Un libro póstumo de Antonio Bonet repasa su vida y glosa el arte de Pérez Villalta

La presentación se celebrará en la Real Academia de Bellas Artes, en Madrid, este próximo 29 de mayo

El libro, publicado por Cátedra, es una actualización de una primera edición reducida que se realizó en Cuenca

Guillermo Pérez Villalta, Antonio Bonet Correa y, en el centro, el editor Juan Carlos Valera.
Guillermo Pérez Villalta, Antonio Bonet Correa y, en el centro, el editor Juan Carlos Valera. / Colección familia Bonet

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, rendirá homenaje al historiador Antonio Bonet Correa el próximo jueves, 29 de mayo, con la presentación de un libro póstumo titulado Santo y seña de Guillermo Pérez Villalta. Bonet repasa en este libro su vida y glosa la expresión y trayectoria artísticas del pintor tarifeño. Juan Manuel Bonet, escritor y crítico, ha preparado esta actualización de la obra de su padre que publica ahora Ediciones Cátedra.

Bonet Correa, que ejerció como profesor de Historia del Arte en la Universidad de París y como catedrático en las de Murcia, Sevilla y Complutense de Madrid, ideó su libro tras visitar, siendo ya muy mayor, una exposición de Pérez Villalta en la galería madrileña Fernández-Braso. "Era una exposición en la que había muchísima arquitectura, muchísima plaza, bordes del mar, muelles, faros... Bueno, estaba entusiasmado, como levitando. El lado metafísico estaba muy acentuado: esos edificios imaginarios de Guillermo, esas torres...", recuerda Juan Manuel Bonet.

"Me gustaría escribir un libro -cuenta su hijo que dijo Antonio-. Él quería contar por qué le gustaba tanto la pintura de Pérez Villalta, y además quiso ponerla en relación con el mundo de los tratadistas de arte que a él le interesaba muchísimo. Vitruvio, por ejemplo, sobre todo Vitruvio -escritor, arquitecto y tratadista romano del siglo I antes de Cristo- , una especie de libro que vaya de Vitruvio a Pérez Villalta y de Pérez Villalta a Vitruvio, a los cinco libros de la arquitectura".

El padre de los Bonet conoció al artista tarifeño a través de su hijo Juan Manuel, en Sevilla. El sacerdote católico José María Javierre, también periodista y escritor, le había encargado al catedrático, a finales del régimen del dictador Francisco Franco, la dirección de un suplemento sobre arte en El Correo de Andalucía que se publicaba cada sábado. "Se tituló El Correo de las Artes, y los acólitos de mi padre éramos Quico Rivas, pintor y poeta, que luego perteneció al centro M-11, y yo. Juntos estábamos en el Equipo Múltiple. Una de las primeras críticas que saqué en ese suplemento fue sobre una exposición de Guillermo en la galería Amadís de Madrid. Luego expuso en el cineclub Vida, en la alameda de Hércules, y me entusiasmó", relata Juan Manuel Bonet.

La amistad fraguó después en la capital de España, con exposiciones en las galerías Buades y Vandrés. "Mi padre siempre tuvo debilidad por Guillermo, entre otras cosas porque compartían la pasión por la arquitectura". En la obra se describe el amor de Bonet por las vanguardias, inculcado por su madre -la escritora Asunción Correa Calderón- y un tío suyo que fue cercano a Jorge Luis Borges, a Solanas y a Ramón Gómez de la Serna; de su gusto por libros de ilustradores; de la coincidencia de él y Pérez Villalta en tener padres militares; y de galeristas como Juana de Aizpuru y artistas como Zóbel y Fernando Vijande.

Pérez Villalta con Juan Manuel Bonet y Juan Navarro Baldeweg, pintor, arquitecto y escultor, en Santillana del Mar
Pérez Villalta con Juan Manuel Bonet y Juan Navarro Baldeweg, pintor, arquitecto y escultor, en Santillana del Mar / Colección familia Bonet

Para el crítico e hijo de Bonet, que cuenta en su trayectoria con la dirección de museos como el Reina Sofía y el Instituto Valenciano de Arte Moderno, Guillermo Pérez Villalta "es un hombre del Estrecho, de la Costa del Sol, de toda la costa mediterránea y de todos los lugares donde hay arquitectura rara, que se relaciona también con el barroco andaluz".

En Santo y seña también se relacionan artistas afines al tarifeño: pintores metafísicos como Jesús de Perceval y los indalianos, y pintores mejicanos y franceses. Por supuesto también figura el arquitecto cubano Emilio Terry, que fue muy amigo de Salvador Dalí, descubierto a Pérez Villalta por Bonet. "A la primera edición muy reducida que hizo Juan Carlos Valera, en Cuenca, se le añaden otros treinta folios de más notas que encontré en un cuadernillo. Guillermo hace un prólogo que dictó a un crítico muy afín a él, Óscar Alonso Molina, que aparece como su transcriptor, y el epílogo es de una de las discípulas de mi padre a quien él admiraba mucho, que es la catedrática de Historia del Arte Estrella de Diego. A eso le añadimos fotografías y muchísima obra de Guillermo", reseña el hijo de Bonet.

La obra que se presentará en Madrid es un verdadero testamento estético y vital del padre de los Bonet. "Sí, sí, sí, absolutamente, creo que es un libro que tiene un lado muy autobiográfico, porque quieras que no, es que habla hasta de sus sesiones en el hospital, de sus insomnios, de sus sueños. Es un libro donde se ve a una persona que tiene casi 95 años, que está al final de su vida y que tiene la fuerza, y este libro le mantuvo como una especie de hilo con la vida".

Parte del libro, de hecho, se compuso durante los ingresos hospitalarios de Antonio Bonet. "Siempre llevaba su carpeta. Iba con estudios sobre Vitruvio, tomaba notas, leía, nos pedía que mi mujer y yo le lleváramos cosas, por ejemplo, sobre Emilio Terry. Mi padre mantuvo la actividad intelectual hasta el final, y murió con 95 años, hace ya diez", recuerda Juan Manuel.

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