Narcotráfico

Dos perros y carteles que los profesionales consideran insuficientes

  • “Las prisiones españolas llevan muchos años ancladas en el olvido”, critica un jefe de servicio

Droga oculta en una botella de agua mineral.

Droga oculta en una botella de agua mineral.

La principal medida que el Ministerio del Interior ha tomado para controlar el acceso de droga en Botafuegos ha sido la creación de una unidad canina. Tras una prueba piloto en la prisión de Burgos que arrojó resultados “muy satisfactorios”, ya ha comenzado a funcionar en Algeciras, Puerto III (Cádiz), Huelva y Sevilla I. Hasta ahora, gracias a los acuerdos con Guardia Civil y Policía Nacional, eran sus perros los encargados de controlar que las visitas intentaran introducir droga dentro de los establecimientos.

A nivel nacional, la entrada de estupefacientes ha aumentado pese al descenso de la población reclusa. De 4.500 intervenciones de droga en 2012 pasó a más de 5.100 en 2018 a pesar de que había 10.000 reclusos menos. Los expertos explican estas cifras en su cercanía a las principales vías de entrada de estupefacientes en España y a que en Andalucía la dispensación a los toxicómanos de los tratamientos de metadona (un sustitutivo de la heroína) se hace en pastillas, lo que facilita su posterior introducción en las prisiones para traficar con ellas. Los perros se utilizan en “procedimientos de detección de drogas y cacheos”, pero no para seguridad.

Otra medida que los funcionarios saludan es una campaña de sensibilización para prevenir la entrada de droga y de otras sustancias prohibidas en prisión que consiste en carteles y dípticos que en la cárcel de Algeciras están situados en todas las dependencias. La cuestión es que entienden que, por sí sola, no ha supuesto avance alguno. Con el lema ‘Si pasas droga en prisión, tu próxima visita podría ser en el cementerio’, el objetivo es por un lado reducir el número de fallecidos en prisión por drogas y, por otro, el control de la misma dentro las instalaciones penitenciarias y la disminución de la demanda entre los internos. Los carteles y folletos van a ser colocados en los departamentos de comunicaciones, salas de espera, locutorios y otras dependencias de los centros penitenciarios. En los dípticos se recogen las consecuencias que tiene para los visitantes si se les descubre intentando pasar droga. Además llevan un código QR que escaneado revela la frase: "¡Me mató la droga que me pasaste!".

“Hace falta más. Esto no ha supuesto nada”, subrayan los funcionarios de Algeciras, que entienden que la campaña demuestra que el problema existe y es bastante grave, aunque Instituciones Penitenciarias defiende que según el último informe SPACE del Consejo de Europa, España se encuentra entre los que tienen las tasas más bajas de mortalidad. La española es de 19 fallecimientos por cada 10.000 internos frente a la media europea de 31.

“Las prisiones españolas llevan muchos años ancladas en el olvido”, argumenta un jefe de servicio. Alcaraz añade: “Sus máximos responsables alardean de que contamos con uno de los sistemas penitenciarios más modernos de toda Europa, pero sobre el papel, la realidad es bien distinta, hay un falta de trabajadores penitenciarios muy importante, cárceles como la de Algeciras masificadas, no hay psicólogos ni juristas para atender programas individualizados de tratamiento para los internos, ni para poner en marcha todas las actividades, los médicos no quieren trabajar en las prisiones por las precarias condiciones que se les ofrecen, ni por el ambiente laboral que encuentran ni por las bajas remuneraciones económicas respecto a otros profesionales de la medicina. Hay un porcentaje muy alto de internos con trastornos mentales y solo un psiquiatra que viene una vez cada 10 días, listas de esperas interminables para ser atendidos, denuncias al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, etcétera”.

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