El arrastre de las latas
El cronista oficial de la ciudad rememora para 'Europa Sur' el origen de la costumbre algecireña
EN mi opinión, que puede ser errónea, es posible que dentro de dos o tres generaciones, el exalcalde de Algeciras, don Antonio Patricio González, sea recordado por la ciudadanía, a causa de dos hechos sobresalientes. El 1º, por su amistad entrañable y ejemplar con mi antecesor en el cargo, el ilustrísimo cronista, don Cristóbal Delgado Gómez. El 2º hecho, por haber sido el alcalde algecireño que rescató la costumbre inveterada del arrastre de las latas el día 5 de enero, víspera de la festividad de Los Reyes Magos. Costumbre, ciertamente muy antigua, que por motivos que desconozco dejó de practicarse. Cuando a fines del siglo pasado, la Asociación de Vecinos Ingeniero Torroja tuvo la iniciativa de resucitar el arrastre de latas, el alcalde González, con gran visión política, supo institucionalizar esa costumbre popular.
No entraremos aquí, en si este uso existe en otros lugares cercanos o alejados de nuestra ciudad. Es tema para etnógrafos y filólogos estudiosos de las tradiciones y literaturas orales; materias y metodologías de las que me declaro desconocedor.
No es este el caso de nuestro paisano, el profesor don Juan Ignacio Pérez Palomares, quien lleva más de un cuarto de siglo estudiando e investigando con lucidez encomiable esos campos. Así que, fruto de ello y del movimiento de recuperación de la tradición que nos ocupa, alumbrara en 2001 una narración literaria breve pero brillantísima, que tituló El Gigante de Botafuegos. Desde el municipio se difundió el relato a todos los colegios algecireños. En verdad, su sencillez para exponer una interpretación literaria del origen de la costumbre, en mi opinión, posee la misma fuerza que la creación del Ratoncito Pérez, obra del jerezano padre Luis Coloma, que ha pasado a ser parte del acervo de la cultura popular española.
Expuesta la recuperación del arrastre de latas y su magnífica explicación literaria, entraré en el testimonio de familiares y amigos octogenarios, muy cercanos a los 90 años de conocimientos de nuestra Algeciras. Así, mi hermano Juan, don Adolfo Ramírez, don Eduardo López y don Diego Salcedo, entre otros de nuestros mayores. Todos ellos me informan, que ya hace casi un siglo, por los lejanos años 20 del siglo pasado, cuando eran niños el 5 de enero arrastraron latas, juguetes de hojalata destrozados, restos de cubos, jarras, sartenes y piezas de chatarra procedentes de motores destazados. Entonces no existían latas de coca-cola ni de cerveza y las sartenes y cacerolas rotas no abundaban en las casas para dárselas a los pequeños; así que todo este material de chatarra la chiquillería solía recogerlo, sobre todo, en el vertedero del Murillo.
Luego, el día 5 de enero, por la mañana empezaba el arrastre de latas, desde los altos de San Isidro hacia la Plaza Alta y desde los aledaños del Secano y de la calle Matadero hasta la parte baja, a las zonas de las calles Alta, Panadería, de las Huertas y las cercanía de la Plaza de Abastos y los callejones, hacia la banda del Río. Los supersticiosos, que jamás daban una patada o hacían rodar una lata, porque afirmaban que traía mala suerte, ese día se atrevían a arrastrarla con el máximo posible de ruido.
La tradición de la época y la que me contaron a mí en los años 40, cuando yo las arrastré, era que como en invierno había muchas nieblas, taró que le llamábamos entonces, Algeciras quedaba oculta a los ojos de los Reyes Magos. Por ese motivo al arrastrar las latas y toda la chatarra, con el ruido escandaloso los Reyes localizaban a Algeciras entre las brumas. De esa forma por la noche podían ponerles los juguetes a las niñas y los niños, que habían sido buenos durante el año anterior. A los que habían sido malos solo le traían carbón.
Por cierto, algunos de nuestros mayores me dicen que después del arrastre las calles algecireñas "quedaban pal arrastre de suciedad". ¿Quién sabe si esa frase "estoy pal arrastre" viene de esa actividad infantil de aquellas fechas? Pero eso lo dejamos para los filólogos, que son los especialistas en esos asuntos.
Feliz arrastre de 2013.
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