“Las etiquetas no son malas, lo malo es el estigma que se les asocia”

Entrevista | Rocío Rodríguez, profesora de filosofía y poeta

"Veo que la adolescencia aquí es muy sana, son niños muy buenos, de muy buen corazón", explica la docente

'Vivir en la grieta' permite conocer las vivencias de la autora con su diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad

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La escritora Rocío Rodríguez en el Parque María Cristina
La escritora Rocío Rodríguez en el Parque María Cristina / Vanessa Pérez

La poesía, y prácticamente cualquier medio de creación artística, resultan ser vehículos de expresión en los que encontrar un refugio, pero también un espacio de experimentación donde puede surgir lo más genuino de quienes somos, sin miedos ni tapujos. La sevillana Rocío Rodríguez ha encontrado en la escritura un medio de comunicación en el que compartir su vida para que su experiencia sea una herramienta que pueda servirle a quien lo necesite.

Esta profesora del IES Torre Almirante de Algeciras ha publicado hace pocos meses Vivir en la grieta (ed. Autografía) un testimonio que, gracias a su expresión sincera, está sirviendo para que otras puedan conocer las vivencias de una persona con un diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad. Tras varias presentaciones y muchos ejemplares vendidos y leídos, la autora, enamorada de su labor como docente y plenamente convencida de la importancia del trabajo de los profesores y de las virtudes de los niños y adolescentes que llenan las aulas, explica las claves de su obra.

Pregunta.Háblenos sobre su libro Vivir en la grieta. ¿Cómo fue el proceso de escritura?

Respuesta.Escribir Vivir en la grieta ha sido una experiencia terapéutica. Empecé a recopilar escritos desde muy pequeña, llevo escribiendo toda mi vida, pero con más consciencia desde los 13 años. Cuando me diagnosticaron el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) volví a retomar la escritura, revisé las poesías que tenía guardadas y comencé a encontrarles el sentido. Fue como poner orden, entendí las metáforas a través de las que intentaba expresarme. Al principio no tenía intención de convertirlo en un libro, pero, poco a poco, el proyecto fue tomando forma y decidí publicarlo.

La poeta Rocío Rodríguez con su libro "Vivir en la grieta"
La poeta Rocío Rodríguez con su libro "Vivir en la grieta" / Vanessa Pérez

P.En el libro hay poesía, pero también otros formatos. ¿Qué más podemos encontrar?

R.Además de la poesía, el libro contiene reflexiones y textos donde hablo de la salud mental en general, hablo del TLP y también el PAS (Persona Altamente Sensible), que es algo con lo que también convivo. Pero no es un libro solo para personas con estos diagnósticos. Hablo del estigma de la salud mental para quitarle es prejuicio; hablo también de temas tabú como el suicidio, algo que afecta a muchísima gente, de hecho es una de las principales causas de muerte entre adolescentes, y yo trabajo con adolescentes, por lo que nos toca de cerca al profesorado. También relato vivencias mías en busca de visibilidad y comprensión, para hacer visible que las dolencias mentales, ya sean crónicas o puntuales, surgen por un detonante. Por ello relato mi historia, porque sé que hay gente que se puede sentir reflejada.

P.¿Cómo fue el proceso de publicación?

R.Fue complicado. Yo en el libro hablo de todo: traumas infantiles, intentos de suicidio… No dejo nada fuera. Lo escribí en un verano, el de 2023, y cuando lo terminé pensé que era demasiado fuerte. Gracias a una amiga que confió mucho en este libro encontramos una editorial que creyó en mi proyecto y en pocos meses el libro estaba listo. Ya lo he presentado en Algeciras y en Sevilla y estoy gestionando otras presentaciones fuera de Andalucía. Ha sido un viaje de muchas emociones.

P.Como persona con TLP, ¿qué cree que falta en nuestra sociedad para que haya más comprensión?

R.Entiendo que la gente no quiera decir su diagnóstico porque hay mucho prejuicio. Cuando alguien escucha “trastorno de la personalidad” lo primero que piensa es “está loco”. Y esa palabra, loco, echa mucho para atrás; nadie quiere que los demás piensen que estás loco. Lo que hay que visibilizar es que una enfermedad mental es también una enfermedad física. Por ejemplo, en el caso de las personas con TLP, tenemos afectadas tres partes del cerebro: el córtex prefrontal, las amígdalas y el hipocampo, áreas que afectan a la memoria, al desarrollo de las hormonas y a la contención de las emociones. Si tienes tocadas estas partes del cerebro no puedes pretender procesar la información igual que el resto, las procesas de otra manera. Igual que hay gente que toma pastillas para el corazón, yo me tomo pastillas para que la dopamina o el cortisol se generen de una forma más regular, y ya está. Las enfermedades mentales son físicas, hay una herida en el cerebro y esa herida duele. Requiere mucho cariño y comprensión, ya que el propio cerebro no sabe dónde está ubicada y en muchas ocasiones requiere de terapia para entenderlo, entonces es muy doloroso para las personas que padecen esto llevarlo en secreto, es muy estigmatizante. Por una parte es labor social y de los profesionales visibilizar esto, incluso las personas que los padecemos debemos hablarlo. Esta es una de las cosas por las que he sacado el libro.

Rocío Rodríguez, profesora y poeta
Rocío Rodríguez, profesora y poeta / Andrés Carrasco

P.¿Cómo ha reaccionado la gente al libro?

R.Al principio fue muy chocante, pero ya no. Ahora lo cuento y la gente muestra interés, se preocupa, pregunta. Lo normal es que la gente se interese, ahora la gente está menos reticente, más curiosa, creo que es el momento para hacerlo más visible. Por ejemplo, hace poco di una charla en mi instituto y fue muy liberador para ellos. Los estudiantes se abrieron, lloraron, compartieron sus emociones. Me di cuenta de lo importante que es crear estos espacios, porque los jóvenes están deseando ser escuchados, lo pasan muy mal.

P.¿Qué se puede mejorar en el sistema educativo en relación con la salud emocional de los jóvenes?

R.El sistema sigue tratando a los estudiantes como antes, y eso ya no funciona. No son máquinas que llegan, se sientan y se van. Son personas con vivencias complejas y en algunos casos desectructuradas, que puede afectar a la larga. Hay que comprender al niño y a la niña desde todas las perspectivas. Los profesores somos educadores, no solo tenemos que saber de nuestra materia. Enseñar requiere de habilidades, que ese joven capte la enseñanza y para ello debemos empatizar y hablar mucho de esto porque todos vienen con etiquetas: TDH, trastorno de la conducta alimentaria, dislexia… muchos vienen con medicación y todos lo viven con estigma. Hay que quitarlo, tienen que saber que son válidos a pesar de todo lo que llevan detrás.

P. ¿Cómo aborda estos temas en el aula?

R.Yo hablo mucho con ellos, en clase salen temas muy sensibles. Ellos están buscando que los escuchen. Los adolescentes se ponen una coraza porque no se sienten comprendidos, viven momentos confusos ya que se están enfrentando por primera vez a algunas emociones. Tenemos que sentarnos a escucharlos porque tienen muchas cosas importantes que decir. En mis clases trabajo por proyectos y suelo proponer juegos para abordar el contenido. Cuando sacamos algún tema todos están deseando contar lo que les ha pasado, desahogarse. Cuando te abres con ellos y les muestras tu confianza, se sienten comprendidos y eso es precioso.

P.¿Cómo está siendo su experiencia como docente en el Campo de Gibraltar?

R.El Campo de Gibraltar es medicina para mí. Llevo tres años en este instituto y otro en Getares y he encontrado aquí un lugar en el que me estoy curando. Desde hace un año y medio no tengo ataques de pánico, tengo algunas crisis, pero mi playa, mi montaña... Además en este instituto he podido desarrollar mi faceta profesional: trabajo como Coordinadora de Igualdad y me siento apoyada tanto por los profesores como por los alumnos, que se involucran mucho, como también por el Ayuntamiento. El sitio es precioso, la gente es maravillosa. He descubierto aquí familia. Además, yo he trabajado siempre con adolescentes y veo que la adolescencia aquí es muy sana, son niños muy buenos, de muy buen corazón. Algunos, por circunstancias tienen complicaciones, pero si escarbas, son chavales que tienen un corazón de oro. Solo necesitan que les echemos una mano.

P.Para quienes no lo sabemos, ¿qué es el TLP? ¿Cómo lo explica?

R.Yo lo describo como una montaña rusa, una contradicción hecha persona. Es vivir en un constante vaivén emocional: a veces arriba, a veces abajo, e incluso en ocasiones no sientes nada, lo cual es muy angustiante. Esa falta de emoción lleva al bloqueo y, cuando sales de ahí, puedes hacerlo de manera eufórica y eres la reina del mambo o depresiva y no te quieres mover del sofá. El Trastorno Límite de la Personalidad se mueve mucho en términos de blanco y negro, no solemos vivir en grises. Es una contradicción constante: quererlo todo y nada al mismo tiempo, ser extrovertida un momento e introvertida al siguiente. Y así, como amas intensamente, también puedes sentir un rechazo muy fuerte, aunque no signifique que no quieras a la persona, sino que en algún momento hemos aprendido a rechazar. Además, somos muy impulsivos y, si no nos tratamos, esa impulsividad puede volverse agresiva, a menudo hacia nosotros mismos. Lo normal es que haya autolesiones y los intentos de suicidio son comunes en este trastorno; alrededor del 70% de quienes lo padecen intentan suicidarse, y un 10% lo logra. También conlleva un trastorno secundario, yo desarrollé un trastorno alimenticio. Con el Trastorno Límite de la Personalidad es fácil desarrollar adicciones a personas, drogas, incluso al sexo. Cualquier cosa que te dé un poquito de estabilidad o cariño se convierte en una necesidad porque carecemos de una buena regulación emocional. Esta dependencia se nota mucho con las personas, ya que buscamos cariño desesperadamente para llenar heridas de abandono o soledad.

Rocío Rodríguez
Rocío Rodríguez / Vanessa Pérez

P.¿Considera que estos trastornos siempre han existido, pero antes no se identificaban?

R.Sí, aunque mucha gente lo llama "la enfermedad del siglo XXI", esto existe desde hace décadas. Lo que ocurre es que antes no tenía nombre. El TLP se llama así porque está entre la neurosis y la psicosis: es algo emocional, pero también afecta a cómo interpretamos la realidad. Es difícil de diagnosticar hasta que llegas a la raíz. En la actualidad, me gusta decir que no es malo tener una etiqueta, lo que es malo es pensar que solo somos esa etiqueta. Gracias a que conozco mi diagnóstico puedo manejar la sintomatología, y eso es muy necesario para la adolescencia.

P.¿Qué papel cree que juegan las redes sociales y la tecnología en este tema?

R.Si aprovecháramos bien la tecnología seríamos más estables, pero no nos educan para ello. Es más, las redes sociales crean una adicción que no es sana, que liberan unas hormonas en nuestro cerebro que suplen la felicidad real por el placer instantáneo. Esto nos lleva a compararnos con los demás, y eso afecta nuestra estabilidad emocional. Además, no aprendemos a tolerar la frustración ni a ser constantes, y eso se refleja en nuestra forma de vivir. Esto (la tecnología) está para quedarse, por lo que tenemos que educarnos para su uso. Por ejemplo, en los recreos, los niños están con el móvil en lugar de hablar entre ellos.

P.¿A quién le recomienda su libro?

R.Se lo recomiendo a todo el mundo, porque todo el mundo vive en algún momento en la grieta. Hay mucha gente también que si no tiene alguna dolencia de salud mental, la va a tener o tiene a alguien cerca. Una madre me dijo que, gracias al libro, entendía mejor a su hija con TLP. Saber que algo que escribí puede generar esa conexión, me hace sentir que ya se ha cumplido el objetivo de mi libro. Incluso cuando hablo del suicidio, es para mí una experiencia muy brutal, pero la gente tiene que hablar de eso porque es una realidad que existe, y es que hay un momento en el que esas personas no saben cómo vivir, no lo hacen por llamar la atención. Sino hay nadie que te ayude y no encuentras otra salida, no te queda otra.

P.¿Dónde se puede comprar su libro?

R.En cualquier sitio. Pueden pedirlo, está en cualquier librería, en El Corte Inglés, en la FNAC, en cualquier sitio.

P.Para terminar, ¿cómo considera que podemos hacer de este mundo un lugar mejor para todos?

R.El mundo necesita gente que se descubra. Yo creo que la gente quiere hacer las cosas bien, pero no sabe cómo. Lo que tenemos que hacer es mirarnos al espejo, porque nos centramos mucho, sobre todo los adultos, en complacer. Debemos mirarnos más al espejo para ver quiénes somos, qué queremos, y si tenemos que reinventarnos, pues hacerlo. En ese momento creo que es donde la gente puede observar dónde hace falta ayuda y es capaz de ofrecerla. Existe un concepto que es “la terapia de la bondad”, que es que cuando estás ayudando, te estás ayudando a ti misma. Hay una frase que me gusta mucho de la filósofa Ayn Rand que incluyo en el libro que dice: "Para poder decir ‘yo te amo’, primero hay que saber decir ‘yo’". En ese momento, para ayudarte a ti, estás ayudando a otro, seguro.

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