La algecireña Mar Marchante o la poética de la exploración en 'Versos de ceniza'
Literatura
El libro recoge una compilación de poemas que viajan a los terrenos del amor y el desamor
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Algeciras/Resumir Versos de ceniza, el poemario que la algecireña Mar Marchante acaba de poner en manos de sus fieles lectores, no es tarea sencilla: libro coral, por el que transitan muchas voces diferentes; se trata de una compilación de poemas que viajan a los terrenos del amor y el desamor, "la resurrección vital como prueba de su fe metafísica", tal y como apunta Juan José Téllez en el prólogo.
Si hay algo complicado en poesía es decir algo que no sobre. Marchante lo consigue caminando como un explorador por una biografía plagada de arrebatos feministas, heridas de guerra, inviernos que calan los huesos, hospitales en los que la vida se muestra con su más rotunda fragilidad y besos y abrazos cuyas pormenorizadas descripciones harían resucitar a un muerto.
"Y entonces nos dimos cuenta de que / éramos felices y no lo sabíamos", cuenta en Tiempo muerto. Luego dice: "El mañana no existe en el reloj que tapamos" o "Lo malo no es que te fueras, / lo malo es que no vas a volver". Poetizar es hablar mediante imágenes ("Hoy amanecí contigo / en la distancia / de nuestras camas separadas"), pero también es comunicar estados del corazón mediante un código secreto que solo conocen los que han empezado a transitar por las estrofas de los clásicos: "quise ser silencio y solo pude ser / ruido" o "tu ausencia me rodea / como la cuerda a la garganta".
Lo mejor de Mar Marchante está por venir. Lo sabe el lector de este poemario y lo sabe la propia autora cuando, muy cerca de las últimas páginas anuncia que "la vida debe ser una canción / no una carrera suicida". De la ceniza de sus versos brote tal vez, a modo de Fénix mitológico, una creadora reinventada ("te veo feo y cansado / y un mes más viejo") que eche a volar por regiones aéreas quizá más transparentes y gozosas.
Mientras tanto, mientras llega ese amanecer anhelado, mientras logra dejar atrás "tu olor a tabaco impregnado en mis dedos", Mar Marchante desea que pronto todo sea recuerdo y alcanzar así una patria breve y propia hacia la que se dirige decidida como la mujer de rojo de su portada. Su mundo es, de momento, así: feliz, dañino y frágil a la vez; donde se dan la mano las certezas, los miedos, las derrotas, los recuerdos y esas cosas que, por más que se empeñe, nadie puede entender. Bienvenidos de nuevo al espectáculo íntimo del poeta en soledad.
Biografía de Mar Marchante
Nacida en Algeciras el 4 de octubre de 1976, es licenciada en Filología Hispánica. Compatibiliza su tarea docente como profesora de Lengua Castellana y Literatura para la Junta de Andalucía con sus clases como profesora de Comunicación Oral y Escrita en castellano para la UNED.
Articulista de Europa Sur, es miembro del Ateneo Literario José Román de Algeciras, del Instituto de Estudios Campogibraltareños (concretamente en la sección de Literatura y Periodismo), así como del Centro Andaluz de las Letras. Es autora de diversos poemarios premiados: Pasos atrás (primer premio de Poesía Lola Peche del Casino de Algeciras en 2008), Valerosa amazona (primer premio de Poesía del Instituto de la Mujer del Ayuntamiento de San Roque en 2011) y A la maternidad, bienvenida al pequeño rey David (accésit del premio de poesía del Instituto de la Mujer del Ayuntamiento de San Roque en 2012). Ha publicado asimismo el estudio Esencia del sur: Lola Peche (Diputación de Cádiz, 2014) y el poemario Metáforas de mar (El Boletín de Cádiz, 2013).
Escribe Juan José Téllez en el prólogo de Versos de ceniza que este no solo es un libro de poemas, sino "el cuaderno de bitácora de una mujer que supo ser Ícaro sin quemarse las alas". Versos intimistas para un viaje privado desde la desolación a la esperanza, un relato en primera persona de un país de emociones que pueden y deben ser compartidas. Mar Marchante ensaya en esta obra una confesión en voz alta, que atrapa el corazón como un susurro.
"La vida es eso que nos condena por lo que amamos", escribe Mar Marchante, entre una sucesión de fotogramas poéticos en donde cabe la ternura del hijo, el temblor de la ira, la deserción de esa traición personal que nos lleva a rendirnos.
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