Un 'Huracán' para la integración
El Club Deportivo y Cultural prepara su decimoquinto aniversario · La asociación continúa durante el verano con sus diferentes actividades, destinadas a jóvenes de las barriadas de La Piñera y El Saladillo
El sonido resuena en los altos muros del polideportivo Manuel Marín, alias Periquito. Allí, mientras por los alrededores no asoma un alma, escondidas todas por el calor y las altas temperaturas que designa este verano; un grupo de chavales encesta unas canastas en el interior del pabellón. El reloj apenas marca las 18:00 horas. Y las pelotas de baloncesto ya vuelan de unas manos a otras; los gritos de ánimo se entremezclan con algún "vamos" y "venga quillo"; y los jóvenes, uniformados con la misma camiseta, corren por toda la pista. De una punta a otra. Sin mayores preocupaciones.
Todos ellos pertenecen al Club Deportivo y Cultural Huracán, que soplará en 2013 las velas de su decimoquinto aniversario. Queda ya lejos aquel año de su fundación, recuerda su presidente, Alberto Guerrero, cuando decidió impulsar actividades entre los niños y adolescentes de las barriadas de La Piñera y El Saladillo. "La idea nació de un padre de la zona, que mostró su preocupación por cómo estos chavales conviven tan cerca del mundo de las drogas", explica el representante del colectivo.
En el Periquito, junto a la pista, varios jóvenes observan el entrenamiento de sus compañeros. "No se han traído la camiseta", alega Guerrero. Un requisito indispensable para poder saltar a la cancha; ya que, según resalta el presidente de Huracán, el objetivo del Club también pasa por inculcar mayor disciplina a los chavales. "Las actividades que promovemos se enfocan a fomentar el ejercicio y el crecimiento de las virtudes humanas: la laboriosidad, la lealtad, la amistad, la sinceridad, la solidaridad y el optimismo", reza el programa de principios de la asociación.
Un Club al que, actualmente, pertenecen cerca de un centenar de menores de dichas barriadas. Los chicos juegan en siete equipos de distintos deportes, ligas y categorías. Y, además, según resalta Guerrero, algunos de los monitores conocen a Huracán en profundidad. "Ellos mismos empezaron en el Club", resalta Guerrero.
El programa social nació con la idea de sacar a los chavales de la calle; de alejarlos de malos ambientes; y, sobre todo, de inculcarles valores a través de la actividad deportiva. "Tenemos como principal objetivo la atención de jóvenes de estas barridas para prevenir la droga y la violencia", recoge el programa marcado desde Huracán.
Mientras tanto, mientras Alberto vigila el Periquito, los chicos del Club continúan con su jornada de entrenamiento. En las calles aledañas al polideportivo, un par de yonkis charlan entre ellos. A apenas unos minutos a pié, bolsas de basura se acumulan en una de las aceras de la barriada -justo a las espaldas del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de La Piñera- y un grupo de hombres, descamisados, transportan al hombro mesas y sillas desgastadas por el paso del tiempo.
"Durante estos casi quince años, hemos logrado que muchos jóvenes se metan a hacer el graduado", añade Guerrero, que incide en la alta tasa de absentismo escolar que se registra en estas barriadas algecireñas. "La verdad es que se desaniman enseguida. Pero son gente bastante buena", apostilla el presidente; quien subraya que, generalmente, tampoco cuentan con las condiciones familiares más óptimas para poder desarrollarse a nivel educativo con normalidad.
En el Manuel Marín se oye el bote de las pelotas, se escucha las charlas animadas de los chavales, se lee la palabra "Huracán" escrita en las camisetas azules de los adolescentes. En el Periquito se retan a regatearse, a encestar desde más lejos, a meter más puntos que nadie. Pero sólo se retan a eso. Los problemas, al menos durante una hora, vuelan fuera del Periquito.
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