TOROS EN LA FERIA REAL DE ALGECIRAS | TERCERA DE ABONO

Perera, Puerta Grande generosa

  • El diestro pacense corta dos orejas y sale a hombros

  • Cayetano, muy dispuesto y que sufrió una seria paliza, y Pablo Aguado, con un toreo de muchos quilates, consiguen un trofeo cada uno

Miguel Ángel Perera, en su salida a hombros de la plaza de toros de Las Palomas.

Miguel Ángel Perera, en su salida a hombros de la plaza de toros de Las Palomas. / Jorge del Águila

Entre las exigencias de Madrid y Pamplona hay varias ferias amables, como la de Algeciras, donde el público se entrega con fervor. Si el torero responde, ese fervor se convierte en pasión y a veces ciega. Resulta que Miguel Ángel Perera remató una gran faena con un metisaca en los bajos que produjo derrame y casi muerte súbita a su segundo. El público llegó a solicitar las dos orejas y el presidente concedió una que junto a la que el torero había ganado en su primero sirvió de pasaporte para la Puerta Grande. En esa pasión ciega también hay que aclarar que el respetable ovacionó a un par de toros mansos en el arrastre.

El triunfador, Miguel Ángel Perera, estrella de la jornada, con el descubrimiento de un azulejo conmemorativo en Las Palomas en recuerdo a su magna faena a Libelula, de Jandilla, indultado el año pasado, fue recibido, tras el paseíllo, con una fuerte ovación que compartió con sus compañeros, Cayetano y Pablo Aguado, que a la postre cortaron una oreja cada uno.

Ficha del festejo. Ficha del festejo.

Ficha del festejo.

Perera, con el encastadito que abrió plaza, pero que fue a menos, anduvo fácil con el capote; saliendo apurado en una chicuelina en su quite correspondiente y realizó una faena en la que lo mejor lo logró con la diestra. La estocada al primer envite fue decisiva para el merecido trofeo.

La faena más compacta de la tarde la realizó Perera en el cuarto, un colorao, anovillado, con movilidad, pero sin clase y a menos, ante el que el pacense, que cuajó un gran quite por gaoneras, se impuso con firmeza y toreó con temple y ligazón. Fue una obra en la que estuvo muy por encima de su oponente y que comenzó de manera explosiva, en los medios y con la diestra, alternando hasta tres pases por la espalda, rematando con un cambio de mano y el de pecho. Saltó la música y el personal, totalmente metido en una obra que continuó creciendo en las afueras y entre oles por su ligazón y temple. El toro comenzó a pararse y Perera epilogó con un serio arrimón. Era obra de premio mayor que emborronó con el citado metisaca y premiada para que la tarde acabara con una Puerta Grande generosa.

Cayetano se las vio en primer lugar con un manso de libro. Realizó una labor con entrega, pero sin apenas opciones al lucimiento. El astado, antes salir suelto y rajarse completamente, aguantó un inicio por bajo y unos ayudados con la izquierda.

Cayetano se la jugó con arrojo y puso toda la carne en el asador ante el quinto, un astado con movilidad, peligro y que se rajó pronto. El diestro madrileño, tras unas verónicas genuflexas, fue cogido en un quite por gaoneras, sufriendo una tremenda paliza de la que se recuperó para seguir toreando. Conquistó al público en una faena en la que predominó la disposición, que comenzó de rodillas entre oles. Mató de media y descabello y fue premiado con un trofeo.

El tercer toro, con peligro y manso, tras un puyazo en toda regla del picador que hacía puerta, no dio opciones en la muleta para el lucimiento a Pablo Aguado, que lo recibió con verónicas.

El sexto, que al igual que el primero remató contra un toro pintado en tablas, rompiendo la bella estampa con sus pitones, resultó noble. Aguado no falló y tras unas verónicas entonadas bordó una media de escándalo. Pergeñó una faena breve en la que dejó con la miel en los labios, realizando un toreo de muchos quilates por ambos pitones. Con la zurda llegaron los naturales más bellos y despaciosos del festejo y con la diestra imprimió suavidad a su muleteo. Cerró con naturales de frente. Los remates y aderezos, como un cambio de mano, tuvieron entidad torera. Mató de pinchazo y estocada y cobró la última oreja del espectáculo y del ciclo algecireño.

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