El proyecto de un puerto de arribada y refugio para Algeciras de 1859
Historia del puerto de Algeciras (XX)
Historia. El Ayuntamiento de Algeciras no escatimó esfuerzos a la hora de demandar de las autoridades competentes el inicio de las obras del puerto, pero la respuesta era la demora


Un acontecimiento sucedido en ese año, la Guerra en Marruecos, vino a demostrar cuán necesario era para el Gobierno de la Nación contar con un buen muelle de atraque en el puerto de Algeciras. El traslado de tropas, material bélico y productos de avituallamiento desde Algeciras hasta Ceuta sufrió severos retrasos e inconvenientes por la debilidad de las instalaciones portuarias algecireñas. Esta circunstancia parece que intensificó el interés del Gobierno por dotar a Algeciras del ansiado puerto y reactivó los trámites para poner en ejecución las obras de construcción.
Es evidente que el Ayuntamiento de Algeciras no escatimó esfuerzos a la hora de demandar de las autoridades competentes el inicio de las obras del puerto. Pero, una y otra vez, la respuesta era el silencio o la demora. Incluso las necesarias obras de reparación del muelle existente se sufragaban, en aquellos años, con fondos del Gremio de Mareantes como compensación por el usufructo que gozaban sobre el paso de barca del río Palmones.
En 1859, Juan Martínez Villa describía con las siguientes palabras el citado muelle-embarcadero, la situación de ruina en que se encontraba y las obras de reparación acometidas por el Gremio de Mareantes: "En prolongación de este muro de defensa de la orilla izquierda del río y á su desembocadura, se encuentra el corto trozo de muelle embarcadero formado de escollera y mampostería de piedra en seco, que por efecto de su mal sistema de ejecución y desfavorables circunstancias de su situación se encuentra en un estado de completa ruina, y que avanzando sólo hasta la línea de bajas mareas para poderlo utilizar de algún modo en el servicio de embarque y desembarque de botes y lanchas, primeramente fue preciso que por el Gremio de Mareantes se pusiese entre las ruinas de la cabeza cuatro malas estacas y tablas que facilitasen el atraque de los botes, y después, vista la prontitud y facilidad con que los temporales hicieron desaparecer esta corta é insignificante obra de madera, el referido Gremio de Mareantes concluyó por tener que prolongar unos quince o veinte metros más la referida cabeza del muelle por medio de una mala é imperfecta escollera que permitiese siquiera el que los botes y lanchas ocupadas en el embarque y desembarque de personas pudiesen atracar á los bloques y piedras salientes de la misma...".
Por fin, en el año 1859 se aprobó el "Proyecto de puerto de arribada y refugio en Algeciras" redactado por el ingeniero inspector del Cuerpo de Caminos, Juan Martínez Villa.
Entre los argumentos que su autor expone para justificar la necesidad de las obras, al margen de incidir en las excelentes cualidades marítimas de la bahía de Algeciras, se encuentra una descripción de la situación en la que se hallaba el embarcadero situado entre la margen izquierda del río y la acera de la Marina. Dice el ingeniero redactor del proyecto que: "…el estado de aterramiento en que se encuentra en la actualidad este pequeño cauce y el ruinoso estado del mismo que protege y defiende su orilla izquierda, manifiestan bien a las claras el total abandono en que por mucho tiempo ha debido permanecer para que en el día no pueda utilizarse por la navegación de cabotaje…".
Las principales propuestas contenidas en el proyecto de 1859 consistían en la ejecución de las siguientes obras: a) La construcción de un malecón de escollera o dique de abrigo desde la punta del Rodeo hasta la Isla Verde, con una longitud total de 770 m y de otro, a modo de espigón, sobre los arrecifes situados al norte de la Isla Verde. b) La construcción de un malecón de escollera y de un muelle-embarcadero de 260 m. de longitud que arrancaría en la margen izquierda del río de la Miel y llegaría hasta las denominadas piedras de la Galera, en las que apoyaría su cabeza. c) El encauzamiento de la desembocadura del río de la Miel a partir del puente de piedra (luego conocido como puente Viejo) haciéndola practicable a la entrada y permanencia de barcas, faluchos y barcos de cabotaje de un arqueo o porte regular. Dicho encauzamiento se realizaría por medio de un malecón o muro en cada orilla. d) Revestimiento con un muro o muelle de ribera de la playa conocida como de la Marina que se encuentra completamente desnuda y desprovista de todo revestimiento para protegerla de los embates de los temporales juntamente que á la manzana de casas inmediatas.
Las obras de infraestructura proyectadas habilitarían una superficie de aguas abrigadas de unas 60 hectáreas con un fondo o calado de entre 4 y 10 metros en bajamar, lo que permitiría atracar en el muelle a buques de gran porte y proporcionaría un abrigo cómodo y seguro a un considerable número se navíos.
El proyecto fue aprobado, inicialmente, por Real Orden de 3 de mayo de 1860 y de manera definitiva el 14 de mayo de 1862. El Ayuntamiento logró que se sacaran a subastas las obras el 26 de octubre de 1860 por valor de 11.049.083,46 reales, adjudicándose en esa fecha, aunque, como no se presentó el contratista en el plazo estipulado, se declaró rescindido el contrato por Real Orden de 22 de marzo de 1861. Para poder contribuir en los gastos que iba a generar el proyecto, el Consistorio había aprobado un arbitrio similar al que cobraba el Estado por el derecho de entrada en el puerto a todos los buques que arribasen con fines comerciales durante diez años, contados desde el siguiente al de la terminación de las obras. Habiendo fracasado la subasta, el 8 de mayo de 1862 se devolvió el proyecto para su reforma, encargándose de la misma el propio ingeniero Juan Martínez Villa. La propuesta, reformada, se remitió a la Superioridad en diciembre del mismo año con el visto bueno de la Junta Consultiva, siendo aprobada por Real Orden de 14 de mayo de 1864. En esta ocasión, el presupuesto se había elevado, tras las sucesivas reformas y retrasos, a la cantidad de 6.594.315 pesetas. Desgraciadamente, las obras no se sacaron a subasta, quedando paralizado el proyecto de construcción del tan ansiado puerto.
En el Diario de Cádiz del 11 de enero de 1868 se podía leer: "Con motivo de la visita que ha efectuado el marqués del Duero al campo de San Roque y de los trabajos practicados por dicho señor en la bahía de Algeciras, se cree que el Gobierno trata de construir el gran puerto que se proyectó hace muchos años, como reclaman los intereses del comercio y de nuestra marina mercante".
Fuera por uno u otro motivo, y a pesar de la redacción y aprobación de varios proyectos de obras, el puerto que todos veían como de gran necesidad para los intereses económicos y estratégicos de la Nación, se negaba a convertirse en realidad.
Antonio Torremocha. Doctor en Historia Medieval. Académico de número de la Academia Andaluza. Director del Museo de Algeciras (1995-2007)
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