El desorden urbanístico de Algeciras (I)
Observatorio de La Trocha
A partir de 1950, la ciudad crece en extensión y hereda el caos y el desorden del siglo XVIII
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Algeciras se caracteriza por un trazado urbano carente de todo orden y racionalidad, que refleja perfectamente la idiosincrasia de una ciudad, que jamás tuvo ni tiene ni tendrá una planificación urbanística, salvo el intento fallido del marqués de Verboom en 1724. Si algo es evidente es que en nuestra ciudad no se sabe urbanizar ni se quiere aprender a hacerlo. Por ejemplo, es muy significativo que Algeciras carezca de largos paseos marítimos cuando posee un extenso litoral; eso sí, cada vez más mermado por el desarrollo portuario. El problema radica en que la sociedad algecireña no ha asumido todavía el hecho de que Algeciras es una ciudad. Se la sigue considerando, con todo el menosprecio, como pueblo, y así jamás va a lograr un pleno desarrollo urbano propio de una verdadera ciudad. La mentalidad aldeana es el gran cáncer de Algeciras.
Voy a comenzar por analizar el trazado urbano de algunas calles del casco “antiguo”. Pongo comillas porque, por desgracia, cada vez es menos antiguo. Del trazado ortogonal que proyectó el marqués de Verboom, siguiendo las pautas del racionalismo de la Ilustración, poco se llevó a cabo. La mayoría de las calles muestran un trazado totalmente irregular, que sería comprensible si se hubiera mantenido el urbanismo medieval, como es el caso de Tarifa; pero inconcebible en una población construida en el siglo XVIII. Bien es verdad que la topografía de nuestra población no ayudó mucho a delinear un trazado rectilíneo. Además, ya habría construcciones que no se pudieron o no se quisieron derribar.
Si observamos la calle Alfonso XI (calle Convento), comprobamos que a partir de la calle San Antonio gira, debido a que a comienzos de siglo XVIII ya se levantaba un caserón, muy modificado posteriormente, que luego se convertiría en el Hospital Militar, lo que impidió una correcta alineación con otra casa que se hallaba en la esquina con la explanada que formaría la plaza Alta. La calle Ancha se desvía de su rectitud y se estrecha tras el ábside la de la iglesia de Ntra. Sra. de la Palma (c/ Muñoz Cobo).
La calle Cristóbal Colón es significativamente irregular y converge de forma sesgada con la calle Prim. La calle Gral. Castaños está trazada de una forma totalmente sinuosa; alternando tramos anchos con otros estrechos, rectos con otros curvos. La irracionalidad pura y dura.
Las calles Tarifa, de las Huertas y Emilio Castelar, en teoría, deberían haber sido trazadas de forma recta y paralelas entre sí. Por el contrario, la calle Tarifa está curvada; la calle Emilio Castelar, en su tramo central, se muestra sinuosa, y se interrumpe en el cruce con la calle Rafael de Muro, sin desembocar directamente en la plaza de Ntra. Sra. de la Palma; la calle de las Huertas comienza recta, pero a la mitad gira y se estrecha y, además, no se prolonga tampoco hasta la plaza de Ntra. Sra. de la Palma, sino que se interrumpe en la calle Emilio Santacana. La irracionalidad urbanística total. Estas tres calles están en una zona llana, por lo tanto, no se puede aducir que su trazado irregular se debe a la pendiente del terreno.
Es muy significativa la calle Tte. Riera, antigua calle López. Es recta, pero se interrumpe por una edificación, sin confluir con la plaza de Ntra. Sra. de la Palma; para darle salida a la calle Pescadería se la hace girar y se estrecha considerablemente. ¿Por qué razón no se continuó de forma recta? La respuesta parece clara: porque había restos deconstrucciones medievales que lo impidieron y sobre los que luego se construyeron varias casas.
También hay que indicar que la calle Juan Morrison no enlaza con la calle de las Huertas directamente; sino que termina en la calle E. Castelar y luego esta calle se comunica con la anterior por medio de un estrechísimo callejón (callejón Catana), que a finales de los años 70 se ensanchó algo más al demolerse el antiguo colegio de la Inmaculada. En cuanto a la calle Río, observamos que no tiene una continuación recta hacia la calle Tarifa, sino que se quiebra y se traza de forma no continua la calle F.A. Badillo. Otra muestra del desorden urbanístico de la Algeciras que renace en el siglo XVIII. Aquella Algeciras que planificó el marqués de Verboom se frustró por diversas causas y surgió una población con una planimetría irracional, desordenada y caótica, más propia de la Edad Media que de la Europa ilustrada del siglo de la Razón y de las Luces.
El barrio de San Isidro, en su mayor parte, presenta un trazado ortogonal, si exceptuamos la calle José Román, que se ajusta al talud que asciende hacia la meseta donde se asienta el núcleo del barrio. También muestra una planimetría más o menos ortogonal las calles en torno a la calle Cayetano del Toro.
Seguidamente, comentaré el desarrollo urbano de la ciudad a partir de 1950. A partir de esta fecha nuestra ciudad comienza a crecer en extensión. Se hereda el caos y el desorden del siglo XVIII. Para que los lectores comprendan el entramado urbano de Algeciras, voy a explicarlo por medio de una metáfora: Se tomó un plano de la ciudad se le salpicó con tinta china y allí donde cayeron las salpicaduras se construyó. Barriadas absolutamente desconectadas, innumerables descampados entre unos y otros núcleos urbanizados, calles trazadas sin orden, muchas sin salida, carencia de avenidas y de parques, etc. No se supo o no se quiso llevar a cabo una progresiva continuidad desde el casco antiguo. No se supo crear un verdadero ensanche del centro, sino que creció en forma de barriadas. Un desastre, sinceramente. Algeciras carece de una verdadera unidad urbana; es un conjunto desordenado de barriadas simplemente. Es un fracaso de ciudad en el plano urbanístico y en otros muchos aspectos. Un intento fallido de ciudad. En esta ciudad se desconocen instrumentos de dibujo como la regla, el cartabón o la escuadra.
Para que los lectores comprendan el entramado urbano de Algeciras, voy a explicarlo por medio de una metáfora: Se tomó un plano de la ciudad se le salpicó con tinta china y allí donde cayeron las salpicaduras se construyó
El posible ensanche hacia el Norte quedó totalmente interrumpido. Se comenzó bien: Avda. Francisco Franco, Avda. Menéndez Tolosa, Avda. Virgen de Europa y Avda. Capitán Ontañón; pero estas avenidas no se continuaron hacia el Norte, de forma que el centro urbano se hubiera expandido de manera homogénea y ordenada. La Avda. Francisco Franco, actual Avda. de las Fuerzas Armadas, se interrumpió a la altura de las actuales calles Rafael Argelés y Fernando IV. No se prolongó hasta la barriada de la Granja, como era el plan original. Quedó un extenso descampado, y alguien tuvo "la genial" idea de plantar el colegio Santa Teresa en lo que habría sido la continuación de esta avenida. Años después se trazaron una serie de viales totalmente irregulares y llenos de curvas, y la citada avenida se prolongó con menor anchura hasta la actual plaza de la Constitución. Entre aquellas calles trazadas a lo loco se construyó la barriada de la Reconquista.
La prolongación de la avenida de las Fuerzas Armadas se ensanchó ya en los años setenta, pero mantuvo su estrechez entre la plaza de la Constitución y la calle Sierra de Guadarrama, que pertenece a la barriada de Sierras de España, surgida en medio de la nada, a centenares de metros del casco antiguo. La avenida de Menéndez Tolosa, se estrechó a la altura de la calle Juan XXIII y dio lugar a una plaza, hoy llamada de la Mujer. Esta calle surgida del estrechamiento de la que hubiera sido una avenida hacia el Norte es la actual calle de Gregorio Marañón.
En esta ciudad se desconocen instrumentos de dibujo como la regla, el cartabón o la escuadra.
Entre esta calle y la avenida de las Fuerzas Armadas se delinearon las calles Luis Braille y Agentes Comerciales, totalmente perpendiculares, orientadas hacia el Oeste. Pero se trazó la calle Inmaculada Concepción, paralela a la calle Gregorio Marañón, la cual quedaba interrumpida por el edificio del Casino Cinema; una vez demolido, se continuó hasta la avenida de Blas Infante. Entre las calles Gregorio Marañón e Inmaculada se construyeron unos bloques de pisos separados por unos callejones; los cuales, debido al urbanismo irracional de esta ciudad, no se delinearon a continuación directa de las dos citadas calles Luis Braille y Agente Comerciales; de tal manera que estas calles tienen enfrente unos bloques de pisos. Resulta esperpéntico.
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