Historias de Algeciras

Un voluntario algecireño (II)

  • El notificador municipal hizo entrega en el domicilio de José Ucea el tan esperado aviso de incorporación a filas a las desérticas tierras del Rif

La Plaza de la Constitución y su obelisco como referencia de la moral algecireña.

La Plaza de la Constitución y su obelisco como referencia de la moral algecireña.

Y así, patrióticamente expectante, aguardaba José desde su domicilio cercano a la estación del tren, junto a su grupo de jóvenes amigos y a espaldas del río de la Miel, la administrativa resolución. Esta vecindad era compartida, entre otros, con la fábrica de harinas Conde y Bandrés Hnos, firma que aquel año del Desastre, se encontraba de particular luto al fallecer la esposa de Antonio Bandrés. La citada señora, una vez embalsamada, fue trasladada a la localidad de Pizarra, donde recibió cristiana sepultura. Otro distinguido vecino de aquella calle considerada "extramuros" era el prestigioso veterinario García Palomo, quién desde su consulta abierta en el número 1 de la citada vía, ofrecía la “vacunación preventiva y curativa contra la temible rabia”.

Y como todo llega en esta vida, el notificador municipal hizo entrega en el domicilio de José del tan esperado aviso de incorporación a filas, siendo el arma de Artillería donde prestaría sus servicios a la patria. Y así, mientras José esperaba ansioso la llegada del día de su marcha para ponerse bajo la advocación de Santa Bárbara en su particular cruzada contra los enemigos de España, en Algeciras no cesaban de producirse los gestos patrióticos de todo tipo, incluidos los literarios, como así recogen los siguientes versos: "A los soldados heridos de África. Clarín de guerra me llama/ dejo a mis padres y a ti/ que no hay deberes ni amores/ ante la Patria servir. El soldado valeroso/ apuesto y galanteador/ es tan recio en la pelea/ como blando en el amor. A luchar voy con el moro/ a Dios y a la Patria honrando/ que si la Patria me olvida/ sé que Dios no ha de olvidarlo. Toda España esta sufriendo/ con el soldado que sufre/ su pobreza socorriendo. Madre del soldado herido/ otras tus penas comparten/ que en cada madre española/ tiene el soldado una madre. Una moneda por Dios/ para el herido soldado/ que su sangre derramó. El que a la guerra no va/ abre su bolsa al soldado/ que defendiéndola está".

Y el día llegó. El joven soldado vecino del Camino de la Estación dijo adiós a su madre y hermanos, y emprendió veloz marcha para encontrarse con su destino en las desérticas tierras del Rif. Y junto a sus también voluntariosos compañeros, se enfundaría el uniforme adornado con las insignias de la Artillería española. En definitiva cumplió su sueño y José cogió su fusil. Meses más tarde, como premio a su entrega y sacrificio, consiguió el galón de cabo, granjeándose la confianza de sus superiores y soldados.

Apenas días más tarde de los graves sucesos de Annual (1921), y remitido al Coronel Jefe del Estado Mayor Jordana, el Comandante de la batería de la posición de Buhafora, teniente de Artillería Reig, envió un detallado informe del que fríamente sobresalía la dura frase: “De su batería murieron todos”. El citado informe de Reig que incluía la tajante frase, anunciando el más que posible fallecimiento y fin del sueño del algecireño avecindado en las cercanías de la popular y moderna estación del ferrocarril Algeciras-Bobadilla, constituía además, una crónica de aquella tragedia militar.

Si José buscaba la aventura y la defensa de la patria, como así fue, a tenor de lo expresado por su oficial al mando, más bien le aguardaba en las rifeñas tierras -como al resto de soldados que fueron testigos de aquella catástrofe-, las más crueles de las pesadillas de la guerra. Dice Reig en su exhaustivo informe: "La posición estaba guarnecida por una compañía del Regimiento de San Fernando al mando del Capitán Lacy, Teniente Rodeiro y Quero y Alférez Antón; una Mia de Policía con el Capitán Capablanca y Teniente Souza, Maldonado y Villegas (destacado en Beni-Meyan). Una batería de 4 piezas Krupp de 7'5 al mando del Teniente Reig, un sargento y un soldado de Infantería y un cabo y un soldado de Ingeniero".

Mientras el oficial responsable del puesto en el que el cabo Ucea hacía realidad su patriótica defensa sigue en su preámbulo ofreciendo detalles de la posición que ocupaban, en nuestra ciudad, informada la población de los graves hechos que desde días atrás se estaban produciendo en torno a Melilla, una absurda controversia ocupa y preocupa a un determinado sector de la población algecireña: “Serenamente sin pasión; con la mirada puesta tan solo en remediar el daño que a Algeciras pueda causar el nuevo deporte de creerse Cristos, de inventarse enemigos de forjarse adversarios […] Parece natural que la Junta organizadora de corridas de toros de la pasada Feria, ausente de las miserias de la política y de las banderas, sin lloriqueos ridículos y razón de fracaso señálese a las Juntas futuras, que hacer en las venideras corridas […], Asegura la Junta en su Memoria, que, el Ayuntamiento le negó su concurso […] Política de Campanario […] Otro de los apasionados injustos palos de dicha Memoria vá contra el Casino de Algeciras por haber negado su concurso también”.

Dejando atrás la autodenominada “política de campanario algecireña”, prosigamos con la descripción de los hechos acontecidos en la batería donde luchaba valiente y voluntariamente el vecino de Algeciras, domiciliado en la Avda. Agustín Bálsamo, hijo de señá Rafaela; expresando el sobreviviente oficial: "Que desde hacia bastante tiempo se tenía en la posición confidencias de los ataques que posteriormente sufrieron nuestras tropas […] y afirmaban rotundamente la caída sucesiva de Annual, Sidi Dris, Igueriben y Buhafora. Según los mismos indígenas emplearían en esta conquista 10 días y que 5 días después de la presente Pascua estarían en Melilla. Durante los días 20 y 21, se dedicó la tropa -incluido el algecireño soldado-, a mejorar la posición y su estado de defensa. Una harca de unos 60 hombres sin recatarse practicaban instrucción no lejos de la batería […], de repente fueron lanzadas unas cuantas granadas sobre la batería". La batalla había comenzado.

Extracto del informe de Reig que recoge la muerte del soldado algecireño José Ucea Cerdán. Extracto del informe de Reig que recoge la muerte del soldado algecireño José Ucea Cerdán.

Extracto del informe de Reig que recoge la muerte del soldado algecireño José Ucea Cerdán.

Mientras el cabo Ucea junto a sus compañeros repelían el ataque rifeño, en nuestra ciudad, en aquel caluroso mes de agosto, pasaban entre otras, lo siguiente: “En la sesión celebrada por el Excmo. Ayuntamiento de Algeciras […] fueron nombradas las siguientes comisiones: Hacienda, don Alonso Benítez Morilla; Policía Urbana y Obras, don Juan Fillol Palop; Instrucción Pública, don Manuel García Bazo; Beneficencia, don Manuel Roca Gutiérrez; Abastos, don Alonso Benítez Morilla; Funciones Religiosas, don José Valdés Otero; Fiestas, don Juan González Olmedo; Consumos, don Francisco González Arroyo; Cementerios, José Rodríguez García; Fuentes y Paseos, don Juan Forgas Estraban; Policía Rural, don Francisco Medina Sánchez y Gobierno Interior, don José María Sánchez Aragón”. Asegurada la organización municipal, y dentro de la preocupación y tragedia de la guerra, una buena noticia de carácter económico llega hasta nuestra ciudad: “Por R.O. de Fomento de 27 de Julio último, se dispone que el suministro de harinas a nuestras posesiones de África se habrá de hacer exclusivamente por los puertos de Málaga y Algeciras”.

Y mientras la economía local se alegra de la disposición del citado ministerio, los soldados a cargo de los 4 cañones Krapp de 7'5 reciben la orden de disparar; prosiguiendo el relato del teniente Reig: "Las primeras noticias de la caída de Annual las recibieron de dos policías […] afirmaban la caída de dicha posición y de las inmediatas. El enemigo estaba en camino". Prosigue el oficial: "Pidieron refuerzos, se les dijo que esperasen una columna de 3.000 hombres […] vieron arder las posiciones de Yebel-Udia y Ben-Tieb […] y empezaron a ver los primeros fugitivos de Annual […] A las diez de la noche empezó a ser atacada la posición. Al empezar el ataque la Harka amiga desapareció sumándose a los contingentes enemigos. A las 4'15 h de la madrugada, se recibió la orden de retirarse hacia Cheif inutilizando el material y llevándose las espoletas. Estaban materialmente cercados […] Como tenían en la posición agua, víveres y municiones decidieron quedarse; conociendo desde luego que lo único que así conseguían era alargar la vida 4 ó 5 días más".

Y mientras el soldado Ucea vivía aquellos terribles hechos junto al resto de sus compañeros y oficiales, en Algeciras otra grata noticia llega desde instancias oficiales: “Por R. D. de Fomento de fecha 25 de Junio, se convoca a concurso público para contratar, ente otros, los servicios de correo diario entre Algeciras-Ceuta y Algeciras-Tánger”. También y dentro del contexto del desarrollo de la economía local, se hace público lo siguiente: “Por virtud de importantes operaciones realizadas desde su reciente creación, la Agencia del Banco Español de Crédito establecida en Algeciras, como recompensa a los trabajos realizados por su celoso personal, ha sido aumentada la categoría de tal Agencia y elevados considerablemente los haberes de los agentes empleados en la misma”. La primera plantilla del citado banco en nuestra ciudad, estuvo compuesta por: “Director, Luis Méndez; cajero, José Valencia; interventor, Antonio Martínez; apoderados, Moreno y Criado; jefes de negociados y auxiliares, José García Gisbert, Francisco Morales y Joaquín Jaén”. Y siguiendo con las buenas noticias para Algeciras: “La razón social Conte Hermanos abre una magnifica fábrica de hielo”.

Lejos de la alegría local por el propio desarrollo de la ciudad que le vio nacer, el cabo Ucea Cerdán se enfrenta, junto a sus compañeros, a su destino; según recoge en su informe el oficial al mando: "Mandé volver el cañón para que hiciera frente a la posición interior tomada por el enemigo -expresa Reig-, los soldados -entre los que se encontraba José-, llegaron a desarmar los cierres de dos piezas, no pudiendo continuar por el fuego que recibían, de forma que dejaron dos piezas útiles y un armón con 127 granadas cuyas espoletas estaban graduadas en cero. La posición se abandonó a las 5'15 h de aquella madrugada […] a la salida de la posición había un café que hubo de ser tomado a bayoneta y de la misma manera se lanzaron los soldados sobre los rifeños que le impedían en gran número el paso. Fueron muriendo el Teniente Rodeiro, el Teniente Quero y el Alférez Antón".

Y mientras el hijo de señá Rafaela, a bayoneta calada, se abría paso entre los atacantes, luchando por su vida y por la gloria que le impulsó a presentarse voluntario ante el veterano suboficial encargado del negociado de Quintas, en nuestra ciudad se anuncia "una estupenda novillada para el 15 de Agosto en la que intervendrán los afamados novilleros Valencia, Uriarte y Águila. Despacharán 4 buenos novillos de Salas, hoy Hermanos Gallardo”. En otro orden de asuntos, pero dentro de la actualidad local, esta se caracteriza por la presencia de un anónimo que al hacerse público, provoca la siguiente crítica: “Ya no es la ruín delación de la clásica jarampera (matutera), desdeñada por la matrona de turno (agente femenino), ni la frecanchina que provoca los celos del enamorado despechado, o la venganza de la damisela cuyo galán la ha abandonado por otra damisela...Si no los grandes señores que afirman: Cuando en la Plaza de la Constitución se haga la anunciada reforma y desaparezca el vetusto obelisco debe procurarnos una escultura que recuerde a las futuras generaciones esta viciosa manía de la actual. De palpitante en la vida algecireña arma cobarde y rastrera que se llama anónimo”.

Siguiendo con el tremendo informe que Reig envió a Jordana, en el siguiente párrafo aclara y certifica la terrible noticia que jamás debió llegar al número 9 de la calle Agustín Bálsamo... "De su batería murieron todos". El sargento Calderón, que iba herido y acosado por un grupo de moros cuando por última vez lo vio; los tres cabos: Méndez, Ucea y otro, y los soldados, acordándose sólo de los siguientes nombres: Boigues, Obrador, Marín, Sirviente, Hellín, Espinosa y Rubio. De poco sirvieron los rezos y promesas expresadas por señá Rafaela -como así lo harían la mayoría de las madres algecireñas- para que José volviera sano y salvo. Desgraciadamente se cumplen los tristes versos recogidos anteriormente: "Madre del soldado herido/ otras tus penas comparten/ que en cada madre española/ tiene el soldado una madre".

(Continuará)

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