Monumentos y edificios de Algeciras

El Hotel Reina Cristina (y II)

  • Capítulo 42. El establecimiento, referencia del turismo internacional, sufrió un incendio el 11 de enero de 1930 que lo devastó

  • Su reconstrucción finalizó en marzo de 1932

Una vista del hotel y de sus amplios jardines, entre 1901 y 1902, a poco de inaugurarse el establecimiento.

Una vista del hotel y de sus amplios jardines, entre 1901 y 1902, a poco de inaugurarse el establecimiento.

El lujoso hotel, de reconocido prestigio internacional, sufrió una gran desgracia el sábado 11 de enero de 1930. A las cinco de la tarde, según algunos medios, y a las seis, según otros, un pavoroso incendio, iniciado en la habitación número 89, se extendió rápidamente por todo el edificio sin que la guarnición militar de la ciudad ni los bomberos de Gibraltar, que habían acudido con presteza para sofocar las llamas, pudieran hacer nada por evitar la catástrofe por falta de presión en las tuberías de agua potable.

El periódico La Libertad, en su edición del día 12, recogía la crónica de su corresponsal en Algeciras de la que se ha extractado lo que sigue: “El incendio en el suntuoso Hotel Reina Cristina se inició a las cinco de la tarde. Precisamente a esta hora se encontraban en el magnífico edificio más de doscientas familias inglesas que se disponían a celebrar una comida y un baile de gala. Apenas descubierto el fuego, que estalló con gran violencia, los empleados del hotel se apresuraron a realizar el salvamento de las personas hospedadas… Las autoridades se personaron en el lugar del siniestro adoptando urgentes resoluciones para combatirlo… Las fuerzas del regimiento de Extremadura también intervinieron desde los primeros instantes… Ante la carencia de medios para combatir el fuego, las autoridades españolas requirieron el auxilio de las de la plaza de Gibraltar, y éstas, autorizadas por el Gobierno Inglés, enviaron el Servicio de Bomberos… A las once de la noche el fuego continúa y la población de Algeciras contempla con profundo dolor los efectos del terrible incendio… La destrucción del Hotel Cristina, hospedaje de jefes de Estado y otros magnates, deja sin empleo a más de cien familias…”.

El diario El Sol, en su edición del día 12, publicó la siguiente crónica remitida por su corresponsal a las 11 de la noche del día del siniestro: “El Servicio de Bomberos de Gibraltar ha tenido que marcharse porque el agua no tiene presión por la situación del edificio; éste será pasto de las llamas por ser una construcción muy cargada de madera y estar toda la viguería embreada… El director, Mr. Thompson, permanece aún dentro del edificio del hotel, en la planta baja. Los muebles, servicio de vajilla y demás han sido salvados; la caja de caudales, con las alhajas de los huéspedes también ha sido salvada… El hotel está asegurado por una Compañía inglesa y se confía en que por ser los propietarios del hotel ingleses también, será seguramente reconstruido pronto…”.

Fotografía tomada en 1933, tras la reconstrucción. Fotografía tomada en 1933, tras la reconstrucción.

Fotografía tomada en 1933, tras la reconstrucción.

En su edición del lunes 13 de enero, el diario La Voz decía: “El fuego del Hotel Cristina ha terminado. Sólo quedan las paredes maestras y algunas torres… Las pérdidas se calculan en unos cuatro millones de pesetas…”.

Las labores de reconstrucción se iniciaron rápidamente bajo la dirección del arquitecto Stanley Hamp, pues Collcutt ya había fallecido. El 15 de marzo de 1930 El Eco Patronal traía una noticia sobre los trabajos de reedificación del hotel. Dichos trabajos estuvieron acabados en el mes de marzo de 1932. El nuevo hotel se inauguró a mediados de dicho mes, al menos ésa es la noticia que recoge en su edición del día veintiuno el diario La Época cuando refiere que: “Hace unos días se celebró su inauguración con un banquete de 120 cubiertos al que fueron invitadas las autoridades y personas más significadas de Gibraltar y Algeciras. En el transcurso del acto pronunció un discurso el propietario y presidente de la Sociedad “The Iberian and Mediterranean Hotels Company Limited”, Alexander Henderson, ya investido lord Faringdon.

Descripción del edificio

El hotel, que se edificó entre 1898 y 1901, seguía, como no podía ser de otro modo, los esquemas del estilo victoriano. Se distribuía en cuatro crujías, cada una de ellas con dos plantas ―entresuelo y planta principal― habilitando entre las citadas crujías un patio cuadrado a cielo abierto. Los extremos o alas que daban a los jardines y a la Bahía se remataron con sendas torres-miradores de planta poligonal a partir del segundo piso.

Una torre, también de planta poligonal, se elevaba sobre las crujías dominando el conjunto. Todo el edificio se cubría con tejados a dos aguas de tejas árabes vidriadas en verde en los que sobresalían las abundantes chimeneas con que contaba el hotel. El arquitecto debió hacer una concesión al arte hispano-musulmán abandonando las tradicionales cubiertas de tejas planas inglesas. Los pavimentos de pasillos, salones y habitaciones eran de madera.

Patio que se cubrió tras la reconstrucción. Fotografía de Luciano Roisín realizada en torno a 1935. Patio que se cubrió tras la reconstrucción. Fotografía de Luciano Roisín realizada en torno a 1935.

Patio que se cubrió tras la reconstrucción. Fotografía de Luciano Roisín realizada en torno a 1935.

En cuanto a los materiales de construcción, se usó, sobre todo, la mampostería y el ladrillo rojo, con los cuales se trazaron fajas muy decorativas por debajo de los aleros, se recercaron ventanas y se confeccionaron las jambas y los arcos de medio punto que cubrían las puertas. El empleo de la madera, embreada para las vigas y barnizadas para los pavimentos, fue otra de las características del edificio, circunstancia a la que no estuvo ajena la rápida expansión del incendio de 1930.

Y como no podía faltar en este tipo de establecimiento construido al estilo inglés, al mismo tiempo que avanzaban las obras del hotel se fueron sustituyendo las rústicas huertas por un espléndido jardín de tipo subtropical, como se puede comprobar al visualizar las postales y fotografías de principios del siglo XX conservadas. Abundaban los pinos, palmeras tropicales, yucas, araucarias, árboles de Júpiter, cipreses, acacias de Constantinopla, jacarandas y vistosas plantas ornamentales que cubrían los diferentes parterres. Para completar el aura romántica del conjunto hotelero, en la parte occidental del jardín se conservó un viejo pozo que fue de noria, probablemente de origen medieval, y los restos de unas viejas edificaciones.

Cuando las llamas arrasaron el hotel el 11 de enero de 1930, no quedando más que algunos muros maestros y varias torres ―en palabras de un corresponsal de prensa de la época― se procedió a su reconstrucción, como ya se ha referido. Pero este nuevo hotel se edificaría con algunas diferencias notables con respecto al anterior. En vez de las dos plantas, con que contaba el edificio original, se construyeron tres; se abandonó el pavimento de madera; el patio central se cubrió con una claraboya y las galerías que lo rodeaban con arcos de medio punto peraltados que descansaban sobre pilares y columnas alternativamente.

También se dotó a todas la habitaciones de agua corriente ―en la etapa anterior las camareras tenían que transportar el agua a las habitaciones de los huéspedes en grandes jarras vertiéndola en palanganas de porcelana―. En 1913 se edificó una pequeña capilla en terrenos del hotel para atender las necesidades religiosas de las personas alojadas. Poseía siete ventanas con elegantes vidrieras que le proporcionaban unas reminiscencias medievales.

Cuando estalló la Guerra Civil y después de que la ciudad fuera bombardeada el 7 de agosto de 1936 por el acorazado republicano Jaime I, el director del hotel mandó desmontar las vidrieras por temor a que fueran destruidas por la explosión de los obuses que pudieran caer en la Villa Vieja. Una vez finalizada la contienda no se volvieron a colocar en sus respectivos vanos, desconociéndose cuál fue su paradero. En 1951 el Obispo de Gibraltar compró la capilla del hotel para venderla, años después, a unos particulares que procedieron a su demolición.

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