Del embarcadero al muelle viejo
Historia. En 1842 los regidores Bustamante y Sáenz Laguna presentaron una moción en la que exponían las ventajas que recibiría la ciudad con la construcción de un puerto marítimo
En la segunda mitad del siglo XVIII, como resultado del establecimiento en la rada de los navíos de guerra que necesitaban unas instalaciones mínimas para trasvasar soldados e impedimenta desde los buques a tierra firme y viceversa, se dotó al río de la Miel de un embarcadero de madera en su margen izquierda, primer elemento portuario conocido. No cabe duda de que su función, situado donde luego se construyó en mampostería el muelle Viejo, se limitaba al atraque de los faluchos que comunicaban el litoral con los navíos de guerra o de comercio que se hallaban fondeados en la rada.
En las primeras décadas del siglo XIX las infraestructuras portuarias algecireñas no habían mejorado sustancialmente. El frágil embarcadero de madera, mantenido por el Ayuntamiento y el Gremio de Mareantes, que las frecuentes avenidas del río y los temporales marítimos destrozaban cada invierno, y la playa-varadero de lo que fue después la Marina, eran los únicos elementos portuarios existentes en la ciudad.
En el año 1842 los regidores Agustín Bustamante y Valentín Sáenz Laguna presentaron a la Corporación una moción en la que exponían las ventajas que recibiría la ciudad de Algeciras con la construcción de un puerto marítimo. El Ayuntamiento acogió favorablemente la idea y nombró una comisión para que se dedicara a trabajar sobre el asunto. En 1843 la Junta de Gobierno Provincial se interesó por el proyecto y pidió que se le enviaran los planos con objeto de remitirlos al Gobierno de la Nación. En octubre de ese mismo año fueron remitidos los documentos solicitados con escasos resultados.
En el año 1847 el Gobierno encargó, a través del Distrito de Sevilla, al ingeniero Canuto Carroza -autor, unos años más tarde, del proyecto del faro de Chipiona- un proyecto para la construcción, sobre el muelle-embarcadero existente, de un muelle de madera sobre estacada con una longitud de unos 100 metros y unos 3 de anchura y con una plataforma o frente de cabeza para el atraque de los barcos. El presupuesto ascendía a 127.508 reales. El proyecto fue aprobado aquel mismo año por la Dirección General de Obras Públicas, aunque el Ayuntamiento, considerando que dicho proyecto no satisfacía las aspiraciones de la ciudad, además de tener un carácter provisional, lo rechazó, solicitando al Gobierno que se modificara o sustituyera por otro que presentase y ofreciese mayores garantías de estabilidad y permanencia.
Un acontecimiento sucedido entre 1859 y 1860 -la guerra en Marruecos- vino a demostrar cuan necesario era para el Gobierno de la Nación contar con un buen muelle de atraque en el puerto de Algeciras. El traslado de tropas, material bélico y productos de avituallamiento desde Algeciras hasta Ceuta sufrió severos retrasos e inconvenientes por la debilidad de las instalaciones portuarias algecireñas.
En ese mismo año de 1859, el ingeniero Juan Martínez Villa elaboró un Proyecto de un puerto de arribada y refugio en Algeciras. En el preámbulo del mismo escribe los siguiente: "En prolongación de este muro de defensa de la orilla izquierda del río y á su desembocadura, se encuentra el corto trozo de muelle embarcadero formado de escollera y mampostería de piedra en seco, que por efecto de su mal sistema de ejecución y desfavorables circunstancias de su situación se encuentra en un estado de completa ruina".
Con fecha 16 de octubre de 1895 se conserva, en el Archivo de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras, un breve proyecto con su presupuesto de ejecución para la Conservación del Puerto y Muelle de Algeciras. Además de enumerar los desperfectos causados por los temporales y las obras de reparación que se habían de acometer, nos ha dejado una extensa y precisa descripción del muelle Viejo. Refiere el citado proyecto que el pequeño muelle del Puerto, el cual está formado en dos partes, la primera, que es la más antigua (en la margen izquierda del río), está compuesta de un macizo de mampostería fundado sobre escolleras y contenido entre muros de sillería; su longitud es de 52,50 metros, en ancho 10 metros y altura de 6,50 metros sobre la pleamar viva. Los muros y muelle se encuentran del todo desconcertados, habiendo desaparecido el mortero por completo y siendo necesario un verdadero macerado o recalzo. Esta parte de muelle se prolonga algunos metros más para buscar fondo, pero, destruida la cabeza por los temporales de S.E., para los cuales no hay más abrigo que un pequeño dique de escolleras que se prolonga en la margen opuesta del Río y que también ha sido destruido en su extremo, el Municipio arregló algo el extremo del muelle construyendo la parte del mismo, que es un macizo de mampostería sobre escolleras de 20 metros de largo y 5 de altura en la pleamar viva.
La remodelación del viejo muelle-embarcadero a que se refiere el proyecto se llevó a cabo por el Ayuntamiento en 1870, volviéndose a repetir entre los años 1880 y 1887, cuando se realizaron obras de ampliación hasta convertir el viejo embarcadero en el conocido, desde 1893-94 -cuando se construyó el muelle de Madera de la Compañía del Ferrocarril- como muelle Viejo, cuya imagen aparece en fotografías de principios del siglo XX.
Emilio Santacana dice, en referencia al muelle Viejo: Las malas condiciones del río para servirse de él con todas las mareas, hizo preciso la construcción de un malecón saliente al mar; y entonces, en la primera mitad de este siglo (XIX) y mediante un pequeño arbitrio impuesto al tráfico, se pudo hacer un pequeño muelle que, aunque en extremo deficiente, prestó servicio por muchos años. Después los ingenieros del Estado en el transcurso de varios años, lo compusieron y alargaron hasta dejarlo en la forma que hoy podemos ver. El malecón de la Marina fue levantado con fondos municipales en 1875 y continúa a cargo del Ayuntamiento.
El muelle Viejo desapareció en 1913 cuando, abandonado el proyecto de su ensanche, comenzaron las obras de construcción del muelle de la Galera que, en una primera fase, se extendió desde la Marina y la orilla izquierda del río hasta los escollos conocidos como piedras de la Galera y de la Galerilla, situados a unos cien metros de la playa.
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