Un año sin Pepe Jurado
Por el camino más corto
Este domingo se cumple el primer aniversario del fallecimiento de uno de los personajes más influyentes del mundo cofrade en Algeciras
Su huella, presente en la Semana Santa
Para muchos, el precursor y uno de los personajes más influyentes en el crecimiento y desarrollo de la Semana Santa de Algeciras tal y como la conocemos hoy. Para sus incondicionales, el maestro de maestros y capataz de capataces, con su querida Cuadrilla del arte. Para todos, una gran persona y una figura única e insustituible durante el último cuarto de siglo para Algeciras y el auge de sus cofradías. Este domingo, 12 de febrero, se cumple el primer aniversario del fallecimiento de Juan José Jurado Mejías, o como a sus más allegados les gustaba llamarle Pepe Jurado, capataz de Algeciras.
Afortunadamente, lo fue prácticamente todo en la ciudad. En su momento, pregonero de la Semana Santa (1987) y previamente exaltador de la Esperanza (1984) con méritos sobrados (aún algunos recuerdan sus versos a la Semana de Pasión). Aunque sus vecinos e instituciones le correspondieron a menudo con premios y reconocimientos, precisamente fue su labor más inmaterial la que marcó a muchas generaciones que de su mano conocieron la Semana Santa y más concretamente el mundo del costal, el de la gente de abajo.
En su última etapa, pese a arrastrar una larga enfermedad, no cesó en la medida de lo posible su vinculación a las cofradías locales, pasando a estar más unido a la Hermandad de la Sagrada Mortaja, en la que rezó como uno de sus primeros hermanos, y a su siempre querida Borriquita, a la que anduvo ligado casi toda su vida. Además, también interpretó el I Pregón Universitario de la Semana Santa Algeciras en 2011 y emocionó a todos al realizar la Primera Levantá a su Paso de La Borriquita en el año 2014. Un cita en la que estuvo arropado por la cuadrilla contemporánea y por muchísimos rostros conocidos de aquella recordada Cuadrilla del arte. Ese mismo año sería reconocido como Palma Cofrade por su trayectoria y en 2015 cumpliría con el deseo de muchos cofrades y costaleros algecireños al escucharle dar el Pregón del Costalero. Aquella última llamada a su amigo el Plata, tantos años costalero suyo en la última de Borriquita, aún resuena en la Iglesia de María Auxiliadora.
Buena muestra de su legado puede verse en el enorme aprecio que todo el municipio le dedicó por su entrega y que se ve reflejado con un placa en su honor en la mítica cuesta de Montereros. "Pepe Jurado supuso un punto de inflexión en la Semana Santa algecireña y una pieza clave en el auge de ésta. Firme defensor del costal y ejemplo vivo cada Domingo de Ramos al derramar ese talento con su Cuadrilla del arte en el paso de la Borriquita", afirma José Ignacio Landaluce, alcalde de Algeciras. "El mayor reconocimiento que le podía hacer Algeciras a Pepe Jurado fue esa placa homenaje en la calle Montereros, en agradecimiento a su compromiso y entrega a la ciudad", añade el primer regidor algecireño.
"Pepe, además de buen amigo, era esa persona que siempre estaba disponible cuando se le necesitaba. Era fuerza, coraje, sentimiento y solidaridad. Poca gente conoce la gran labor que realizaba ayudando a los más necesitados y colaborando con los indigentes en el Comedor del Carmen", subraya Landaluce.
La figura de Pepe Jurado no puede entenderse sin una hermandad, Borriquita; sin un paso, Jesús en su Entrada Triunfal en Jerusalén; y sin un día, el Domingo de Ramos. José María Pizarro, hermano mayor actual de la corporación salesiana, explica la enorme deuda que guardará para siempre la entidad con el que fuese durante más de 30 años capataz y uno de sus mayores valedores.
"Decir Pepe Jurado es decir Borriquita. Realizó un trabajo fundamental en la reorganización de la cofradía en el año 1981 y durante más de 30 años lo fue prácticamente todo y de todo en su querida hermandad. Estuvo toda su vida dedicado a ella, siendo durante más de tres décadas capataz del Paso de Cristo y miembro de junta de gobierno, en la que menos hermano mayor ocupó casi todos los cargos", detalla Pizarro.
"Implantó el costal a la ciudad de Algeciras de una manera extraordinaria y colaboró manifiestamente en levantar la Semana Santa de la ciudad. Además, como detalle, gracias a él se consiguió por primera vez que los capataces vistieran con el traje negro, algo insólito en Algeciras hasta el momento", añade el regidor de la corporación del Domingo de Ramos. "Fruto de todo ese trabajo y de esa personalidad, que sólo él tenía, se consagró un grupo humano y una cuadrilla de costaleros que difícilmente podrá superarse. Aquello a lo que se llamó la Cuadrilla del arte supuso un antes y un después y marcó la vida de muchas personas que durante esos años estuvieron a su lado", asegura. "Su figura siempre estará ligada a la historia de La Borriquita", sentencia.
Darío Jurado, hijo del ilustre capataz, relata también lo que supuso trabajar al lado de su padre durante esos dorados años. "Mi padre trataba a sus cuadrillas de costaleros, y así me enseñó a hacerlo, como si fueran sus hijos. Para él, ellos eran lo primero y ellos le devolvían ese cariño como nunca he visto. El mejor premio es ver como se les ilumina la cara todavía cuando hablan de él", dice. "Ser el hijo de Pepe Jurado, en el mundo cofrade, es un orgullo, un privilegio y a la vez una gran responsabilidad. Reconocido como buen cofrade y mejor capataz, sin duda, el título para el que más méritos hizo fue para el de buena persona", sostiene Darío.
Paco Illescas, reconocido cofrade algecireño y uno de los baluartes y hombres más representativos de aquella cuadrilla de costaleros, relata lo que supuso meterse debajo de un paso a las órdenes de Pepe Jurado. "A Pepe habrá que agradecerle siempre el aguante que tuvo en aquellos comienzos para que un grupo de amigos se fuera convirtiendo año tras año en una cuadrilla de costaleros. Una cuadrilla con sus limitaciones pero que fue el germen de la situación actual, en la que se ha unificado y asumido el costal por todas las hermandades", afirma.
"Tuvimos la suerte de contar con él en Borriquita. Su actitud vital, sus ganas y su don de gentes ante todas las propuestas de la junta de gobierno fueron fundamentales para que se llevasen a cabo muchos proyectos", añade. "Muchas veces no se comprendían sus arrebatos y su peculiar forma de entender la Semana Santa pero él fue siempre así hasta el final de sus días: todo corazón. Y al corazón cuesta trabajo pedirle explicaciones", defiende Illescas.
"He tenido la fortuna de estar a las órdenes de grandes capataces tanto aquí [Algeciras] como en Sevilla y te puedo asegurar que jamás vi a nadie ser tan feliz delante de un paso. Era para escucharlo cuando el Domingo de Ramos se recogía la cofradía y saludaba uno por uno a todos los costaleros. Su habitual y conocido don de palabra no le era suficiente para buscar las frases de agradecimiento por el rato que le había hecho disfrutar su gente", explica uno de sus hombres de confianza. "Si me preguntaran algún día qué es la felicidad, lo tengo claro: Yo vi a Pepe Jurado mandar un paso", añade.
Illescas defiende también la labor solidaria de Jurado. "Como amigo compartí multitud de anécdotas y vivencias con él, siempre tenía algo nuevo en mente. Aunque lo que más me cautivó de su persona fue cuando le dedicó los últimos años de su vida a los pobres, a quienes lavó y vistió con sus propias manos en el bendito comedor del Carmen", detalla. "Esa sí que fue su mejor chicotá", sentencia.
No cabe la menor duda de que su trascendencia va más allá de la simple figura de un capataz más en Algeciras, pese a los muchos años que ostentó el martillo. Su legado fue mucho mayor y caló profundamente en muchas generaciones de amantes de la Semana Santa y del costal. Es por eso que a Pepe Jurado siempre le acompañó el sustantivo de maestro al nombrarle, además del de capataz de capataces.
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