La normativa europea que obliga a los coches nuevos a llevar una caja negra en 2024
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Si existe un ámbito en el que el avance tecnológico se haya convertido en protagonista, este es, sin duda alguna, del sector de la movilidad. El avance tecnológico en este escenario no solo se centra en mejorar la eficiencia de los vehículos o en hacerlos más sostenibles y respetuosos con el planeta, sino también en todo lo que tiene que ver con la mejora de la seguridad vial.
La normativa europea que obliga a los coches nuevos a llevar una caja negra en 2024
Si existe un ámbito en el que el avance tecnológico se haya convertido en protagonista, este es, sin duda alguna, del sector de la movilidad. El avance tecnológico en este escenario no solo se centra en mejorar la eficiencia de los vehículos o en hacerlos más sostenibles y respetuosos con el planeta, sino también en todo lo que tiene que ver con la mejora de la seguridad vial.
Este es el motivo por el que recientemente se ha aprobado una normativa que marcará un antes y un después en la forma en que entendemos la seguridad y la gestión de los posibles accidentes en los que intervenga cualquier tipo de vehículo. A partir del 7 de julio de 2024, todos los coches de nueva matriculación estarán obligados a incorporar un sistema EDR (Registradores de Datos de Eventos), comúnmente conocido como caja negra, una medida que ya era obligatoria para los vehículos de nueva homologación desde el verano de 2022. Esta normativa tiene profundas implicaciones, no solo para fabricantes, sino también para los conductores que busquen contratar un seguro de coche. Te contamos todo lo que tienes que saber.
- Cajas negras en los vehículos
El sistema EDR es una tecnología que, aunque pueda recordarnos a las cajas negras utilizadas en la aviación, está especialmente diseñada para el entorno al que estamos haciendo referencia. Como se desprende de su propio nombre, su función principal es la de registrar datos vitales del vehículo en los momentos previos y posteriores a una colisión.
De este modo, se incluye información como la velocidad del coche, las revoluciones del motor, la intensidad de las frenadas y las trayectorias seguidas. Estos datos se recopilan cada 30 segundos y son cruciales para reconstruir los eventos que conducen a un accidente. A través de este método, podemos entender no solo cómo sucedió, sino también por qué y, lo mejor de todo, encontrar las responsabilidades pertinentes del accidente en cuestión.
- La seguridad vial
La introducción obligatoria de los sistemas EDR en los vehículos representa un cambio más que notable en la forma en que se abordan los accidentes de tráfico. Con datos objetivos y precisos sobre las circunstancias de cada incidente, la determinación de responsabilidades se simplifica, lo que a su vez puede agilizar los procesos de reclamación y compensación. Además, esta tecnología tiene el potencial de disuadir comportamientos de riesgo al volante, ya que los conductores son conscientes de que sus acciones quedan registradas. Esto podría traducirse en una reducción de la siniestralidad y, en última instancia, en una mejora de la seguridad vial. Sin duda, una buena noticia si tenemos en cuenta el sector al que estamos haciendo referencia. Caracterizado por la siniestralidad con la que cuenta.
- El sector de los seguros de coches
La incorporación de los sistemas EDR en los vehículos no solo afecta a la forma en que se gestionan los siniestros, sino que también tiene implicaciones de gran calibre para el sector de los seguros de coche. Con acceso a datos detallados y fiables sobre las circunstancias de cada accidente, las aseguradoras pueden realizar evaluaciones de riesgo más precisas. Esto podría conducir a una personalización más profunda de las pólizas de seguro, con primas ajustadas más justamente según el comportamiento real de conducción de cada asegurado, algo que podemos comparador en un comparador de seguros como por ejemplo Rastreator.
Además, la claridad y objetividad de los datos recopilados por los EDR pueden contribuir a reducir los fraudes en seguros, un problema persistente que afecta tanto a las compañías aseguradoras como a los clientes que no quieren tener relación alguna con malas prácticas.
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