Pastora de Algeciras: "Me fui de la discográfica Philips porque no querían poner el nombre de Algeciras en los discos"

Entrevista | Pastora de Algeciras, premio Especial de Pura Cepa 2025

La artista algecireña trabajó en los tablaos más famosos de Madrid, pero el compromiso con su ciudad y su gente siempre fueron su prioridad

Pastora de Algeciras, galardón Especial de Pura Cepa 2025 por su trayectoria en la copla

Pastora de Algeciras.
Pastora de Algeciras. / Erasmo Fenoy
Gloria Maza

21 de junio 2025 - 23:11

Algeciras/Pastora Delgado Yáñez, conocida como Pastora de Algeciras, recibe este año el galardón Especial Pura Cepa en reconocimiento a su extensa trayectoria artística y su firme compromiso con el patrimonio de la ciudad. Apenas un puñado de palabras que resumen toda una vida entregada a la Algeciras de su alma. Pero Pastora es mucho más. Es una mujer fuerte, dulce, atrevida y solidaria. Es una artista, una coplera. Es una madre entregada, una hija orgullosa. Pastora es puro corazón, uno que, hace apenas un año, le dio un susto con un infarto del que ha salido reforzada, más enérgica y agradecida por el homenaje que este año le brinda su tierra. Un orgullo inmenso para ella.

“Cuando te hacen un reconocimiento fuera, se agradece y gusta. Pero cuando te lo hace la tierra que te ha visto nacer, que tanto quieres, como yo quiero a Algeciras y a su gente… eso es un orgullo muy grande para mí”, expresa emocionada la artista.

El primer disco de Pastora de Algeciras.
El primer disco de Pastora de Algeciras. / E.S.

La cantante algecireña nació en 1950. Su madre y su padre, el gran cantaor Pepe El Sevillano, la criaron en el barrio de La Bajadilla. Allí creció con humildad pero feliz, jugando con sus amigas a las muñecas hasta que, desde la radio de una vecina —uno de los pocos aparatos del barrio— se colaban las voces de Marifé de Triana, Concha Piquer o Juanita Reina. “Entonces yo lo dejaba todo y me iba corriendo hasta la puerta. Me sentaba en el suelo y ponía el oído así, a la verita. Y mis amigas, ‘¡Pastori, vente a jugar!’. Pero yo me quedaba escuchando, porque eso lo he llevado yo dentro siempre”, recuerda con emoción.

Y es que esa música, ese ángel, lo llevaba dentro desde siempre. Ya escuchaba a su padre cantar junto a Antonio Sánchez (padre de Paco de Lucía), Flores el Gaditano y muchos otros estando aún en el vientre de su madre. “Yo estaba dentro de la barriga de mi madre escuchando los sonidos de la guitarra y el canto de mi padre. Él ha sido mi gran referente. Cantaba saetas como nadie”.

No es de extrañar que, de niña, tras escuchar una canción, corriera a cantársela a su madre. “Me aprendía las coplas de oído, y corría a mi casa a cantárselas a mi madre. Eso es mío, nací con ello”.

Una Pastora adolescente junto a su padre.
Una Pastora adolescente junto a su padre. / E.S.

Ahí están sus orígenes. Sus primeros pasos los dio siendo apenas una adolescente. “Con 16 años me marché con mi padre a Madrid. Fuimos directamente a la academia del maestro Alejandro Cinta y del maestro Rafael Jaén. Me escucharon cantar coplas y dijeron que debía quedarme en Madrid. Si volvía a casa, no iba a hacer nada”. Así comenzó a trabajar en los tablaos madrileños para costearse su sueño. Debutó en Las Cuevas de Nemesio, pero pronto su talento corrió de boca en boca y empezó su recorrido por los tablaos más prestigiosos: Torre Bermeja, Los Canasteros… “Compartí escenario con artistas como Camarón, Rancapino, Bambino, Marelu, Pansequito, Güito, Manolete… Aquello fue una escuela de vida”, relata Pastora.

Con solo 17 años, grabó su primer sencillo con la casa Philips: Algeciras y olé, que incluía pasodobles como La novia del sol y Redondel algecireño, con letra de Ángel Silva. Este último fue el tema con el que se inauguró la Plaza de Toros Las Palomas en 1969. Nadie puede negar que su ciudad ha sido siempre eje central en su carrera. Tanto, que fue lo que la llevó a dejar una de las discográficas más importantes del país.

Cuando se le presentó la oportunidad de formar parte de Belter, de la mano de su maestro Alejandro Cinta, Pastora no lo dudó. “En los discos que yo grabé tenía puesto nada más que ‘Pastora’. Lo de Algeciras no me lo quisieron poner. Y por eso pedí la carta de libertad y me fui de Philips. Eso no lo hace ningún artista. Pero yo lo hice. Porque Algeciras es muy importante para mí”. El enfoque comercial que apostaba por un nombre más neutro nunca convenció a esta algecireña que siempre defendió sus raíces.

Foto de una joven Pastora de Algeciras para uno de sus discos.
Foto de una joven Pastora de Algeciras para uno de sus discos. / E.S.

Así de importante es la “novia del sol” para la artista. “Algeciras es mi madre”, dice con el alma en la voz. Y no es para menos. ¿Hay palabra con más peso? Pastora lleva a Algeciras, sus calles, su historia y su gente en el corazón. “Lo que tenga que hacer bueno por mi tierra, por Algeciras y por su gente, lo haré siempre. Mientras Dios me tenga en el mundo”, afirma con rotundidad.

Tanto ella como su padre, su referente, siempre trabajaron por esta ciudad. Entre actuaciones en Madrid o Barcelona, siempre encontraban tiempo para volver a colaborar con todo lo que se les pidiese. “A mi padre y a mí siempre nos llamaban. ‘Pepe, mira que está Navidad con Amor’. Ahí estábamos. ‘Pepe, una actuación para los viejitos del asilo’. Ahí estábamos”.

Fue precisamente en una de esas visitas para colaborar cuando falleció su padre. Pepe el Sevillano tenía 49 años cuando un conductor ebrio lo atropelló. Pastora perdió a un padre, pero también a un hermano, a un amigo, a un compañero de escenario. A su gran apoyo. “Hizo mucho por el arte y por esta ciudad. No se le ha reconocido como merece. Qué lástima”.

A Pastora le gusta cantar, pero nunca le obsesionó ser artista. Su vocación más profunda ha sido siempre cuidar de su familia. No se arrepiente de haber dejado su carrera musical. “Muchos piensan que fue mi marido quien me pidió que lo dejara, pero salió de mí. Yo quería volver a mi casa a criar a mis cuatro maravillosos hijos”.

Pastora junto a su coro.
Pastora junto a su coro. / E.S.

Eso no le impidió seguir cantando, su gran pasión. “Me gustan los aplausos más que el dinero”, confiesa. El cariño del público. Por eso, tras dejar los grandes escenarios, compaginó la crianza con la ayuda a su comunidad. Continuó, sola, la labor de su padre. Cantó para toda asociación que se lo pidió, fue la primera maestra de jóvenes copleras de la provincia, dio voz y música a las misas de La Palma en su día grande, y dirigió durante más de 25 años un coro de señoras del asilo. “Me hace feliz verlas felices”.

Poco sabíamos de la inmensa trayectoria de esta algecireña. Apenas había fotos en internet. Ahora, la galería de mi móvil está llena de historia. La historia de una grande de esta ciudad, como artista y como persona. Una Especial de Pura Cepa que suma este galardón a otros reconocimientos como la Medalla de la Palma (2008), la Medalla de la Provincia de Cádiz (2014) y el pregón de la Feria Real en 2012, agradecida siempre a quienes pensaron en ella.

Solo quedan recuerdos de aquellas giras por España, Londres o Milán, de las compañías de artistas como Marifé de Triana, Juanito Valderrama, Juanita Reina o Manolo Escobar. Hoy, Pastora disfruta de su ciudad y de su familia, deseando a todos que vivan el presente con alegría y salud, entonando sus estribillos favoritos con una mirada llena de amor y una sonrisa que recuerda al hogar.

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