Un puente de hierro y declaración municipal de pobreza
El Sexenio Democrático en Algeciras (1868-1874)
El empresario Tomás Haynes planteó la construcción de un puente sobre el río Palmones
Un alcalde ganadero y los puentes al Campo de Gibraltar

Aún coleaba el asunto de las actas electorales de las últimas votaciones al Congreso de los Diputados, siendo una de las más controvertidas la del distrito de Algeciras. Cierta comisión que se había nombrado -como todas las comisiones para dormir el asunto- llegó a la resolución siguiente: “La Comisión presidida por el Sr. Albareda No declara graves las actas electorales de Toledo, Talavera, Mora, Algeciras, Tudela, Torrelavega, Elche y Lucena. Cierto medio republicano remedando el andaluz acento de Albareda, expresó su crítica hacia el presidente de la Comisión del siguiente modo: ¿Ez ezto juzto Sr. Albareda?. Ezo vá en el genio, dirá uzté; y uzté ez un genio. ¡No há dao uzté la puntilla!”.
Dejando atrás genialidades e ironías, y para bien de la comarca, se aprobó por la corporación provincial: “Y en conformidad con lo determinado en el pliego de condiciones para la construcción, conducción y montura del tramo de hierro del puente del Río Palmones en el sitio denominado de las Cañas(das) de la Carretera provincial de Medina al Campo de Gibraltar, se acordó admitir la proposición presentada por D. Tomás Hayne que á continuación se inserta por estar arreglada á dichas condiciones á calidad de que las pólizas de Seguro queden en la Depositaría provincial como mayor garantía, procediéndose á formalizar debidamente el contrato”. Nuevamente y como así aconteciera durante todo el procedimiento, Fernández de la Vega estaría presidiendo las distintas sesiones. “La cantidad por la que toma á su cargo la construcción -prosigue el texto de lo ofertado por Haynes-, es de 18.009 escudos 277 milas [...] Los pagos serán en la forma siguiente: el 50 p% del importe total del puente al firmar el contrato, el 40p% al embarcar el puente en Ynglaterra ó Escocia y el restante 10 p% al año de estar el puente armado que queda como garantía [...] Todos los pagos han de ser en metálico.= El tiempo necesario para construir el puente será de cinco meses después de firmar en contrato.= Puntales á 8 de Mayo de 1871.= Tomás Haynes”.
Al mismo tiempo que Haynes presenta en Cádiz su gran proyecto del puente sobre el río de las Cañas o Palmones, en nuestra ciudad y situada frente al también caudaloso río de la Miel -en su lado norte y números 6 y 7- se encontraba la casa que fue propiedad de doña Magdalena Capaduro, quién al fallecer la dejó en herencia a su hijo Bernador Arabena el 28 de octubre de 1858, de quién se ha hecho mención en páginas anteriores al quedar liberado de cierta deuda. Y es precisamente motivado por esa libertad, y al mismo tiempo la necesidad dineraria, por la que, nuevamente, la pone en garantía “por la cantidad de 2.500 pesetas a devolver en un año y al interés del 12% anual ó sean 25 pesetas mensuales que hacen 300 pesetas al año, y cuyo interés satisfará Arabena por trimestres vencidos, siendo su acreedora Dña. Antonia España y Pardo”. La citada acreedora era hermana del concejal del Ayuntamiento de Algeciras que días antes, según fue recogido en una anterior entrega, había solicitado “oficial permiso para restablecer su salud”.

Y mientras la temporalidad contractual establecida por la prestamista señora España Pardo y el deudor señor Arabena comienza a correr, las autoridades liberales provinciales también procuran acelerar la aprobación de los precios: “Que deben abonarse a los pueblos de la provincia por las raciones y suministros facilitadas a las tropas del ejército, durante el pasado mes de Abril último, en la forma siguiente: Ración de pan de 70 decagramos igual a 24 onzas castellana [...] Litro de vino igual á 1 cuartillo 3 copas, 93 Centmos. á 1’69 Pesetas. Aguardiente igual á 1’03 Pesetas”.
Siguiendo en el contexto del suministro de bebidas espirituosas, también se observó el siguiente expediente que partió del consistorio algecireño: “Dada cuenta del expediente visto en Sesión pública de 13 del actual, promovido por D. Francisco Guerrero y hermano, almacenistas de vinos en Algeciras, en queja del Ayuntamiento por haberles cobrado ilegalmente y por la vía de apremio los derechos impuestos sobre el aguardiente de caña en contravención á lo dispuesto en la ley que prohíbe gravar los artículos estrangeros (sic) ó coloniales”. Se insertó en el acta a la espera de una futura resolución.
Y como si los ayuntamientos de la provincia hubiesen sido víctimas de las bebidas espirituosas, no sin contrariedad: “Se dió cuenta del expediente promovido con motivo de la reclamación hecha por la Administración económica contra la declaración de pobreza acordada por varios Ayuntamientos á los braceros del Campo”. Muchas de las corporaciones gaditanas, entre ellas la de Algeciras, estaban gobernadas por los republicanos y a este importante sector político de la España surgida de La Gloriosa no le fue ajena la extrema situación de pobreza de los obreros del campo. Recordemos que de la mano de los antimonárquicos empezó a organizarse en nuestro país la sección española de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), teniendo sus primeras sedes en Madrid, Barcelona y Valencia, creándose una fuerte agrupación compuesta, entre los primeros sectores por: tipógrafos, zapateros y sastres, entre otros. Tal fue el empuje que cogió aquel movimiento obrero que la ya creada Federación Regional Española, asistió en aquel 1871 a la conferencia de la AIT celebrada en Londres.

La respuesta oficial a la declaración municipal de pobreza fue la que sigue: “Se acordó evacuar el informe que pide el Sr. Gobernador de la provª. manifestándole que al declarar los municipios pobres de solemnidad á los jornaleros han hecho uso de una de las atribuciones que le son propias y su acuerdo sólo puede ser revisado por la Comisión provincial en la forma que establece la ley; y que si la Administración económica no se halla conforme con la declaración, como parece no estarlo, lo procedente es que formule una reclamación motivada presentando los justificantes que estime oportunos y con vista de ellos y de las que por su parte hagan los Ayuntamientos interesados, se fallará este asunto en sesión pública”. Aquel movimiento pre-sindical sería declarado ilegal tras el regreso de sus dirigentes del encuentro reseñado en la capital británica. Su rápida implantación se convirtió en una amenaza para el Gobierno constitucional y monárquico, al ver que tenía el respaldado de instituciones como diputaciones y ayuntamientos repartidos por toda la geografía nacional.
Al mismo tiempo que el poder “progresista” provincial opta por una ambigua solución, ante la generalizada defensa municipalista de los braceros y jornaleros gaditanos, vecinos como el tarifeño José Chico Rodríguez y el algecireño José Rodríguez España no muestran ambigüedad alguna cuando el primero le pide en préstamo al segundo: “La cantidad de 1.550 pesetas efectivas que le ha facilitado para sus negocios de comercio [...] poniendo en garantía un asiento de tierras de 24 fanegas sencillas situadas en el partido de la Zarzuela, término municipal de Tarifa [...] Este préstamo durará el término de un año á devolver en plata ú oro. Es condición la de que teniendo el Chico Rodríguez (deudor), establecida en Tarifa una tienda de comestibles y refinos, ha de surtirse precisamente de todo los géneros y efectos que para ello necesite de los almacenes que en esta ciudad tiene el D. José Rodríguez (prestamista) y en compensación éste no le llevará ningún interés por la cantidad prestada”. Son tiempos de tender puentes: puentes dinerarios, a través de préstamos para salir de la crisis económica; puentes sociales, con los primeros pasos en la lucha obrera; y hasta puentes de hierro, como el que Thomas Haynes, en un corto futuro, y para facilitar el acceso a la comarca, construiría sobre el río Palmones o de Las Cañas en Los Barrios.
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