Historia de Algeciras

Criadores algecireños, pobres presos y monumento liberal

  • Los ayuntamientos de Algeciras y Los Barrios litigan sobre la pertenencia de la jurisdicción sobre la Dehesa de Ojén

  • Los criadores y vendedores de carnes algecireños se quejan de la "insoportable exacción que se les hace de los despojos de reses menores y mayores”

Los liberales temían un desembarco enemigo en la Bahía

Los liberales temían un desembarco enemigo en la Bahía

Afinidades ideológicas aparte, el jefe del Partido algecireño ha de arbitrar entre los ayuntamientos afectados, remitiendo a petición de la Comisión de Justicia: “Cuatro oficios que han motivado los Ayuntamientos de Algeciras y Los Barrios sobre la pertenencia de la jurisdicción sobre la Dehesa de Ojén”. Quedando la controversia pendiente de resolución. En otro orden de asuntos, también relacionado con otro ayuntamiento del Partido, el citado subjefe liberal manifestó haber recibido: “Recibo de una letra de 3.471 rv á favor de los expósitos de San Roque; y haber cobrado 2.000 rv por cuenta de ella”.

El liberalismo tiene en gran consideración la protección de la infancia; algunos de sus miembros más destacados recuperarían en sus discursos la figura del itálico emperador Trajano y su Institutio Alimentaria, en defensa de los niños pobres víctimas de la guerra y del hambre, conceptos muy presentes, desgraciadamente, en la sociedad española de modo secular.

En materia sanitaria, se hace llegar al despacho del jefe subalterno del Partido de Algeciras un importante documento: “Reglamento sanitario pedido por las Cortes al Gobierno, y por este proyecto a las Delegaciones de Cádiz y Sevilla, según R.O. Ministerio de la Gobernación con fecha 15 de Septiembre [...] propone ideas que conceptúan más aceptables para dicho reglamento de Sanidad [...] se acuerda conformidad con proyecto presentado por Francisco Javier Ysturiz, pase al Gefe Político general, a fin de remitirlo y que se pueda cumplir el decreto de las Cortes”. En aquellos difíciles momentos económicos los ayuntamientos de la comarca abordaban sus necesidades sanitarias con los exiguos presupuestos de sus respectivos y pobres consejos o cabildos.

Por aquellos días, el liberal Ayuntamiento algecireño, ha de atender las siguientes consideraciones: “Instancia de los criadores y vendedores de carnes de esta ciudad de Algeciras, quejándose de la insoportable exacción que se les hace de los despojos de reses menores y mayores”. También el órgano judicial local, expresó su queja ante el consistorio de la calle Ancha: “Juez de primeras instancias del partido de Algeciras manifestando el desorden que ha encontrado al hacerse cargo del Juzgado, no haber tenido contestación a la representación que hizo manifestando hallarse sin recursos para mantener á los presos y pidiendo se le haga entender a los Ayuntamientos del Partido satisfagan las cuotas que les corresponden para atender á los gastos que cita”.

Difícil situación para las siempre vacías arcas municipales. Sorprendentemente y por aquellos días de escasos recursos, se envía desde el consistorio algecireño el siguiente oficio: “Oficio del Ayuntamiento de Algeciras por el que ha remitido al Depositario de la provincia la cantidad de 7.000 rv señalados para dicha institución”. Más de un vecino se preguntaría: ¿cómo? ¿de dónde?.

Y mientras el generoso -con los liberales provinciales- consistorio local, sigue dando entrada a las quejas desde diferentes ámbitos y enviando importantes sumas a la capital de la provincia, un vecino de nuestra ciudad se dirige al jefe subalterno del Distrito, en los siguientes términos: “Manuel Ruíz, vecino de Algeciras pide se le confiera una plaza de procurador de este Juzgado [...] se remite a instancias superiores para que decida”. Y mientras el aspirante a procurador espera respuesta, la cotidianidad local prosigue: “Juan Paulete, ha tenido negociaciones de cerdos con Benito Oliba y Francisco Gutiérrez, vecinos de Algeciras, a compañía o conclusión ha hecho cargo de entregar 34 reses de otras especies al precio total de 18.364 rv que deberá satisfacer en monedas de oro o plata a Benito Oliba con quién así lo han convenido [...] valor de las expresadas reses de cerdos que ya, expresa, están en su poder”. A buen seguro que, entre los firmantes de la queja ante el municipio sobre la insoportable exacción por despojos, se encontrarían los reseñados criadores locales.

De vueltas a la desesperada situación de los presos en nuestra ciudad, el Juzgado de Primera Instancia vuelve a reclamar ayuda pero esta vez de otras instituciones: “Oficio del Juez de primera instancia de Algeciras [...], manifestando mal estado de la cárcel y pidiendo que se excite el celo del Comandante general del Campo para la entrega del edificio que ha reclamado á fin de trasladar á él los presos de menor gravedad”. El asunto, dada la urgencia, fue trasladado a las altas instancias liberales de Justicia; quienes, a través del representante en el Partido, respondieron: “Se acuerda devolver dicho oficio al Gefe Superior Político [...], estimando justa y necesaria la solicitud del Juez de Algeciras, y que por lo tanto será conveniente que Su Señoría estime se sirva disponer lo crea más a propósito para que pueda tener efecto la entrega al Ayuntamiento de Algeciras del edificio que se pretende”. Siguiendo con las necesidades de carácter judicial, en aquella constitucionalista Algeciras, haciéndose eco de las peticiones del susodicho juez, el jefe del Partido envía oficio a la capital de la provincia, expresando: “La necesidad de que el Gobierno nombre para esta ciudad un Juez de primera instancia [...] estimándose justa y necesaria tal solicitud que hace el Gefe Subalterno de Algeciras y que en consecuencia se sirve hacerlo presente al Gobierno”.

El tema más controvertido, y que afecta a todos lo municipios, es el concerniente al reparto de tierras, cuyo proceso a través del responsable político prosigue intentándose por parte de las altas instancias aclarar determinados conceptos, por ejemplo y según oficio recibido: “Demarcación del límite por el cual claramente se distinguen los propietarios de los no propietarios, ó lo que es lo mismo: los que tienen suertes de tierras o los que no la tienen. Así pues habiendo señalado los Ayuntamientos las cabidas de las que se han de repartir, deberán admitir memoriales de todos los vecinos cuyas tierras no lleguen al valor de las suertes asignadas; debiendo conservar los interesados las primeras, sin perjuicio de las suertes que en el supuesto les pueda pertenecer; más esto deberá entenderse siempre que en el último reparto no tenga el vecino la cualidad de interino, en cuyo caso deberá hacerse inclusión de las tierras perteneciendo a Público en el reparto general.= En cuanto a los militares, deberá el Ayuntamiento ceñirse a lo prevenido al artículo 12 del decreto de 4 de Enero de 1813, sin excluir de ninguna manera á los que allí no se excluyen, así que cuando llegue el caso prevenido nada haya que enmendar. Vecino: son todos los que las leyes reconocen por tales. Y como los españoles son libres de elegir su domicilio, ningún Ayuntamiento puede negar el vecindario á cualquier español que lo pida, el cual entra desde luego en todos los goces de vecindad sin que se le prive de otra cosa más que lo que expresamente determinan las leyes”.

Mientras las distintas administraciones prosiguen con el farragoso proceso para el tan esperado reparto de tierras, los vecinos de nuestra ciudad señalados como “industriales porcinos”, prosiguen con sus negocios: “Pedro Gómez de esta vecindad, en resulta de una compra de reses de cerda que hizo a Benito Oliba, también de esta vecindad, por el importe de 6.792 rv de los que ha satisfecho 3.000 queda en deber los 1.790 rv que han convenido para el día último de Julio, debiendo entregarle toda las semanas lo que produjere la venta [...] nombrando como fiador a Juan de Riva, también de esta vecindad”.

Por aquellos días en los que el importante propietario de cerdos local, de nombre Benito Oliba, continúa con sus negocios de compra y venta de este tipo de ganado, el jefe subalterno del Distrito elabora toda una serie de oficios que serán remitidos a las altas instancia liberales para su resolución, destacado entre estos: “Pago de sueldos al Juez de primera Instancia [...] Reglamento del ramo de propios de la ciudad de Algeciras [...] necesidad de establecer en Algeciras las Comisarías de barrio [...] oficio de Ayuntamiento de Los Barrios solicitando crédito público para satisfacer la mitad de los gastos ocasionados por deslinde de tierras [...] cuentas que remite Gabriel Moreno Delgado, depositario de fondos de montes de la Ciudad de Tarifa [...] y oficio del Ayuntamiento de San Roque solicitando a crédito público abono de la mitad para el deslinde de tierras”.

En otro orden de asuntos y con un carácter más general, se discute en las liberales Cortes españolas un tema de seguridad nacional en el que tendrá su protagonismo el Partido algecireño, según se recogió en acta: “Discusión sobre división militar del territorio [...] el señor Rovira dijo: que por la parte opuesta de Cádiz, esto es hacia Gibraltar, se encontraban una porción de plazas que era preciso defender [...] y que aún en el Estrecho de Gibraltar mismo, había parajes donde sería muy fácil un desembarco, así como en la Bahía de Algeciras”.

De vuelta al contexto sanitario del Distrito algecireño, el jefe del mismo recibió mediante oficio, las quejas de un galeno contratado por varios ayuntamientos del Partido: “Francisco Echebarne. Médico. Solicita pago de cantidad de reales dice le adeudan los propios [...] se remite a los Ayuntamientos deudores ser incuestionable en tanto obligan los contratos en cuanto haya libertad y facultades [...] para darle 100 ducados anuales por aumento de los emolumentos de los médicos”. Y mientras el citado galeno une a su queja la esperanza de cobro, en otro ámbito de temas, como son las vías de comunicación entre los pueblos de la redolada campogibraltareña, se remite a las altas instancias liberales el siguiente expediente: “Proyecto de obras [...] por el Gefe Político subalterno y por el Ayuntamiento de Algeciras, sobre la instancia de Dn Luís Antonio Monteiro que solicita permiso para construir dos puentes, sobre los ríos Palmones y Guadarranque”.

A la espera de la resolución de tan importante proyecto, el síndico del consistorio algecireño Pedro González remite escrito al jefe del Distrito solicitando: “Ser asociado al Gefe Político subalterno de este Partido para el escrutinio que se ha mandado hacer del batallón de milicia nacional, como también que el número de milicianos de cada compañía sea el mayor posible”. La pretensión de Pedro González sería rechazada por la primera autoridad liberal comarcana, argumentando: “Que el conocimiento que el Síndico solicitante puede tener de esta materia, no debe de ser más que como individuo del Cuerpo”. Es decir, es claramente rechazada la citada pretensión de igualarse en el cargo con el Jefe del Partido, y ante la Milicia Nacional. Añadiendo la resolución a la pretendida solicitud: “Ha de entender que haga sus gestiones en el Ayuntamiento y para que solo, en el caso de que aquella Corporación desatienda los intereses públicos -como vigilante y garante de los mismos-, pueda denunciar con documentos que acrediten quejas y exposiciones”.

También por aquellos días de pretendidos protagonismos por parte de los altos cargos, y ante el Ayuntamiento algecireño -como también para el resto de los del Partido- llegó oficio desde la capital, anunciando:“Que por decreto de las Cortes [...] y comunicado por el Ministerio de la Gobernación y trasladado al Gefe Superior Político [...] aprobando la construcción del monumento propuesto por el Ayuntamiento de Cádiz, en la parte exterior de la Iglesia de Sn Felipe Neri, para perpetuar la memoria de haberse sancionado en este edificio la Constitución Política de la Monarquía, previniendo las Cortes que consultado el diseño con la Academia de Bellas artes de esta Ciudad, se lleve á cabo empresa que tanto honra á los que la han promovido, y á los Alcaldes se ofrezcan a costearla”. Y mientras los pueblos de la provincia siguen faltos de obras y servicios, los liberales administradores capitalinos, muestran gran preocupación por perpetuar la memoria de un sistema pendiente aún de abordar las necesidades más básicas de sus administrados. Los atávicos y culturales vicios, ya sean absolutistas o liberales, siguen subsistiendo.

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