La pobreza también tiene sus caprichos

De forma muy excepcional algunas personas han comprado con vales de Cáritas una lima de uñas o whisky

E. Correa / Algeciras

18 de abril 2009 - 01:00

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En el supermercado que la cadena SuperSol tiene en la calle Convento puede comprobarse que algunas personas abonan sus compras con un vale. Se trata de un sistema puesto en práctica por Cáritas que permite a gente necesitada contar con un talón para alimentos de primera necesidad.

Pero con dinero y sin dinero la picaresca existe. La crisis no hace aumentar la honradez ni desciende los caprichitos, que a nadie le amarga un dulce. El otro día una conversación entre cajeras alertaba de que hay alguna trampa y elogiaban el control que ejerce la organización. Alguna familia, de forma muy excepcional, se ha gastado más de 10 euros en una lima de uñas o ha dedicado parte del vale a chucherías, chocolates, un bote de colonia o alcohol. Artículos que por descontado no son básicos. Ana María Gómez, responsable de Cáritas en la iglesia de La Palma, explicó que el supermercado envía los vales a la central de Madrid y luego informa a la institución de las compras realizadas con detalle. "Hay que revisar las adquisiciones para vigilar que el dinero no se malgasta", afirma. Si en tiempos de bonanza económica esto no se puede permitir mucho menos ahora, que la situación ahoga a más gente. "En el sistema puede haber algún fallo pero Cáritas realiza un seguimiento para que el vale no caiga en saco roto", argumentó.

No obstante, es necesario aclarar que la inmensa mayoría destina el dinero a comprar leche, pan, yogures, carne y latas de tomate.

La entidad caritativa anda desbordada ante el aumento de personas sin recursos. "Sólo damos vales a las familias después de hacer diversas comprobaciones que garantizan que están en mala situación", explica. Según la responsable, todo el mundo que llama a la puerta es porque lo necesita. "Si vemos una cuenta con artículos que no son necesarios entendemos que esa persona tiene para comer y no se le dan más vales", aclara. Aunque el engaño es inusual hay algún caso y se pone remedio. Antes de la crisis, los vales ascendían a 30 euros por semana. Pero como la mala coyuntura económica hace estragos, Cáritas ha tenido que reducir a 25 euros su valor y a entregarlos cada 15 días. "Como siga la cosa así habrá que dar menos dinero para repartir entre más familias. Ya vienen 30 cada semana y la economía no nos llega", dice.

Para que todo funcione el control es necesario. Y no es tiempo de caprichos. El presidente de Cáritas, Juan de Dios Regordán, que valoró el sistema como más humano y autónomo, insistió en la importancia de comprobar que el dinero se emplee en lo más necesario. Lo básico es la comida. Una botella de whisky en la lista de la compra haría saltar las alarmas. Un cuarto de jamón cocido, no. Desde luego, la caridad también tiene sus límites.

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