de queja: Así pues, puede la Confederación o como tenga a bien asegurar a la paz de la Nación que la indicación hecha en la referida proclama contra aquel Ilustre Patriota es una pérfida calumnia hija, sin duda, de los hombres de ideas torcidas que aún nos rodean”.

Memoria de Evaristo San Miguel, impresa en Granada (1820) Memoria de Evaristo San Miguel, impresa en Granada (1820)

Memoria de Evaristo San Miguel, impresa en Granada (1820)

Más allá de contextos políticos y económicos, la presencia de Riego en Algeciras contó con un brindis a Euterpe, musa de la música. No pocos autores han defendido la idea de la composición del famoso himno de Riego en nuestra ciudad; por ejemplo, sobre este asunto el siempre recordado Emilio Santacana, lo menciona en su particular libro sobre nuestra historia local (1901), del modo siguiente: “A poco de ocurrir la citada sublevación, vino Riego á esta, en donde halló apoyos y recursos conque proseguir su arriesgada empresa, siendo tradición que aquí se escribió la letra y la música del conocido y popular himno de su nombre”.

Décadas más tarde, la también autora Carmen de Burgos, en su obra titulada: Gloriosa vida y desdichada muerte de Don Rafael de Riego. Biblioteca Nueva. Calle Lista, 66. Madrid (1931), en la página 90, recoge: “Es inútil que sus enemigos –aún quedan– quienes argumenten con pedantería sobre su escaso valor musical y lo ingenuo de su letra, y de la que fue autor don Evaristo San Miguel en Algeciras. El Himno de Riego llena por completo el anhelo de donde brotó; es la Marsellesa Española, ha llegado a encarnar el espíritu de la patria; para los españoles, amantes de la libertad; hay algo en las notas del Himno de Riego, de acento de madre que acuna y enseña la plegaria de la religión humana”.

Aún más reciente en el tiempo, el autor Julián Granado Martínez ,en su relato de las memorias apócrifas de Mendizábal, editorial Almuzara (2007), expresa de modo dialogado lo siguiente: “Estando en una playa de Algeciras […] encendimos una fogata que señalara nuestra posición: –Evaristo (dice Riego), quiero que compongas un himno, una canción patria que embriague el corazón. ¡Que arrebate los sentidos cuando marchen al combate, a la muerte si el altar de la nación lo reclama! Y efectivamente, el popular himno de Riego fue compuesto en Algeciras por quién fuera su artífice el teniente coronel Evaristo de San Miguel, pues como él mismo expresó en su obra (titulada Memoria Sucinta sobre lo acaecido en la Columna Móvil de las Tropas Nacionales al Mando del Comandante General Don Rafael de Riego. Reimpreso en Granada. Oficina de Don Juan María Puchol, Callejuela del Colegio Catalino. Año 1820), este indica en la página 3: “Resonaron por toda ella las voces de Viva la Constitución, viva la Patria, como era de costumbre y se entonó la canción patriótica y guerrera que se había compuesto en Algeciras”.

Otro hecho a tener en cuenta fue el que los soldados “entonasen” –como expresa San Miguel– la letra de dicha canción patriótica, significando que de Algeciras también salió su soporte musical. Un hombre que confecciona sus memorias, sintiéndose testigo de tan importante hecho histórico, y que en lo referente a la música que acompañó al Ejército constitucionalista, solo haga mención a “esa” y no “otra” canción patriótica especificando bien a las claras y para la historia el lugar de su composición es muy significativo.

De regreso a las misivas mandadas a los medios madrileños por el general José O’Donnell, este concreta la salida de las tropas de Riego de Algeciras en el día 7 de febrero, tras una semana de estancia en nuestra ciudad. La marcha de aquel gran contingente necesitaría de un también gran avituallamiento para proseguir su lucha, sin duda muchos establecimientos se verían obligados “patrióticamente” a ofrecer sus artículos para tal fin; quizá uno de ellos sería el horno de pan cocer o tahona sita en el callejón de Escopeteros, y propiedad del Juan Jiménez Simoneta, de 73 años, viudo de María Rosa Saavedra y padre de María de las Mercedes Jiménez, casada esta última con el capitán de Milicia Manuel Miciano. Otro, quizá, de los profesionales requeridos por los revolucionarios sería el carpintero Isidro Oliva, nombrado con anterioridad, y cuya sapiencia del oficio sería de gran ayuda para el mantenimiento de las carretas y carros del Ejército de Riego.

Las instancias constitucionalista constituidas en Algeciras, habrían de esperar más de un año para festejar el cambio de sistema de gobierno. La Junta Patriótica y el Consejo de la ciudad organizaron unos grandes fastos: “La Compañía Voluntaria de Milicia Nacional local de esta ciudad, deseando solemnizar tan grata memoria dispuso un abundante y magnífico ambigú en la casa Coliseo (que bien pudo estar ubicada en la actual calle Rocha, llamada en aquella época “Comedias” por el teatro allí existente), para ochocientas personas la noche del 18, al que concurrieron el Excmo. Sr. Comandante General con su Estado Mayor, Jefes, Oficiales, varios Sargentos y soldados del benemérito Regimiento de la Corona, el Comandante y subalternos de la Compañía de Escopeteros de Getares, el Comandante de Artillería con los individuos de su arma, el de igual clase de Ingenieros, el Ministro de Hacienda de este Campo, el Controlador del Hospital Nacional del mismo y muchos otros individuos pertenecientes al estado militar”.

Prosigue el documento consultado: “Concluido este festejo principió un magnifico baile dado, por la expresada compañía en la misma casa Coliseo en que lució el bello sexo y se vio una reunión tal, cual no se experimentaba hace muchos años, en medio de todas estas diversiones quiso también la Milicia Nacional, que tropas de la Corona, Escopeteros y Artillería disfrutasen en algún modo del común placer, para lo cual dispuso se le entregasen las raciones necesarias de carne tocino y vino. En la mañana del 19 reunidas las autoridades en la Parroquia de Ntra. Sra. de la Palma, se celebró misa solemne por el Cura Párroco (José Cayetano de Luque), entonando a su conclusión un Te Tedeum que continuó todo el Clero reunido con el estado religioso. Por la orden de la Plaza del 18 anunció el Excmo. Sr. Comandante General que a las doce del día inmediato se hallasen las tropas dependientes de esta guarnición, en el campo llamado de El Calvario, prevenida de cartuchos sin balas para celebrar el aniversario solemne del 19 de marzo de 1812, en que la Nación juró y promulgó nuestro sagrado Código. Llegado el General, y recibido en orden de parada, pasó revista, y dispuso empezasen las maniobras, que duraron algo más de tres horas, demostrando bien el digno Regimiento de la Corona, y la Compañía de Escopeteros de Getares en la ejecución de los diferentes movimientos, que hacían más variados las distintas clases de fuegos, que la instrucción y disciplina no cedían al entusiasmo por el sistema”.

Continuará.

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