Viajar con el cuerpo minado de 'bellotas'
El 90% de los individuos que la Guardia Civil envía a que se realice una radiografía en el puerto de Algeciras o en el hospital porta droga en el interior del organismo
El cabo primero de la Guardia Civil Bernardo Arrabalí explica que el proceso de las bolas empieza en Marruecos, donde la gente compra el hachís, según la capacidad de cada uno.
Normalmente la droga es adquirida por los dueños de la mercancía ya que los pasadores -culeros o vagineras- son solo el vehículo. En este sentido, la Guardia Civil añade que hay gente del Norte de España que se "baja al moro" para su propio negocio. "Son gente de Asturias o Galicia que con el beneficio tienen para vivir dos o tres meses. Estas personas optan por cruzar el Estrecho con su vehículo donde viajan con otras personas. Suelen ir a Chauen o al Rif y allí se cargan, pasan la droga a Ceuta y o se la tragan en la frontera o en unos bares de la zona", revelan.
Arrabalí señala también que los que vienen de Madrid, Sevilla y Córdoba son meros correos y la mercancía no les pertenece. Las bolas de hachís las adquieren totalmente preparadas. El mercado está muy especializado. Los culeros se tragan la mercancía con la ayuda de un yogur. "No mucho yogur para que quepa más droga que yogur", subraya aunque el que está acostumbrado, añade, se traga las bellotas a palo seco.
La Guardia Civil está al tanto de la llegada de los ferrys. Los que llegan de noche son los más utilizados por los pasadores porque normalmente ya no está la ATS, que trabaja en Aduanas. La alarma salta o bien por la pinta que tienen, por el DNI o porque le han visto pasar muchas veces. Entonces los guardias civiles ponen su instinto a trabajar. De hecho, el 90% de las personas sospechosas que son enviadas a hacerse una radiografía llevan droga en el interior de su cuerpo.
Sobre los culeros, los guardias detallan que necesitan tiempo ya que pueden tirarse tres días evacuando. Permanecen en la estación marítima hasta que sale toda la droga. La mayor cantidad que consta en el interior de un cuerpo son 2,2 kilos. Una persona cargada. El correo idóneo es un individuo delgado y alto. Ese es el perfil necesario para grandes cantidades. En cambio, los que se introducen la mercancía por el ano no llevan más de 300 gramos. Suelen ser de Ceuta o de la provincia de Cádiz. Tienen otra forma de trabajar. Mucho más rápida.
Muchos relacionan la sempiterna crisis con este ejercicio aunque los agentes de la Guardia Civil de Algeciras no lo tienen tan claro. "La crisis no tiene nada que ver. El paso de culeros sube o baja. Son rachas", advierten.
Los agentes reconocen que hay verdaderos profesionales en este mercado. El nerviosismo, según ellos, no es un rasgo que caracteriza a los culeros. "Puede ponerse nerviosa una persona que trae droga en una maleta o pegada al cuerpo. Pero un culero viene tranquilo porque sabe que lleva el hachís dentro del cuerpo y que sólo se verá si le hacen una radiografía", apostillan.
En la media de edad tampoco hay una norma. Este verano detuvieron a una mujer de 68 años. Tampoco hay ningún perfil fijo. El estudio del comportamiento de una persona es la clave para que los agentes le den el alto.
El hachís no mata a la persona aunque lleve dentro mucha cantidad. Es una droga dura y los jugos gástricos no producen efectos secundarlos. No obstante, el principal problema para estos pasadores es la evacuación de la droga. Hay gente que no puede o que se le tuercen las bellotas. Van detenidas en ambulancia al hospital Punta de Europa donde conocen perfectamente el protocolo. Son expertos y han tenido que operar a gente. De hecho, una persona murió porque se le cruzó una bola en la intervención quirúrgica.
Las vagineras también cumplen su cometido. Se valen de vaselina para introducirse el hachís. Los agentes muestran bolas de medio kilo y garantizan que hay mujeres que han llegado a "parir" un kilo. La táctica para escaparse de estos controles es decir que están embarazadas aunque en estos casos van directamente a hacerse una ecografía al hospital. Ha habido casos de vagineras que están en la sala de detención y aunque dicen que no llevan nada, van al cuarto de baño, sueltan la bola y se la vuelven a meter. Igualmente hay culeros que se tragan las bellotas después de deponerlas.
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