El Ayuntamiento de Algeciras promete arreglar por fin la fachada de su sede en la calle Ancha tras dos años de vallas y grietas

El Consistorio anuncia la rehabilitación del inmueble histórico de 1904, vallado desde 2023 por riesgo de desprendimientos, y que ha acabado formando parte del paisaje urbano como si fuera otro monumento

Opinión: Urbanismo a la algecireña

La sede del Ayuntamiento, en el número 7 de la calle Ancha.
La sede del Ayuntamiento, en el número 7 de la calle Ancha. / Erasmo Fenoy

Durante dos años, los algecireños han aprendido a convivir con unas vallas amarillas que custodian la fachada del antiguo edificio municipal de la calle Regino Martínez, más conocida como la calle Ancha. Han resistido temporales, procesiones, carnavales y obras varias, hasta convertirse en una suerte de instalación artística involuntaria: Vallas con grietas, podría titularse. Pero todo ciclo tiene su fin. El Ayuntamiento ha anunciado este lunes que, "próximamente", se acometerán las obras de rehabilitación del inmueble.

La teniente de alcalde Yéssica Rodríguez ha destacado en una nota de prensa que “seguimos apostando por la recuperación y puesta en valor de los edificios históricos del centro”, un centro que, a fuerza de vallados, empieza a parecerse más a una exposición de arqueología preventiva que a una zona comercial. “Seguimos trabajando por un centro urbano más vivo, atractivo y dinámico”, añadió la edil, quizá sin reparar en la ironía de tener medio paso peatonal cortado por miedo a que se descuelgue un trozo de cornisón.

El anuncio llega justo cuando se cumplen dos años desde que una grieta, discreta pero persistente, se abrió paso en la fachada del edificio, construido en 1904 para albergar el Banco de España. Desde entonces, los viandantes caminan por el otro extremo de la acera o, si se atreven a pasar junto al vallado, lo hacen con la mirada en alto, como si cruzaran un campo de tiro. El Ayuntamiento, prudente, valló el perímetro y habilitó una entrada alternativa por la calle Sevilla.

Con el paso del tiempo, las vallas han adquirido un extraño valor sentimental. Como la fuente de la Plaza Alta o el mercado Ingeniero Torroja, se han integrado en el imaginario urbano. Algunos aseguran incluso que las extrañarán cuando desaparezcan, aunque sea solo por costumbre.

El viejo edificio ha vivido muchas vidas. Fue banco, luego sede administrativa, y hoy sobrevive como símbolo de una ciudad que envejece por capas. De sus muros se desprenden no solo fragmentos de yeso, sino también los restos de una época en la que los edificios públicos eran metáfora del poder, y no del abandono.

Mientras tanto, en la misma Algeciras, otras dependencias municipales sufren males parecidos. El Teatro Florida, por ejemplo, luce un vallado propio tras el desprendimiento de las teselas cerámicas de su fachada; y el edificio Escuela, donde se alojan los grupos de la oposición, pide a gritos una reforma. En conjunto, podría organizarse una ruta turística: La senda de las vallas.

El futuro, sin embargo, promete ser más optimista. El Consistorio ha incluido la rehabilitación de la fachada entre sus próximos compromisos, dentro de un plan para “mejorar los edificios señeros de la ciudad”. Si todo sale bien, pronto —no se sabe exactamente cuándo— se retirarán las vallas y los algecireños podrán volver a caminar por su acera de siempre sin temor a los desprendimientos.

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