Algeciras

La casa de acogida de Pescadores continúa sin esperanza de abrir

  • El edificio lleva más de dos años cerrado tras aparecer grietas

  • El Consistorio, tras asumir la rehabilitación en 2015, apunta al Obispado como responsable del desuso

Las rejas, cerradas, en la zona exterior de la iglesia de Pescadores que comunica con la casa de acogida La Esperanza.

Las rejas, cerradas, en la zona exterior de la iglesia de Pescadores que comunica con la casa de acogida La Esperanza. / fran montes

Quién iba a decir que el camino para su solución definitiva sería su gran enemigo. La casa de acogida de Pescadores se ha quedado sin esperanza, los días pesan y la puerta sigue cerrada desde el 13 de septiembre de 2014 cuando el peligro de derrumbe se abrió paso entre grietas que afloraron en su pared. Ya apenas queda nada de aquel cobijo en el que el Padre Andrés Avelino, ya jubilado, daba atención a migrantes y transeúntes que lo necesitaran, hasta 40 personas llegaron a atender. Ni siquiera Avelino es ya el cura de la parroquia, el que fuera sin duda el gran germen de la solidaridad de la barriada en torno a la casa La Esperanza.

La buena voluntad del Ayuntamiento de Algeciras al asumir las obras se ha topado con la burocracia y con el Obispado de Cádiz. Hasta la fecha "no hay ningún movimiento", apuntaban a este diario fuentes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta. El problema se ha enquistado de tal manera entre las administraciones que ya adormece el vacío de este servicio social, que tanto valor tuvo en años pasados.

Lo alarmante a estas alturas es la falta de avances en un equipamiento que tanto bien haría para las personas en riesgo de exclusión social o aquellos migrantes que llegan a la ciudad sin ningún tipo de ayuda social. La casa de acogida, que forma parte de los terrenos de la parroquia de Pescadores, fue cerrada por seguridad dejando a decenas de personas vagando, nuevamente, por las calles en busca de un destino menos ingrato.

Las obras se ejecutaron en base a un convenio firmado entre el Ayuntamiento y el Obispado en mayo de 2015. El presupuesto ascendió a 31.000 euros, salvo 9.000 que aportaría la entidad aseguradora y que aún no ha recibido la administración local, pese a que la rehabilitación del edificio se dio por concluida el pasado febrero, prácticamente hace un año. Lo natural debía haber sido la apertura inmediata, pero no fue así.

El concejal de Urbanismo, Diego González de la Torre, explicaba ayer a este diario que el Ayuntamiento está pendiente aún de cobrar la parte que paga la aseguradora, cuantía que tiene depositada el Obispado pero no ha entregado a la administración local. El problema es que la institución eclesiástica pide al Consistorio la licencia de primera ocupación de todo el edificio, pero reitera el concejal que no puede ser así porque la administración algecireña certifica sólo la obra que hizo, no el resto. En la última reunión González de la Torre solicitó al Obispado que les presentara un proyecto para legalizar la obra en la que no intervino el Ayuntamiento y a partir de ahí, bajo revisión de los técnicos locales, se podría dar la licencia.

La situación intentó desatascarse cuando culminaron las obras. De la Torre invitó a los representantes del Obispado a llegar a este punto de conciliación presentando el proyecto sobre la parte antigua, pero no ha habido respuesta hasta ahora. El concejal reconoce que la situación la conoce tanto el Vicario de Algeciras como el párroco de Pescadores, por lo que insiste en que "la obra está terminada, el problema no es del Ayuntamiento". De hecho el edil apunta que la parte nueva se puede habitar en cualquier momento, pero no pueden certificar la zona en la que no han intervenido.

Las personas necesitadas no entienden de papeleo y hay algún que otro migrante que, despistado, sigue acudiendo a buscar cobijo. Avelino recordaba en este mismo diario que los usuarios de esta casa, en su mayoría, eran migrantes llegados en pateras a las costas españolas que encontraban en la casa La Esperanza su primer mano de auxilio. El boca a boca dio lugar a lo que se convirtió más tarde, un auténtico refugio de acogida.

Un movimiento de tierra en los pabellones militares que formaban la Era de las Torres provocó las grietas en el edificio junto a la parroquia. Estos terrenos citados eran un antiguo acuartelamiento junto al entorno parroquial y el deseo de Avelino, precisamente, era que les cedieran y adecentaran parte del solar, que entonces gestionaba el Ministerio de Defensa, para poder dar una mayor vida y actividad a los usuarios de la casa de acogida.

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