El Kursaal Club

La Conferencia Internacional celebrada en Algeciras en 1906 da reconocimiento turístico a la ciudad en el mundo · Testigos de la época señalan que lo frecuentaba el General Primo de Rivera

El Kursaal Club
El Kursaal Club
Antonio Torremocha

25 de noviembre 2012 - 07:39

La Conferencia Internacional sobre Marruecos, celebrada en Algeciras en el año 1906, tuvo como una de sus consecuencias que la ciudad fuera conocida en todo el mundo. Esa circunstancia, unida a su privilegiada posición geográfica, la cercanía de Marruecos -región cada vez con un mayor protagonismo en la esfera política internacional por aquellos años- y de la pujante colonia inglesa de Gibraltar situada al otro lado de la Bahía, favoreció la llegada de turistas de alto nivel económico y de acaudalados empresarios gibraltareños y británicos que acudían, también, debido a la existencia de uno de los mejores hoteles de Europa en la ciudad: el Hotel Reina Cristina, y de una línea de ferrocarril que unía Algeciras con las principales ciudades del continente a través de Bobadilla y Madrid.

Esta afluencia de viajeros y de turistas, sobre todo llegados del Reino Unido, permitió el desarrollo de la industria hotelera local y de instalaciones lúdicas, con novedosos proyectos, algunos de los cuales que no llegaron a hacerse realidad, como el Gran Casino de Algeciras que iba a erigirse al sur del Hotel Reina Cristina o el Balneario del Saladillo proyectado por empresarios alemanes, pero otros que sí se convirtieron en emblemáticos lugares de ocio como el Kursaal Club de Algeciras, cuya propaganda, aparecida en el semanario El Duende de la Comarca en su número 85 publicado el 28 de abril de 1921, decía: "Elegante y confortable local situado en el pintoresco Paseo de la Conferencia. Hermosas vistas a la Bahía. Orquesta sinfónica. Proyecciones diarias de cine y varietés. Bar de primer orden".

El Kursaal abrió sus puertas en el litoral situado a los pies del Hotel Reina Cristina en el año 1910. Se trataba de un edificio de madera, de planta rectangular y tejado de chapas onduladas que penetraba en el mar, a modo de un palafito, sostenido por numerosos postes de madera. Presentaba amplios ventanales acristalados en sus cuatro frentes y disponía de una terraza mirando a la Bahía sustentada por unas especies de tornapuntas de madera. Su promotor fue Mr. Jorge Croisée d'Ancourt, el cual solicitó licencia al Ayuntamiento y unos terreros en la playa del Chorruelo para construir lo que él llamaba casino-balneario que estaría vinculado, principalmente, a las actividades recreativas juego, bailes, auditorio de música, etc.) destinadas los turistas que estuvieran hospedados en el cercano hotel.

El Consistorio le concedió la licencia que solicitaba a cambio del pago de una renta con la condición de que, a los ocho años de explotación, el edificio y todos sus enseres pasaran a su propiedad. A partir de entonces el Ayuntamiento procedería a arrendarlo a la sociedad representada por el señor Croisée por un período de doce años por la cantidad de 1.000 pesetas anuales los primeros seis años y 1.500 los siguientes.

Pérez-Petinto refiere que "inaugurado el casino, los recreos que en él hallaban los numerosos turistas que se alojaban en el antiguo y lujoso Hotel Reina Cristina, favoreció en gran modo la venida de turistas a Algeciras". Luis de Armiñán, en 1911, escribió sobre El Kursaal lo que sigue en su novela La calle Real y el callejón del Muro: "Algeciras comenzó a iluminarse y el jaulón del Kursaal, clavado sobre el agua, brillaba triunfador. Era un barracón de madera y cristal, con balcón corrido sobre el mar, en el que se jugaba y bailaba".

Hasta junio del año 1912 la sociedad concesionaria pagó la renta estipulada, pero a partir de esa fecha, quizás porque el Ministerio de Gobernación prohibió en ese año los juegos de azar, dejó de hacerlo. El Ayuntamiento recuperó el edificio y, una vez en posesión del local, lo destinó a diversos usos. Durante la Dictadura del general Primo de Rivera el edificio se seguía utilizando como Club Náutico, al menos así aparece en postales de la época. Posteriormente se cubrieron todos sus paramentos exteriores con tablazones para dar mayor seguridad al edificio, como se puede comprobar en la fotografía del año 1930 que se incluye en este artículo.

En 1934 se trasladó al Kursaal el Instituto de Segunda Enseñanza -ubicado hasta entonces en el edificio de los González-Gaggero, luego Hotel Sevilla- entretanto se acometían las obras de construcción de un nuevo edificio destinado a Instituto en las afueras de la ciudad, en los llamados altos del Calvario. En un plano de la época conservado, proporcionado por el profesor José Juan Yborra, se recoge la remodelación que hubo que hacer al Kursaal para adaptarlo a centro de enseñanza.

Según la distribución expuesta en dicho plano, contaba con seis aulas, laboratorio de historia y naturales, laboratorio de física, sala de profesores, sala de señoritas, oficinas, secretaría, dirección y portería. Además, la terraza que daba a la Bahía podía ser utilizada como improvisado patio de recreo o zona de descanso por el alumnado.

El Kursaal, continuó ejerciendo la función de centro educativo, a pesar de las deficiencias que presentaba y de la excesiva humedad del lugar provocada por la existencia del mar bajo su suelo de madera, hasta el 16 de octubre de 1942, cuando un incendio, al parecer provocado por una chispa desprendida de la locomotora de vapor del tren de vagonetas que transportaba piedras para las obras del muelle Pesquero, destruyó el palafito en menos de una hora. Algunos de estos alumnos aseguran que el desalojo del improvisado centro educativo se hizo en absoluto orden, salvando, los alumnos de más edad, los documentos académicos que se custodiaban en el archivo del Instituto siniestrado.

En los años cincuenta, sobre los pilotes de madera que quedaron emergentes en la arena de la playa después del incendio, se estableció un "chozo de playa" o bar al que acudían los usuarios de la vecina playa del Chorruelo durante el verano.

Según algunos testigos, entre ellos el que fuera cronista oficial de la ciudad, Cristóbal Delgado Gómez, al Kursaal acudió en numerosas ocasiones el general Primo de Rivera durante el tiempo que, como militar, estuvo destinado en la ciudad.

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