Algeciras, posible sede del Gobierno liberal

Historias de Algeciras

En sesión celebrada el 11 de junio de 1823 en Sevilla, altas instancias del Estado barajan Algeciras como uno de los posibles destinos del Gobierno tras la invasión francesa

En la Plaza Alta se colocó un monumento con emblemas subversivos (1823).
En la Plaza Alta se colocó un monumento con emblemas subversivos (1823).
Manuel Tapia Ledesma

05 de marzo 2023 - 04:00

Al mismo tiempo que en Verona se defiende el absolutismo encarnado por Fernando VII, en otro contexto territorial se recibe en el despacho del Jefe del Partido algecireño, lo que sigue: “Se traslada á la Excma. Diputación Provincial de Málaga oficio del Sr Vocal Dn Lorenzo Parra, comisionado para que en unión de los de aquella corporación pase á la fijación de límite de ambas Provincias, en el cual manifieste su Señoría los motivos que le impidan concurrir a la reunión últimamente dispuesta”.

A la espera de la excusa malagueña, la sociedad patriótica local y otros avecindados en nuestra ciudad, proceden: “Y se oyeron con particular agrado, y mandaron insertar íntegras en el diario de sesiones, las siguientes exposiciones dirigidas a felicitar al Congreso [...] De la Sociedad Patriótica y otros ciudadanos de la ciudad de Algeciras”.

Y mientras la importante representación local expone sus felicitaciones a la alta Cámara, en nuestra ciudad se procede a: “La disensión del reglamento de medicina del cuerpo de sanidad militar. Leído que fue, se declaró haber á votar en su totalidad. Capítulo Primero. Artº Iº.- El número de individuos de que ha de constar este cuerpo será y se distribuirá en la forma siguiente: Hospitales de primera clase [...] Algeciras Ayudantes primeros 1. Ayudantes segundos 1. Coincidente con el importante reconocimiento para el popular centro sanitario de la llamada -durante el trienio- calle de Riego, se recibe en el despacho del Jefe del Partido órdenes varias: “Declarando que a falta de Escribanos se valgan los Alcaldes de los fieles defechos ó de los Secretarios de Ayuntamientos para autorizar los juicios de conciliación [...] Sobre la división territorio Español; teniendo en consideración las distancias entre sí tienen los Pueblos de esta Provincia, su vecindario y las demás circunstancias que requiere la pronta Administración de justicia se procedió á formar la división de partidos [...] en su consecuencia compartió la Provincia en diez partidos, a saber [...] Novena de Algeciras a cuya Ciudad se agreguen Tarifa, Castellar, Sn Roque, los Barrios y Ceuta”.

Al mismo tiempo que las autoridades liberales provinciales toman tan importante medida sobre el territorio, el consistorio de nuestra ciudad remite oficio: “Manifestando el Ayuntamiento de Algeciras en cuatro de Enero haber dispuesto la extinción de la plaza de Maestro de las fuentes públicas que obtenía Diego Díaz Becerra”. Días más tarde: “El Síndico primero de Algeciras con fecha tres del corriente evacuando informe con respecto a la supresión de la plaza de Maestro fontanero opina por la necesidad de que subsista esta plaza. Reponiendo en su destino a su antiguo obtentor Diego Díaz Becerra; se acuerda que respecto a estar señalada en el reglamento de Propios la dotación del Maestro fontanero, y persuadido de su utilidad, el Ayuntamiento sostenga en su destino de tal al Becerra abonándole los sueldos que ha dejado de percibir á razón del señalamiento hechole en el reglamento”.

Afortunadamente nuestras fuentes volvieron a contar con maestro-fontanero en aquel apocalíptico constitucional 23, coincidente con el traslado de la familia real hacia el sur. Mientras las altas instancias del Estado escoltan a la regia familia, en el despacho del Subjefe del partido algecireño se tratan asuntos de menor importancia: “Se dio cuenta de un oficio del Señor Gefe Superior Político á que acompañan varios documentos relativos á haberse establecido, tiempo atrás, Sociedad Patriótica en la Ciudad de Algeciras de resultas de haberse colocado en la Plaza pública un monumento con varios emblemas subersivos”.

Coincidente con la información enviada por la superioridad, una preocupante noticia llega en forma de oficio hasta la mesa del Jefe del partido para ser compartida con los restantes ayuntamientos del distrito: “El Gefe Superior Político en 28 de Febrero con nota de Reservado, en que inserta la Real orden que le ha sido comunicada para tomar medidas de seguridad y defensa contra la agresión injusta con que nos amenaza la Francia [...] será muy del caso que su Señoría haga una alocución excitando el patriotismo, para que por todos los medios ayuden al Gobierno en la justa causa que defendemos, y haga donativos voluntarios para los crecidos gastos que han de originar las obras necesarias para ponerse en buen estado de defensa”.

Extracto sobre subversivas actividades de la Sociedad Patriótica en la Plaza Alta (1823).
Extracto sobre subversivas actividades de la Sociedad Patriótica en la Plaza Alta (1823).

Ajenos al peligro de allende los Pirineos, los algecireños continuaban con su habitual rutina presentando alegaciones ante la liberal Administración: “Se da cuenta de una instancia de Antonio Valencia, vecino de Algeciras en que se queja de aquel Ayuntamiento por no haberle querido admitir una instancia que acompaña sobre que se le incluya en el reparto de baldíos [...] Resolviendo: resultando esta solicitud ser insultante pues el mismo interesado asegura que no es labrador y que tiene una tienda quando los decretos de la materia disponen terminantemente las clases que deben ser comprehendidas en el reparto [...] se acuerda no haber lugar á la solicitud de Valencia”.

Y mientras la amenaza francesa se va materializando, llegan al despacho del jefe Político del Partido -tardíos- oficios para “la implantación del fomento de la Agricultura”, o solicitando información sobre “número de militares agraciados con tierras en el repartimiento en aquel término”.

Durante aquellos primeros meses del que sería el fin del sueño liberal, y mientras las noticias que circulan por los despachos y mentideros de toda la nación presagian la cada vez más inminente presencia gala para aplastar el constitucionalista, en nuestra ciudad se produce la siguiente denuncia entre aspirantes a quintos: “Examinado el expediente que remite el Ayuntamiento de Algeciras, formado a Dn Antonio Movillón, denunciado por Dn Bartolomé Serrano como prófugo del anterior sorteo, se acuerda declarar á Movillón absuelto de esta nota y que debe conservar su suerte con arreglo al artículo 39 de las ordenanzas, á que no resulta culpable por cuanto por medio de un oficio se presentó al alistamiento y si se le hubiere contestado desde luego hubiera podido tomar sin recursos antes de haber sido denunciado”.

También y en el mismo contexto: “Resolviendo una consulta que hace el Ayuntamiento de Algeciras, con fecha de doce del corriente con motivo de una instancia de Dn Renato Bernard á causa de haberse incluido en el alistamiento para el segundo reemplazo extraordinario á Antonio Arana sustituto de Dn Bartolomé Bernard, hijo de aquel y quinto del sorteo para el primer reemplazo, también extraordinario [...] se acuerda, se conteste que el Arana no debe ser incluido en las listas de los sorteos subsiguientes, pues por cuanto como sustituto voluntario es un individuo que se halla sirviendo real y efectivamente, y no puede figurar en dos partes a un mismo tiempo”.

Conforme en los foros liberales las noticias sobre la invasión gala se daba por iniciada, un defraudado y laureado algecireño remite la siguiente carta publicada en un medio de la época: “Señor. Cuando en el año 1815 tuvo á bien V.M. condecorarme con la Orden de la Flor de Lis, recibí esta condecoración como emanada de su bondad en favor de los españoles que se habían sacrificado en defensa de su patria y rey; más ahora devuelvo á V.M. el diploma que tuvo á bien mandar se me librase; pues no quiero usar de un distintivo de que usan esos malos franceses que tan mal aconsejan á V.M. para que nos envíen los 100mil hombres, que mandados por un general á quién el más ínfimo soldado español no teme y que invocando al Dios de san Luís va á traer en pos de sí la guerra, la muerte y la desolación. Señor, cuántos desastres van á sobrevenirnos sobre V. M. y su gobierno pesarán ante la presencia del Dios verdadero que reconocemos los españoles, y en su nombre marcharemos, triunfaremos y llegaremos con nuestras bayonetas hasta el palacio de V.M. en donde en unión con los buenos franceses colocaremos en triunfo un libro de nuestra sagrada constitución sin haberla reformado. Que el Dios de san Luís continúe protegiendo á V.M. como lo desea este que perecerá defendiendo tal y como está la constitución que ha jurado. Algeciras á 20 de Marzo de 1823. Señor: El teniente de milicia activa de Ronda. José López”.

Y así llegó el primaveral mes de abril y con él las tropas comandadas por el duque de Angulema, quién el 7 de aquel florido mes atravesó la línea fronteriza entre Francia y España, seguido de 85.000 soldados, 22.000 caballos y 108 cañones y a los cuales se sumaron cerca de 40.000 realistas. El miedo cundió entre los quintos llamados a fila:“A propuesta de la Comisión de Guerra se acordó representar á las Cortes á fin de evitar la deserción de los prófugos que hacen un número considerables, proponiéndoles se sirva dispensar á los individuos que con esta nota los seis años de recargo á que son condenados, extendiendo esta gracia á los que se hallen fugitivos”.

Extracto sesión 11 de junio de 1823, señalando Algeciras como destino del Gobierno.
Extracto sesión 11 de junio de 1823, señalando Algeciras como destino del Gobierno.

Y mientras el resto de la nación observa con gran preocupación el movimiento de las tropas de Angulema, en el algecireño partido preocupa otra cuestión defensiva y más doméstica: “El Gefe Superior Político dá cuenta de oficio [...] que le ha pasado el ayuntamiento de Sn Roque, á causa de la clase de población que se compone el punto de la línea y con qué motivo se han levantado allí edificios: al mismo tiempo se vieron otros dos oficios del mismo ayuntamiento en que traslada á dicho Sr. el que dirigió á aquella Corporación el Comandante de armas de Algeciras sobre lo dispuesto por el Comandante general del décimo distrito en cumplimiento de lo prevenido por las ordenanzas y demás reales órdenes acerca de la demolición de edificios construidos á mil quinientas varas de las plazas en cuyo caso están los de la línea [...] se acuerda consultar al Gobierno manifestándole la conveniencia de la demolición de qué se trata”. Frente a la amenaza que se expande triunfalmente por el norte la preocupación de las autoridades de la comarca parece que se centran en el siempre enemigo británico, a pesar del favorable posicionamiento de aquella nación hacia el no intervencionismo en España; expresada decisión expuesta por su delegación, durante el diplomático encuentro celebrado en Verona, cuna de la sin par Julieta y tumba del liberalismo español.

Y mientras aires de guerra recorren la península, en nuestra ciudad: “Se dá cuenta de una instancia de Juan Cristóbal Sánchez, vecino de la matrícula de Algeciras solicitando se le declare libre del servicio de la armada que se le obliga por la deserción de su sustituto respecto de que ha cumplido cuarenta años, según lo acredita con la partida de su bautismo y con la excepción que alega este interesado es para no ir al servicio una vez cumplida la edad; más no para que en el caso de que al cumplirla sea licenciado”. Es decir, que viéndose los acontecimientos, bien puede ser llamado a las armas para defender el sistema constitucional a pesar de su avanzada edad para la época.

Y así, al mismo tiempo que se le notifica al vecino algecireño la resolución sobre su pretensión de exención militar, llega hasta el despacho del jefe subalterno de Algeciras, el temido y esperado oficio: ”Real Orden del dieciséis del corriente comunicando la noticia de la invasión del territorio Español por las tropas francesas”.

En sesión celebrada el 11 de junio en la ciudad de Sevilla, altas instancias del Estado, nombran a la ciudad de Algeciras como uno de los posibles destinos de aquella comitiva: “La Junta compuesta de los Ministros, entre los cuales se contaba Sánchez Salvador, estrechado á encargarse de los despachos de Guerra de los Diputados á Cortes, algunos Generales [...] En ella hubo quién opinase porqué el Gobierno se dirigiese á Algeciras, y en algún caso el Rey y la Familia Real á Gibraltar”. La suerte de España, de su sistema constitucional y del futuro del distrito liberal algecireño estaba echada.

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