Brasero de sahumerio, la cerámica popular canaria
Pieza del mes del Museo Municipal de Algeciras
La pieza fue modelada en el siglo XIX en el alfar de Hoya de Pineda, Gran Canaria, al modo de los objetos cerámicos que fabricaron los primeros aborígenes que ocupaban el archipiélago
El pendón municipal: símbolo de Algeciras
Algeciras/El ser humano siempre ha encontrado en la naturaleza aquello que necesitaba para mejorar sus condiciones de vida. Ha transformado materias primas en objetos dándoles una funcionalidad diversa y los ha mejorado conforme a sus necesidades. En su actividad y en sus creaciones ha dejado constancia de sus gustos, de sus creencias, de sus costumbres, de su relación con el entorno, constituyendo la cerámica una de las manifestaciones culturales más notables que ha estado presente en toda la historia de la Humanidad, desde el Neolítico hasta la actualidad gracias a colectivos de alfareros empeñados en su recuperación y puesta en valor.
La pieza que traemos hoy a estas páginas fue modelada en el siglo XIX en el alfar de Hoya de Pineda, Gran Canaria, al modo de los objetos cerámicos que fabricaron los primeros aborígenes que ocupaban el archipiélago. Se trata de un brasero de sahumerio de barro cocido, elaborado a mano y bruñido, de 7,8 cm de altura y 10 cm de diámetro, expuesto en la Sala Loza y Azulejos del Museo Municipal de Algeciras. Presenta cuerpo troncocónico con agujero central o boca de forma cuadrada, cazoleta con pequeños orificios y asa tosca maciza. Esta singular pieza procede del legado de Luis Carlos Gutiérrez Alonso y consta en el inventario de fondos del Museo Municipal con el número 329, formando parte de la Colección Municipal de Lozas y Azulejos. En ellas se acostumbraba a quemar plantas aromáticas para eliminar los malos olores dentro de las viviendas, diferenciándose del uso de los braserillos cuya función consistía en mantener la temperatura de alimentos contenidos en pequeños vasos o tazas.
En las Islas Canarias, principalmente en Gran Canaria, El Hierro, La Gomera y Tenerife, se produce una cerámica de gran calidad y muy primitiva relacionada con la cultura autóctona prehispánica. Barro triturado y amasado, arena y agua fueron los materiales usados para la elaboración de piezas que modelaron con la técnica del urdido o añadido las olleras, mujeres alfareras que en sus viviendas se dedicaban a la fabricación manual de cacharros para el ajuar doméstico (ollas, tostadores, braseros, bernegales para contención de agua, etc.). La mayoría de estas piezas carecían de decoración, presentando, en ocasiones, pequeñas incisiones. Una vez creadas se raspaban con una caña y se pulimentaban con guijarros. Posteriormente se sometían a un baño de almagre, y se cocían en hornos situados en pequeñas cuevas o al aire libre que evolucionaron a hornos simples de una sola cámara.
En las islas, la alfarería se consideraba como una actividad de clara asignación femenina. Los hombres solo intervenían en las labores de transporte del barro y la arena para su mezcla y de la leña para la cocción de las piezas en los hornos, el resto del proceso productivo correspondía a las mujeres olleras o loceras que, unida a las labores en el hogar, constituía su ocupación principal, encargándose de transmitir el oficio a sus hijas, a las que iniciaban con la fabricación de pequeñas piezas y juguetes.
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