La exposición de Carmen

Arte

El antiguo Hospital Militar de Algeciras acoge hasta el 11 de julio una muestra de cerámica de Carmen Sánchez Godino dentro de los actos del 50 aniversario de Las Palomas

Carmen Sánchez, en la exposición de cerámica que puede verse en el antiguo Hospital Militar
Carmen Sánchez, en la exposición de cerámica que puede verse en el antiguo Hospital Militar / Erasmo Fenoy
Crescencio Torés

Algeciras, 22 de junio 2019 - 06:01

En la medianía de la calle Convento está, ¡todavía!, la casa donde estuvo muchos años el Hospital Militar de Algeciras, donde hace ya 72 años vi asustado con mis ojos grandes como platos el cuerpo embalsamado del joven novillero mexicano Eduardo Liceaga. Hacía tiempo que no entraba en este grande y bonito edificio con un cierto diseño herreriano de amplio y bonito patio interior con aire sevillano. Debía cumplir una promesa con una querida amiga de años, exquisita artista desde los pies a la cabeza, ver y disfrutar de su preciosa exposición de cerámicas policromadas que son tan algecireñas como la Plaza Alta.

Allí están sus apuestos toreros del XIX, sus vírgenes, sus cristos mirándose siempre las duras espinas clavadas en su frente, sus Perseverancias, sus Palomas, sus toros bravos, sus elegantes caballos en el campo andaluz, sus recuerdos de las Jornadas Taurinas de la que ella fue embajadora de esta ciudad con su extraordinarias cerámicas de recuerdos, como la réplica de la piedra de Juan Belmonte, y todo esto, desde 1983. Sus abanicos de lujosos colores luminosos que rezuman siempre la alegría de las añoradas ferias de Algeciras.

Carmen Sánchez Godino vino al mundo en San Pablo de Buceite (Jimena de la Frontera), un lugar donde la naturaleza parece que se enseñoreó y hasta les dejó un regalo único, un río de aguas cristalinas puras y limpias; pero como su padre que era un enamorado de Algeciras se trajo aquí a su niña con apenas cinco años y acertó, porque Carmen desde entonces ejerce como algecireña de nativitatis.

Carmen me recibe sonriente en mi un tanto tardía visita; guapa, como siempre, yo como caballero, no voy a decir su edad porque a ella le pasa como a la Giralda, o a la Alhambra, siempre son jóvenes. Desde niña le atrajo ese misterioso encanto de hundir sus manos en la tierra y de ella y con ella sacar y construir su mundo moldeando el fino barro del que han ido surgiendo en el tiempo objetos llenos de encanto hechos realidad. Una artista con una vida plena, dedicada a acompañar a la propia naturaleza y a sacar de ella lo mejor de sus sueños. Fueron sus primeros maestros los de la Escuela de Artes y Oficios y sobre todo recuerda con emoción a José Luis Villar.

Cerámicas de la plaza de toros Las Palomas
Cerámicas de la plaza de toros Las Palomas / Erasmo Fenoy

Su vida se enriquece cuando me habla de sus hijos, son cuatro, dos varones y dos niñas. Los varones, uno ingeniero y otro economista de postín en la corte, y hasta una de sus niñas es jueza. Yo le miro sus manos, finas y delicadas de tanto acariciar y moldear el barro, ella se da cuenta me mira y dice: “Sí, con estas manos me he ganado la vida, con mi torno, con mi horno con mis pinceles en mi casa de la calle Matadero, donde ahora que ya no trabajo desde 2017 he puesto mi dormitorio donde estaba el horno, vivo rodeada de mis recuerdos”.

Estábamos charlando sentados al fresquito y fue cuando Carmen empezó a recordar años pasados, generosamente hasta me citó a mí como fundador de las Jornadas Taurinas. Yo le respondí que sí, que fui el padre, pero la madre fue sin duda Antonio Berrocal, que le dio a las jornadas la categoría de acontecimiento cultural de gran nivel. Se acordó de Antonio Quirós y del impulso que le dio a todo cuando llegó Hermenegildo González bajo el gobierno municipal de Patricio González y, como no, de Juana Cid, la concejala actual de Feria y Fiestas, de la que me dice: “Pobrecita, que anda como puede con su pierna rota y escayolada de un lado para otro, que me ha abierto los brazos desde el primer momento. Ha sido ella la que me organizó una inauguración de lujo para la exposición”. Le sugerí a Carmen que sería bueno poner un gran cartel de la exposición en la calle, a la entrada principal del edificio, eso cuesta poco.

“¿Y estos cuadritos tan curiosos que hay aquí?”, le pregunté. “Son de mis nietos, los han hecho ellos y me dijeron abuela, cuélgalos con los tuyos, y ahí están”.

Una recomendación a todos los que paseen por la calle Convento, entren y disfruten de la exposición de Carmen. Me despido de ella prometiéndole que volveré. Y, allí al final de ese gran patio que estaría precioso lleno de farolillos ahora que se asoma la Feria, llenándolo la suave música del Concierto de Aranjuez, patio iluminado siempre por el sol donde dejo a Carmen con sus toreros, sus creaciones sencillas, tan bonitas, con sus vírgenes tan barrocas, allí entre tantos secretos arrancados con infinita paciencia y dulzura a la madre Tierra.

stats