¡Qué rico, Dios mío!, una dulce tentación
La muestra repostera, con productos de catorce conventos de clausura, ya empieza a agotar algunas de sus 135 variedades
En el convento de San José de Jerez hacen unas tortas de polvorón que ¡Qué rico, Dios mío! En el monasterio de Santa Paula de Sevilla preparan una mermelada de higo que ¡Qué rico, Dios mío! Y ¡Qué rico, Dios mío! las pastas de Santa Teresita del convento La Merced de Ronda. ¡Qué rico, Dios mío!, una idea sabrosa.
Ya es el décimo año que la hermandad de la Sagrada Mortaja organiza esta muestra artesanal de dulces, delicias elaboradas por monjas de clausura de las provincias de Cádiz, Sevilla y Málaga. ¡Qué rico, Dios mío! abrió el lunes en la facultad de Derecho y ayer ya se había gastado una docena de las 135 especialidades que se ofrecen. Los productos se venderán hasta el domingo... si es que no se acaban antes, lo cual sería muy goloso, puesto que son entre 1.100 y 1.200 kilos de borrachuelos, gañotes, mantecados, roscos, hojaldrinas y así, lo dicho, hasta 135.
Por haber hay hasta vinagre, que las Madres Mercedarias de Arcos pidieron que a ver si se podía despachar. La muestra reúne dulces de catorce conventos y cualquiera que observe los expositores en los que, tentadores, entran por los ojos lamenta que no haya ninguno en el Campo de Gibraltar. Debutan este año las Carmelitas Descalzas de Sanlúcar y las Carmelitas de Cañete la Real (Málaga).
Lo de la tentación tiene que ver con el azúcar y las calorías, que no todo es perfecto, pero no con los conservantes y colorantes, que de eso no usan las religiosas reposteras. Total, que hay que comerlo antes de Reyes, aunque es un plazo innecesario; la tentación no perdona.
Lo recaudado irá a Cáritas y también en parte a una ONG de Perú. Si sobra algo, terminará en el comedor del Carmen. O sea, no sólo está bueno, sino que es bueno.
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