De la Politécnica al Canal de Panamá
El algecireño Antonio Cabello, de 30 años, jamás imaginó que formaría parte de una de las mayores obras del mundo, que se inaugura hoy Su norte no deja de ser el sur, su tierra
Se llama Antonio Cabello Pérez-Blanco, en su DNI consta como algecireño, tiene 30 años y desde hace tres es jefe de área en el sector de obra civil encargado de la producción para la construcción del famoso Canal de Panamá, entre el mar Caribe y el Océano Pacífico. Este domingo, 26 de junio, será un día histórico para él ya que se inaugura esta majestuosa obra de repercusión mundial. "Haber participado en la construcción de este nuevo canal que aumentará el tráfico marítimo mundial y, sin duda, beneficiará al puerto de Algeciras me hace sentir un punto de satisfacción por el trabajo realizado".
Pese a estar alejado de su tierra no pierde su norte, que es el sur. Haber vivido cerca del paseo marítimo algecireño viendo el puerto le hace sentirse un poco especial en este proyecto: "Veo todos los días pasar los buques portacontenedores por el canal antiguo e imagino que van o vienen de Algeciras".
Se formó desde los cinco años en el colegio Los Pinos hasta Bachillerato. Luego estudió en la Escuela Superior Politécnica de Algeciras de la Universidad de Cádiz (UCA) Ingeniería Técnica de Obras Públicas y más tarde Caminos Canales y Puertos en la Universidad de Alicante. Trabaja en el consorcio de empresas Grupo Unidos Por el Canal como ingeniero en la ampliación del mismo. Como jefe de área se encarga de dirigir y controlar la ejecución de las tres tinas de reutilización de agua en las esclusas del lado Pacífico, cuya finalidad es la reutilización de un 60% del agua necesaria para llevar a cabo los esclusajes, ya que sin la reutilización de agua la capacidad del lago Gatún que abastece las esclusas del Canal de Panamá sería insuficiente.
No fue fácil marcharse, tomar un avión y dejar atrás a familia y amigos. Cuando finalizó sus estudios decidió que lo mejor para su carrera y para tener algunas oportunidades era salir al extranjero. "Barajé varios países y finalmente me decidí por Panamá ya que un familiar estaba trabajando desde hacía un año en el proyecto y me animó a venir, es un país en pleno desarrollo".
Pasó casi un mes, repartió más de 150 currículum en mano por la ciudad pero finalmente le llamaron y tuvo la oportunidad de entrar a trabajar en la ampliación del canal en las esclusas del Pacífico. Al principio viajó solo y su esposa se quedó en Algeciras. A los siete meses ella dejó su trabajo de enfermera en su tierra natal para mudarse a Panamá. "Al principio el impacto es grande pero con el tiempo te adaptas al país, aunque siempre hay cosas que se echan de menos".
Cuando terminó sus estudios en plena crisis de la construcción este tipo de proyectos sólo los veía por la televisión y "creía que eran inalcanzables". "En esos primeros años solo piensas en encontrar cualquier trabajo, el que sea, pero después de lo que he vivido te das cuenta que está al alcance de todos, siempre hay que tener suerte y estar en el sitio y el momento adecuado, pero todo es posible si se intenta".
El algecireño mira atrás y no se arrepiente de haberse marchado al preguntarse si se hubiera marchado con la posibilidad de trabajar en España en un proyecto de altura. "Realmente merece la pena el sacrificio de salir del país porque es algo único, que nunca volverás a ver y como profesional te hace avanzar muchísimo. Pero es difícil de decir, si hubiera tenido un trabajo en España que cumpliera mis expectativas no sé si habría dado el paso de salir".
En concreto, en la ampliación del Canal de Panamá considera que su aportación ha sido básicamente sus conocimientos técnicos, que han sido fundamentales para afrontar las dificultades del día a día, así como la juventud, la fuerza, las ganas de trabajar y la ilusión por sacar todos los días adelante un proyecto único.
Lo primero que le dijeron cuando le llamaron para la entrevista fue que tenía que estar dispuesto a trabajar mucho y "así ha sido y creo que es lo que más han valorado". Es el trabajo más exigente que ha conocido. Ha trabajado 24 horas al día 365 días al año y como mínimo tiene que dedicarle trece o catorce horas diarias. "Pienso que si haces el esfuerzo por salir de tu país para trabajar tienes que ir con ganas de comerte el mundo y eso es fundamental para conseguir seguir el ritmo de esta obra y poder avanzar en el trabajo".
Este domingo culmina una etapa imborrable en su vida. "Una obra como esta sólo se repite una vez cada 100 años y los compañeros de mayor edad dicen que nunca han trabajado en nada igual". Ahora mismo las mega-construcciones se sitúan en países de América del Sur o la península Arábiga, ya que son las zonas del mundo que están viviendo un mayor desarrollo de las infraestructuras. Aunque su papel en Panamá acabe no sabe si volverá, todo dependerá de las ofertas de trabajo que pueda tener cuando finalice en el proyecto, será una decisión que tendré que tomar junto a mi esposa cuando llegue el momento.
Este algecireño soñador desearía seguir siendo parte de algún proyecto internacional en otro lugar del mundo y poder seguir avanzado profesionalmente, pero "uno nunca se quita de la cabeza volver y trabajar en tu tierra, formar parte de algún proyecto de tu país o crear algo para ayudar a mejorar nuestra situación". Su futuro está aún por decidir pero sabe que tarde o temprano "volveré porque vivimos en uno de los mejores lugares del mundo y eso tira mucho".
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