La huerta y venta de Pelayo (II)
Historias de Algeciras
Muere Francisco Ros Sánchez y su querida esposa Rosa Moreno, sin hijos, tuvo que hacer frente sola a la trabajosa propiedad hasta que consiguió la ayuda de su cuñado, Juan Ros
Desgraciadamente, pocos años pudo disfrutar el algecireño de adopción y benalizo de nacimiento aquella propiedad denominada Huerto de Pelayo, comprada con el fruto del trabajo de años junto a su esposa. El 12 de enero de 1879, dejó de existir Francisco Ros Sánchez.
Si bien estaba domiciliado en su huerto, sito en la Argamasilla, la defunción se produjo muy cerca del Hospital Civil, concretamente en el número 6 de la calle de las Huertas (hoy, Emilia de Garmir), según figura en la Certificación de defunción expedida por el Juzgado Municipal en el día 21. “Don Rafael Oncala y Amaya Juez Suplente de esta Ciudad: Certifico: Que en el libro 12 Sección Defunciones del Registro Civil de mi cargo se encuentra la inscripción siguiente: Don Francisco Ros Sánchez. En la Ciudad de Algeciras, Provincia de Cádiz á las 9 del día 13 de Enero de 1879 ante el Sr. Don Rafael Oncala y Amaya, Juez Municipal y Don Trinidad Díaz y Ramírez, Secretario compareció Don Diego del Río Casas, natural de Gaucín, Provincia de Málaga, mayor de edad, estado civil casado, ocupación taponero, domiciliado en Plaza del Coral nº 8 […], manifestó en calidad de testigo que Don Francisco Ros Sánchez, natural de esta Ciudad de 50 años, ocupación labrador y domiciliado en la Argamasilla falleció á las 10’30 h de la noche del día de ayer en la calle de Las Huertas nº 6 á consecuencia de Laringitis, según certificación facultativa que se acompaña al parte y manifestación presentada por el declarante […] a fin de obtener la Providencia de Enterramiento”.
Continúa expresando el citado documento consultado: “En vista de esta manifestación [….] Además de lo expuesto por el declarante y en virtud de las noticias que se han podido adquirir en las circunstancias siguientes. Que el referido finado estaba casado en el acto del matrimonio con Doña Rosa Moreno, natural del propio punto, no dejando este matrimonio hijos […] que era hijo natural de Simón Ros Yera, natural de Benadalid, Provincia de Málaga, de ocupación labrador, y de Doña Gerónima Sánchez Yera, natural de dicho Benadalid, provincia de Málaga difuntos. […], y que á su cadáver habrá de dársele sepultura en el Cementerio de esta Ciudad. Fueron testigos presénciales Francisco Ardaya Moreno y Domingo López Pérez de este domicilio […], leída esta acta por el Juez, se estampó en ella el sello del Juzgado Municipal y lo firmaron el Señor Juez declarante y un testigo, por no saber el otro y de todo ello como Secretario Judicial certifico. Rafael Oncala. Diego del Río. Domingo López. Trinidad Díaz. En Algeciras á 21 de Enero de 1879”.
Tras la muerte de este trabajador y noble benalizo afincado en nuestra ciudad, su esposa, que contaba con 45 años, al carecer de hijos tuvo que hacer frente sola a la trabajosa propiedad que habían adquirido en subasta siete años antes. Pero aún los trámites administrativos generados con la muerte de su marido no habían finalizado para la apenada viuda, cuando días más tarde de la fecha de la certificación de defunción reseñada, se procedió a la apertura de las últimas voluntades –concretamente el 21 del mismo mes de su óbito–, que el finado había dejado señalando en él como albacea y heredera universal a su querida esposa Rosa, recogiéndose entre otras: “Soy hermano de la cofradía de Jesús y Soledad (coincidente la segunda con la venerable imagen de la Virgen de su pueblo natal, y de la cual posiblemente y dada la coincidencia sería en su juventud hermano cofrade)”.
El esfuerzo y el trabajo que afrontó aquel matrimonio domiciliado en la Argamasilla posibilitaron el llamado punto 4º de aquellas últimas voluntades: “El caudal consiste en un huerto que nombran de Pelayo, algunas reses vacunas y caballares y una poca de labor todo en el término de esta Ciudad”.
Rosa, en los años siguientes, afrontaría sin Francisco la administración de las propiedades del matrimonio. Dentro de la desgracia y para fortuna de Rosa, dada la buena marcha de la finca, se vio acompañada de quien fuera su cuñado y hermano de su esposo el también benalizo Juan Ros Sánchez.
Con el comienzo del siglo XX, nuevos vecinos se asientan en la Argamasilla no lejos del huerto que daría nombre a la zona. Uno de estos vecinos vendría a otorgar una de sus señas de identidad a Pelayo, su pan. El 16 de agosto de 1901 y en sesión plenaria se recogió: “Se autoriza á Sebastián Morales vecino de la Argamasilla, para que á la espalda que tiene en dicha dehesa pueda construir un horno de cocer el pan”.
Desde finales del anterior siglo, el citado panadero se encontraba establecido en la zona, según se desprende de la sesión plenaria fechada en 1898, en la que se procedió a: “Enviar a la Comisión de policía rural, la instancia de Sebastián Morales, para la regularización de la choza que tiene a espalda de Pelayo”. Si en principio se desestimó la petición, según se desprende del acta plenaria de 1900: “Se acordó que se obligue a Sebastián Morales para que haga desaparecer la obra que ha construido en terrenos de la Argamasilla, sin autorización del Ayuntamiento”. Un año después –como se ha indicado– Morales regularizó su situación dando con ello inicio a la actividad de la elaboración del tradicional pan de Pelayo.
De regreso a las vicisitudes de la propietaria del Huerto de Pelayo, comentar que quince años después –cuando Rosa contaba con la edad de 60 años–, decide despojar a su terreno de una parte importante de él y venderla a un importante hombre de negocios de Algeciras. Para entonces, aquella algecireña casada con el benalizo, había levantado sobre el terreno: “Casa habitable de mampostería y tejas con unas chozas para el servicio de cocina, cuadra, anden y pajar”.
También y tras la muerte de Francisco, su viuda había ampliado la superficie de la propiedad hasta alcanzar la cercana Dehesa de Las Abiertas, dejando por tanto el camino real hacia Tarifa como paso por su propiedad. Convirtiendo lo que fue un terreno más de la Dehesa de la Argamasilla en una magnífica finca.
Un importante vecino de Algeciras se había fijado en la finca de Rosa. Su nombre, Carlos Plá Furest. Hombre de negocios muy vinculado al mundo del corcho y que –aún soltero–, decidió comprar un importante pedazo de terreno de aquella propiedad incluyendo: “El manantial –del Mimbre- de aguas que en el mismo existe”. Describiéndose documentalmente el acto del siguiente modo: “Un pedazo de terreno que nombran de ‘Pelayo’ situado en la Dehesa de la Argamasilla de este término de Algeciras; linda por el Norte y Poniente con el baldo de Zazas (o del Tartamudo); Sur con la carretera que conduce á Tarifa y Levante con el Arroyo del Mimbre. Mide 81 m por su lado Norte; 120 m por su lado Sur 40 m por el lado Este y 66 m por el Oeste, que hace una superficie de 307 m2, y el nacimiento o manantial de aguas que existe en el referido huerto y Arroyo del Mimbre, con 3 m de tierras alrededor de dicho manantial el cual se halla separado del pedazo de terreno unos 40 m aproximadamente. Doña Rosa Moreno Durán, se obliga á darle paso al comprador (creando una servidumbre de paso), desde el pedazo de terreno vendido al nacimiento de aguas para que pueda servirse de él. La venta se hace al precio de 1.750 pesetas. En Algeciras á 27 de Septiembre de 1902”.
Para Carlos Plá aquella compra significaba la tercera huerta que pasaba a su propiedad. La primera la compartía con su también industrial primo Juan Furest, estando esta última situada en la calle Alameda, junto al río de la Miel y la popular Capilla del Cristo. Siendo una propiedad de Estado, fue adquirida mediante subasta. La segunda –también compartida con su primo Juan Furest–, se llamaba Huerta de Varela sita junto a la calle Tarifa, esquina plaza de la Caridad.
Hombre de negocios, Carlos Plá también formó parte de la Sociedad Compañía Anónima Alumbrado Eléctrico de Algeciras, donde ejerció como secretario de la misma, siendo presidente Emilio Santacana y Mensayas. Al mismo tiempo que estos cambios se producían en la heredad de la Argamasilla, nuevos vecinos se van asentando en la zona, según se desprende del punto recogido en la sesión plenaria celebrada en el consistorio local: “Que pase a la Comisión de policía rural, la instancia de Blas Espinosa que solicita construir una casa a espaldas de Pelayo”.
Mientras estos acontecimientos se desarrollan en la zona y Huerto de Pelayo, administrado este por su propietaria Rosa Durán –viuda de Francisco Ros–, junto a la citada propiedad y con permiso municipal –desde la última década del pasado siglo (1895)– otra viuda de nombre Juana Vinarez Sáez, de 50 años, había edificado una vivienda de mampostería y tejas que se había popularizado bajo la denominación de El Ventorillo de Pelayo, compuesta de: “Comedor, alcoba, cocina, un cuartito, cuadra y horno, con una superficie aproximada de 20 m2; y teniendo su frente a la carretera Algeciras-Tarifa. Lindando por derecha, izquierda y espalda con terrenos baldíos de la Dehesa de la Argamasilla”.
La concesión del terreno por parte del Excmo. Ayuntamiento de Algeciras a la citada viuda, se había realizado bajo la condición de que procediera a la edificación descrita. Al no poseer título de propiedad, procedió a solicitar la apertura de expediente posesorio en el Juzgado de Algeciras, según los datos judiciales consultados: “El cual fué aprobado por el Juez de Primera Instancia de este Partido 6 de Agosto del corriente […] del que se tomó anotación por el defecto subsanable de no tener la interesada amillarada la finca á su nombre y sin perjuicios á terceros que pudieran tener mejor derecho á la propiedad del edificio pués el terreno se lo reservó este Ayuntamiento, según el referido expediente posesorio, quedando la propiedad inscrita á nombre de dicha señora el 14 de agosto de 1902”.
Cabe preguntar si el ventorrillo propiedad de Juana Vinarez fue el primero que existió en la Argamasilla. La respuesta es no. El 15 de julio de 1708: “ Los caballeros don Diego Moriano y don Juan de Mesa, dan cuenta a la Ciudad (San Roque), que habiendo ejecutado la orden en sus dehesas Algarrobo y Argamasilla por noticias de que se estaban talando sus árboles, pasaron a conocer los excesos […], y se hallaron más de 100 árboles frutales (alcornoques) cortados por el pié en la dehesa de la Argamasilla […] y en el sitio de la ventilla hallaron una pila de carbón...”.
Aquel lugar estratégico junto al camino real entre Tarifa y Algeciras, al parecer y desde tiempo inmemorial, había contado con un pequeño establecimiento donde el viajero o caminante pudiera hacer un alto en su ruta. El termino Pelayo, sería tomado de la huerta de la familia Ros; es decir –para determinar su ubicación–, “el ventorrillo junto a la huerta de Pelayo”, pasando con el tiempo a ser: el Ventorrillo de Pelayo. Igual caso parecido se establecería con el ventorillo situado junto a la Trocha o ventorrillo de la Trocha.
Continuará.
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