MUSEO DE ALGECIRAS

La pieza del mes: la lancha cañonera

  • El Museo Municipal de Algeciras posee la maqueta de una de las lanchas cañoneras diseñadas por el almirante Antonio Barceló para el Gran Asedio de Gibraltar

Maqueta de la lancha cañonera

Maqueta de la lancha cañonera

Algeciras fue durante el siglo XVIII -un periodo de nuestra Historia en el que el conflicto contra Gran Bretaña fue casi permanente- el puerto desde el que partieron las más importantes operaciones marítimas con el fin de recuperar la plaza de Gibraltar. En estas participaron tanto las fuerzas navales de la Real Armada como las sutiles de corsarios particulares españoles, naturales de Algeciras, Tarifa y Ceuta.

La pieza que comentamos nos trae a la memoria los años del Gran Asedio de Gibraltar (julio 1779- marzo 1783). Se trata de la maqueta de una de las lanchas cañoneras diseñadas por el almirante don Antonio Barceló, perteneciente a los fondos del Museo Municipal de Algeciras (nº inventario 1.294), de 31,5 cm de alto por 40 cm de ancho, donada por don Manuel Caravaca en 1998 y expuesta en la sala Nueva Ciudad.

Don Antonio Barceló (Palma de Mallorca 1717-1797) se fogueó desde niño en el Mediterráneo en la lucha contra los corsarios berberiscos que aún asolaban las costas de España, convirtiéndose para ellos en un verdadero azote. Su valor y sus éxitos en la guerra en la mar lo llevaron a alcanzar una elevada posición dentro del escalafón militar. En 1779, un mes antes del comienzo del Gran Asedio, alcanzaba el grado de Jefe de Escuadra y Almirante.

Maqueta de la lancha cañonera Maqueta de la lancha cañonera

Maqueta de la lancha cañonera

Barceló no inventó las cañoneras. Las lanchas artilladas aparecen documentadas desde el siglo XVI. Se trataba de embarcaciones menores, carentes de cubierta y portadoras de una o más piezas de artillería, fijas o móviles, cuyo desplazamiento se hacía a fuerza de remos y/o velas. Su importancia en el combate residía en la rapidez de su desplazamiento, la capacidad de navegar en aguas de poco fondo, ya fuesen costeras o fluviales, su escaso calado y maniobrabilidad, su potencia de fuego y la dificultad de ser localizadas y, aún más, hundidas. Por último, habría que añadir la facilidad de construcción y su coste no demasiado elevado.

Por todo ello, las lanchas cañoneras aparecen ya a finales del XVIII en gran parte de las Armadas del mundo: desde Inglaterra a USA y desde España a Suecia.

Lo que si podemos considerar como la principal innovación que aporta Barceló a la tecnología naval de la época es el blindaje del casco de las cañoneras. Una protección metálica que protegía a la embarcación desde las bordas hasta más abajo de la línea de flotación.

Las dos primeras cañoneras blindadas que manda construir Barceló nacen en los astilleros situados en la desembocadura del río Palmones a finales de 1779. Tenían 56 pies de quilla, 18 de manga, 6 de puntal (1pie = 27´8 cm) y 14 remos por cada banda. Iban armadas con un cañón de 24 libras situado en la proa de la embarcación. La dotación la componían aproximadamente unos treinta hombres.

Según algunos autores, la primera acción real de guerra se produjo el 26 de junio de 1780 contra el navío de línea inglés Panther. Entre enero y agosto de 1780 estuvieron activas cuatro cañoneras al mando del teniente de navío don Federico Gravina, jefe del apostadero naval de Algeciras.

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