El resurgir del puerto en el siglo XVIII
Historia del puerto de Algeciras (IX)
Historia. La presencia de los ingleses y de su poderosa Armada en aguas de la Bahía y del Estrecho generó una profunda crisis en las tradicionales rutas comerciales marítimas
Aunque Jorge Próspero de Verboom hace hincapié en varias ocasiones a lo largo del informe que elaboró sobre Algeciras en 1724 a las ventajas que reportaría habilitar el puerto de la nueva ciudad, lo cierto es que ni en el proyecto que redactó, ni en la documentación conservada sobre la ciudad en la primera mitad del siglo XVIII, se hacen referencias explícitas a ningún tipo de estructura portuaria. Hasta mediados de esa centuria el curso bajo del río de la Miel fue el único espacio portuario de la renacida ciudad convertido en puerto natural y en zona de atraque para faluchos y pequeñas barcas de pesca. Los navíos de gran porte que arribaban a Algeciras permanecían fondeados en la rada, entre la Isla Verde y la desembocadura del río, desde donde eran embarcados y desembarcados pasajeros y mercancías por medio de los citados faluchos.
Desde que en 1755 la ciudad logró su segregación de San Roque, favorecida por su posición alejada de la zona de conflicto (Gibraltar) y con una población que había crecido de manera notable, las actividades económicas y su revalorización como puerto base de los navíos de guerra, iban a fomentar las funciones marítimas de Algeciras y la aparición de las primeras infraestructuras portuarias. Es necesario señalar que, mientras que Gibraltar poseía, en esas fechas, dos muelles, Algeciras carecía de nada que se le pareciera. A mediados del siglo, quizá como resultado del establecimiento de los navíos de guerra que necesitaban unas instalaciones mínimas para trasvasar soldados e impedimenta desde los buques a tierra y viceversa, se dotó al río de la Miel de un embarcadero de madera, primer elemento portuario conocido.
Pero las referencias que existen de este muelle son escasas. No cabe duda de que la función de este embarcadero, que estaba situado en la margen izquierda del río donde luego, en 1870, se construyó en mampostería el muelle Viejo, se limitaba al atraque de los faluchos que comunicaban el litoral con los navíos de guerra o de comercio que se hallaban fondeados en la rada. Estos faluchos, como se puede apreciar aún en fotografías de principios del siglo XX, tenían su lugar de atraque en el curso bajo del río de la Miel, a resguardo de los temporales que con frecuencia azotaban la costa algecireña.
Al mismo tiempo que la pérdida de Gibraltar provocó la desarticulación de la economía productiva de la comarca (abandono de los viñedos y de la pesca, decadencia del comercio marítimo), la presencia de los ingleses y de su poderosa Armada en aguas de la Bahía y del Estrecho generó una profunda crisis en las tradicionales rutas comerciales marítimas que habían tenido origen o destino en el puerto gibraltareño a lo largo de los siglos XVI y XVII.
La rehabilitación para el uso comercial del puerto de Algeciras fue lenta y tuvo que enfrentarse a numerosos contratiempos, provenientes no sólo de la escasa entidad que tuvo la población durante el siglo XVIII, sino de la oposición de otros puertos cercanos, como el de Cádiz, que controlaba el tráfico con Marruecos a través de una Aduana de la que carecía Algeciras y no veía con buenos ojos el crecimiento portuario de la nueva ciudad. A pesar de los inconvenientes, el puerto algecireño, apoyado en sus excelentes condiciones físicas, en la presencia, cada vez más frecuente, de la Real Armada en sus aguas, en la concesión en 1748 de una Aduana y, no cabe duda, que también en el comercio ilegal con la plaza inglesa y en la intensa actividad corsaria, alcanzaría un notable desarrollo en el comercio de cabotaje y en el de carácter internacional.
El puerto de Algeciras mantenía, en la segunda mitad del siglo XVIII, vínculos comerciales con puertos valencianos, catalanes y del sur de Francia, con Cádiz (exportación de madera y carbón), con Málaga y con puertos italianos (importación de trigo). Al mismo tiempo, desarrollaba un comercio regular con puertos marroquíes y mantenía una línea marítima dos veces a la semana con Ceuta que movía pasaje, leña, carbón y carne de vacuno.
En las décadas previas al Gran Asedio de Gibraltar y en los años siguientes no cesaron los intercambios ?legales o ilícitos? con el puerto de Gibraltar, teniendo las embarcaciones españolas que contar con un permiso especial para abastecer de productos de primera necesidad a la colonia inglesa, pero de donde sacaban fraudulentamente, en los viajes de retorno, mercancías prohibidas.
El comercio con el puerto de Cádiz
Desde el puerto de Algeciras (río de la Miel) y desde del embarcadero que se había instalado en la desembocadura del río Palmones en 1772 se exportaba madera y carbón vegetal para abastecer a la ciudad de Cádiz. El Barón de Bourgoing, en 1795, re?ere que el reducido puerto de Algeciras no tiene gran movimiento comercial; recibe algunos cargamentos de aguardiente y el trigo en embarcaciones catalanas, y sólo exporta el carbón vegetal que se extrae de las montañas próximas. Según Mario Ocaña, el carbón en gran medida se exportaba a Cádiz, Sevilla, Ceuta u Oran a través de los empresarios y mercaderes establecidos en la ciudad de Algeciras que actuaban como intermediarios en el negocio de la exportación.
Además del carbón, era muy abundante el envío de madera para la construcción naval que se embarcaba en el río Palmones para abastecer los arsenales de La Carraca. En el Archivo de Protocolos Notariales de Algeciras se conserva un contrato, de principios del siglo XIX, por el que se concedía a Francisco Sevilla el acarreo y embarque de madera desde el río Palmones incluyendo las cláusulas y la fianza que los exportadores debían abonar.
En 1789 se siguió una causa contra los patrones de embarcaciones, vecinos de Algeciras, acusados de haber cargado en sus barcos exceso de arrobas de carbón a las comprendidas en las pujas que sacaron para navegarlas a Cádiz. Los patrones y embarcaciones eran los siguientes: Antonio Fontanilla, patrón del "San Francisco de Asís"; Juan Serafín, patrón del "Virgen del Carmen y Ánimas"; Francisco López, patrón del "Nª Sª de la Palma"; Julián Carrillo, patrón del "San José y Ánimas" y Juan Romero, patrón del "Nª Sª de Europa".
Otros productos que se embarcaban en el puerto algecireño con destino a otros puertos españoles o extranjeros eran el corcho, la cera, la miel y el pescado (sardinas saladas en banastas). Entre las mercancías importadas, que llegaban de puertos andaluces y algunos extranjeros, se documentan los licores, el trigo y los tejidos. En el año 1752 entraron por el puerto no menos de 500 arrobas de anís para su abastecimiento y el de la cercana plaza de Ceuta. La cerveza era otro producto habitual del trá?co comercial y de consumo.
Antonio Torremocha. Licenciado en Historia. Académico de número de la Academia Andaluza. Director del Museo de Algeciras (1995-2007)
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