Metalsa: 6 años y una espera

En la gigantesca nave un trozo de una caja de cartón recuerda lo que hubo y lo que fue. "Metalsa. Litografía y fabricación de envases metálicos y compuestos. Málaga y Algeciras", se lee. El cartón reposa sobre una pila de latas oxidadas por el tiempo. El tiempo que ha pasado es de seis años. Se han cumplido seis años del Expediente de Regulación de Empleo que acabó con la fábrica algecireña.

La efeméride no es la de esos números o grupos de años redondos y recurrentes. No se ha cumplido un lustro o una década, sino seis años. Este aniversario, sin embargo, en el caso de Metalsa, es señalado. Es el primero transcurrido desde el cierre al que sus 52 extrabajadores han llegado tras haber cobrado una parte de las indemnizaciones que les corresponden.

El ERE de Metalsa contemplaba finiquitos de 40 días por año trabajado, alrededor de 80.000 euros por empleado. La situación de insolvencia de la empresa, empero, impidió que se hicieran efectivos. Los bienes de la compañía fueron embargados por el juzgado y salieron a subasta en julio de 2009 a un precio de salida de 4,1 millones de euros, pero quedó desierta.

En resumen, que Metalsa bajó la persiana en 2006 y no fue hasta principios de octubre de 2011 cuando el Fondo de Garantía Salarial (Fogasa) aprobó el expediente de la empresa. El dinero que han recibido hasta el momento los extrabajadores corresponde a la cantidad liberada por el organismo del ministerio de Trabajo. Y hasta que ocurrió, un lapso dramático de más de cinco años y medio, los exempleados tuvieron que organizarse y movilizarse, meses, años y convocatorias de reivindicaciones para lograr lo que les pertenecía.

Cada extrabajador cobró aproximadamente unos 30.000 euros. Es decir, ¿qué ocurre con más o menos la media de 50.000 euros que aún cada uno tiene derecho a percibir? Pues sólo los podrán conseguir con la venta de los terrenos de Metalsa como acreedores de la empresa en la que trabajaron. O sea, la espera. Y ahora al menos está reciente el balón de oxígeno del Fogasa.

El problema es que la burbuja pinchó. Algunos presuntos interesados en los terrenos se han dirigido a los extrabajadores y, cuando se ha planteado ir a dialogar con el Ayuntamiento, se han quitado de en medio.

En la nave de Metalsa lo que hay ahora es abandono y algunas latas oxidadas. Y también por cierto un montón de neumáticos y un montón de parachoques que parecen haber sido desguazados.