El canalla

Cuentos a pares

El canalla
El canalla
Francisco Silvera

09 de agosto 2016 - 01:00

TODO diversión, el canalla es un muchacho reciente, recién ingresado en el papel de adolescer; víspera de un Corpus, ha cogido una vara larga de eucalipto con la punta repleta de hojas polvorientas, y lleva toda la noche incordiando, molestando, golpeando con esta fusta todo lo que se le antoja, ajeno al hartazgo.

El canalla va acompañado de cohorte de desgraciados, todos muertos ya a los albores, porque nada será de ellos ni podrán evitar las vidas más miserables que un infeliz pudiera imaginar. Por eso, tratando de pasar inadvertidos, se divierten sin límite ni reglas.

Por la calle baja un anciano renqueando, despacioso y viejo. Uno de los muchachos, porque ya lo conocen de antes, grita algo balbuceando con grotesca emulación. El canalla, con su vara y acólitos, se arrima al hombre y se coloca su vera. El viejo le ignora. El joven, ponzoñoso, le habla muy cerca de la cara:

-¡Qué...! ¿Le ayudamos a bajar?

El hombre hace un gesto para que le dejen tranquilo y prosigue con su tiempo lento y la mirada apagada.

-¡Viejo! ¿No quieres que te ayudemos a cruzar la calle? ¡Que nosotros somos muy buenos...!

Y coloca el canalla sus pasos a la par del hombre; pasa la vara a su espalda y, por detrás, con certeros movimientos, comienza a golpear la trasera del anciano.

-¿Quiere que le fustigue un poco? ¡Que va muy lento, viejo!

Y golpea, y golpea, y el hombre lanza sus manos para quitarse la hojarasca que le azota pero el joven para, espera y vuelve a golpear. El resto, los desgraciados, ríe con estruendo de turba y corretea saltando alrededor de la pareja forzada. Las risotadas llenan la calle y, de pronto, el viejo triste se detiene y hace un ademán de defensa.... Pero los niñatos no llegan ni a percibirlo y el de la vara sigue, y otra, y otra, golpeando sin remedio.

Pasa otro hombre, de mediana edad. Huele a romero por las calles de abajo, subiendo el aroma como un vapor narcótico y eterno a ras de suelo.

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