Paseo por Las Acacias: de franceses envenenados al drago centenario
Árboles y plantas con historia
Primera entrega de un recorrido por el parque de la Villa Vieja algecireña de la mano del biólogo Pablo Pichaco
Entre adelfas, pinos de Alepo, falsas acacias y otros ejemplares
El parque de Las Acacias en Algeciras puede verse de varias maneras, ya sea entrando por una de sus dos puertas, que están enfrentadas, o a partir de las historias de quienes fueron sus dueños, de quienes lo visitaron, o de lo que cuentan los árboles, plantas, un relieve y espacios que pueden contemplarse en su interior. Proponemos un paseo, con varias tomas, de la mano del algecireño Pablo Pichacho, quien disfrutó el parque siendo niño y que, con el tiempo, se convirtió en biólogo.
Una encuesta podría arrojar un empate, quién lo sabe, si la única pregunta fuera con cuál nombre conoce usted al parque, que si Las Acacias o Smith. Es un espacio catalogado como Jardín de Interés Cultural en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz en el que se cultivaron legumbres bajo la propiedad de Nicolás Díaz de Oñate. Guillermo Smith, un consignatario de buques y vicecónsul británico adquirió el lugar a finales del siglo XIX, en pleno auge de compra de terrenos en Algeciras por gibraltareños que pretendieron vivir a la inglesa fuera del Peñón, lo que incluyó la creación de jardines privados menos tradicionales.
"Esta nueva jardinería paisajista, con intenciones absolutamente ornamentales, requería mayores dimensiones, buscaba la libertad, la ruptura con los límites y con la geometría, en un juego de naturaleza y arquitectura al que los ingleses se dedicaban desde el siglo XVIII", escribieron Ana María Aranda y Fernando Quiles en su Historia urbana de Algeciras. Gracias a esta presencia y cuidados podemos disfrutar en la ciudad la contemplación de robles, cipreses de los pantanos, cedros, dragos y, por supuesto, araucarias.
Pablo Pichaco nos recuerda que Guillermo Smith pretendió que sus jardines, germen del parque en el que luego se convirtió el espacio, presumiblemente se parecieran al jardín botánico de Gibraltar. Sí está certificado que evoca la respuesta inglesa al formalismo francés: calles laberínticas, evocaciones de la cultura clásica mezclada con ruinas, fuentes, y una aparente espontaneidad de los elementos vegetales que lo comprenden.
"Curiosamente, el parque de Las Acacias es conocido por unas especies de árboles que no conformaban al menos en cantidad el jardín original. Una de ellas, la más abundante, es la falsa acacia, robinia, o pan y quesito (Robinia pseudoacacia), con una gran capacidad invasiva, capaz de retoñar desde sus raíces y tapizando claros de bosques y espacios forestales que la hacen catalogarla como invasora", señala Pichaco.
Su presencia se hizo frecuente a partir del siglo XIX y fue popular su uso por parte de los niños que chupaban sus flores por su dulzor. Casi 130 ejemplares se catalogaron a mediados de los noventa del siglo pasado por el desaparecido Antonio Rízquez, naturalista de origen malagueño que desempeñó una gran labor, como meteorólogo y como eficaz catalogador de las especies ornamentales de Algeciras.
Optamos por la entrada popular, ubicada en la calle del Museo, presidida por un ánfora o cántaro "en un parterre delimitado por unos bolaños de arenisca en el que llama la atención una adelfa de porte arbóreo, tan frecuentes en el Paseo Marítimo". Pichaco nos invita a reparar en esa planta tan común que es la adelfa o baladre, "tóxica por antonomasia". De esa propiedad dañina procede el dicho "peor que el baladre", popularizada por los resistentes españoles contra la presencia de las tropas francesas napoleónicas a los que envenenaron con la planta, introducida en ricas comidas. Así ocurrió con un batallón aniquilado en Ronda durante un banquete.
"Su tóxica belleza ha llegado a provocar que sean prohibidas en zonas de Marruecos, o bien utilizadas en el cine, como en la película La flor del mal (2002), en la que la protagonista la usó para envenenar a su amante. White oleander es el nombre original de la película y Nerium oleander el nombre científico de la especie", detalla el biólogo algecireño.
Además de la adelfa vemos monsteras o costillas de Adán, palmas de livistona, romero, la popular cala o flor de pato y "las alegres lantanas, también conocidas como banderita española (Lantana camara), una planta con cierta toxicidad de la que se nutre la oruga de la mariposa monarca, presente en diversas zonas verdes de Algeciras y que nos ofrecen la posibilidad de observar a este icónico lepidóptero".
Pichaco nos invita a observar los pinos de Alepo (Pinus halepensis) que se alzan alrededor de los baños públicos, cerrados durante nuestra visita: "Si miramos a sus copas, podemos encontrar un fenómeno conocido como “escoba de brujas”, producidas por un organismo denominado fitoplasma, que provoca un crecimiento desmedido de las hojas. En muchas ocasiones sirven de cobijo a otros animales, como ocurre con las ardillas voladoras y especies similares en el continente americano". Existen también en el lugar varios ejemplares de yucas finas, "la misma que nos recibía en la entrada del antiguo hotel "Las Yucas", en la avenida Agustín Bálsamo".
A mano izquierda del paseo, cerca de la entrada, se mantiene la escultura La ninfa de la vendimia, del algecireño José Román. La Asociación de Emprendedores del Patrimonio Algecireño (AEPA 2015) le planteó al alcalde de la ciudad, José Ignacio Landaluce, el traslado de ese relieve a otro lugar el pasado mes de marzo, en la misma reunión en la que se solicitaron otras decisiones descartadas luego por el gobierno local.
La ninfa descansa a la sombra de un acebuche, una especie que en el caso de nuestra ciudad llegaron a extenderse en densas manchas con toponimias conocidas como El Acebuchal y que actualmente podemos ver en su estado natural de camino a la Garganta de El Cobre. "Las varas de acebuche son patrimonio inmaterial, ya que son un lenguaje único entre los tratantes de res y que en Vejer de la Frontera tratan de conservar. De este olivo campío se consumían sus frutos o acebuchinas, de un color negruzco característico con una gran tradición etnobotánica", recuerda Pichaco.
Muy cerca, con un tronco totalmente tumbado, vemos un singular ejemplar de robinia o falsa acacia. Son un total de seis las especies de acacias o similares las que existen en el parque, muchas de ellas con un sentido esotérico o relacionadas con la masonería. Era costumbre de los niños y niñas que jugaban en ese parque tirar de las ramitas donde se insertaban las hojas, para llevarse un ramillete. En realidad, son hojas compuestas que se dividen en esas pequeñas hojitas o foliolos.
El alcornoque (Quercus Suber) también se muestra en el parque Smith. "El parque de las Acacias es sin duda un buen sitio para comprobar la textura de su corteza suberosa, y del aspecto de sus hojas, que tuvieron que adaptarse a duras penas a la aparición del clima mediterráneo hace varios millones de años y que sobrevino con escasez de precipitaciones en verano. El alcornocal algecireño, por su biodiversidad tan cercana al núcleo urbano, era muy valorado por los viajeros de la Algeciras romántica", comenta el biólogo.
En el camino se alzan destacables ejemplares de olmos siberianos (Ulmus pumila), que en su momento invadieron el recinto durante el siglo pasado. "Son capaces de crecer en grietas de alcantarillas, muros agrietados, este exótico árbol nos permite conocer de cerca las hojas de los olmos, desiguales en su base y sus aladas semillas, llamadas sámaras que son un diseño que nos recuerda la insoportable levedad del ser humano en la naturaleza", reflexiona nuestro valioso y experto acompañante.
Incluso pueden verse en el lugar algunos ejemplares de eucaliptos, "presentes en Algeciras desde hace poco más de un siglo y del que tenemos que destacar el ejemplar del Varadero del Saladillo, junto al escopetero de Getares, o el eucaliptal del antiguo cementerio". No cuenta con muchos amigos el eucalipto porque crea muchos problemas por la gran cantidad de agua que requiere y por su competencia desleal a otras especies. "Los eucaliptos fueron utilizados en su momento como árboles de alineación en muchos espacios del municipio. Aparecen, sin ir más lejos, en las imágenes del primer campo de golf creado en Algeciras", señala Pichaco.
La primera toma de nuestro paseo concluye ante el imponente y centenario drago (Dracaena draco). "Es uno de los elementos propios del jardín original", sostiene el biólogo algecireño. Oriundo de las Islas Canarias y de las Azores, se popularizó a finales del siglo XIX como árbol de distinción en las casas más pudientes, popularizándose a mediados del siglo XX en parques y jardines de toda Europa. El drago es una planta de porte arbóreo, y al igual que las palmeras no tiene un tronco verdadero –es una estructura llamada estípite-.
De crecimiento lento, los aborígenes canarios popularizaron el uso de su savia roja, conocida como sangre de dragón, para diferentes usos como los problemas bucodentales, las heridas o la sanación de las hernias de los niños de corta edad durante la noche de San Juan. "Este singular ejemplar centenario, por su vistosidad y su situación privilegiada en el parque, es uno de los elementos vegetales más interesantes que tenemos en Algeciras", comenta Pichaco, mientras rememoramos a continuación los visitantes insignes entre escritores, poetas, espías, políticos y otros ciudadanos que han podido disfrutar su vistosidad.
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