La Feria Real, una fiesta para saber la evolución de Algeciras a la hora de divertirse

Enrique Pérez Benítez es sobrino nieto de Juan Pérez Arriete, un algecireño nacido en 1888 y que falleció 73 años después, tiempo en el que estudió y protagonizó una interesante porción de la vida y de la historia de la ciudad que amó. Dejó un buen legado de documentos, propios y ajenos. Un día, hace algo más de un año, un hombre desveló a Pérez Benítez que debía entregarle un amplio archivo documental de su tío abuelo que había guardado con mimo durante más de treinta años.

Ese archivo nutre la exposición organizada por la asociación Memoria de Algeciras y abierta en el Centro Documental José Luis Cano. Carteles, entradas de toros, fotografías, anuncios de actividades, extractos de un pregón, programas de mano destilan los primeros cien años de la Feria Real. Son copias de documentos hasta ahora inéditos, rescatados para compartir recuerdos y generar conversaciones sobre cuándo, cómo y dónde fue cambiando el principal punto de encuentro anual de los algecireños y visitantes a la hora de divertirse.

La historia empezó en 1850. Algo más de diez mil vecinos de poblaciones cercanas disfrutaron de la Feria por primera vez junto a los cerca de 40.000 paisanos que entonces habitaban en la localidad, en los tres primeros días del mes de junio, según se relató en crónicas periodísticas de la época. En alguna de ellas se detallaban los negocios muy rentables que se montaban para la ocasión, como puntos de venta de turrones, trompetillas de madera o turrones.

Los fuegos artificiales en algunos de aquellos primeros años llegaron a ser diarios, algo impensable a día de hoy. La primera luz de toda gran fiesta llega por el color de sus carteles, y la de Algeciras cuenta, principalmente pero no únicamente en sus inicios, con anuncios artísticos que aguantan e incluso atraen la mirada de quienes visitan la exposición.

Javier Gutiérrez Rodríguez, presidente de Memoria de Algeciras, desgrana durante una de las visitas guiadas a la exposición detalles de todos y cada uno de los 31 marcos que se muestran: "1912, el año en el que se hundió el Titanic, Algeciras tuvo para su Feria otra maravilla de cartel con la presencia de coches. En el reverso del original, Pérez Arriete anotó de su puño y letra que presenció la segunda corrida de las programadas".

José Román, polifacético artista algecireño, autor del dibujo con la cara del torero Juan Belmonte, de la talla del Cristo de La Columna o del diseño de diplomas de honor de la ciudad, confeccionó el cartel de 1915. La obra incluye detalles muy llamativos, con una población diversa en la que se mezclan hombres, mujeres, mantillas, chilabas, fez o tarbuchs, un guitarrista, un barquillero y gitanas, más semejante a una portada de cómic que lo que venimos conociendo como cartel de Feria.

El visitante de la exposición también se detiene en las fotografías de los tendidos de la desaparecida plaza de toros La Perseverancia -sobre cuyo suelo hoy se mantiene la Plaza de Andalucía-. El famoso y querido médico don Ventura Morón ocupaba su asiento en tendido, con una sonrisa complaciente. No era precisamente barato asistir a aquellos espectáculos de masas, pero entre el público se advertían incluso parejas que se intercambiaban miradas de amor.

Las cabeceras de periódicos que dedicaron espacios a la Feria fueron muchas. El Noticiero fue una de ellas. Editado en Algeciras entre los años 1922 y 1936, fundado y dirigido por Miguel Puyol Román, hermano de Ramón, el famoso pintor e ilustrador algecireño y autor del cartel de No pasarán durante la Guerra Civil. El Noticiero fue el único diario que publicaba en la comarca del Campo de Gibraltar. En las elecciones de 1936 apoyó las candidaturas del Frente Popular. Desapareció con el estallido de la guerra. Miguel Puyol y varios redactores del diario serían fusilados por las fuerzas sublevadas.

En la muestra destacan publicidades de los comercios algecireños que ya existían entonces y que han desaparecido no hace mucho, como Casa Pino, donde ya en los años 20 del siglo pasado se arreglan y vendían bicicletas.

En aquellos tiempos no sólo era cuestión de verse en casetas como la del Casino o Los Juncales, esta última levantada por primera vez en 1927, sino que se programaban actividades como partidos de fútbol o carreras ciclistas entre Algeciras y San Roque. Con el paso de los años, dejando atrás la Guerra Civil, llegarían los concursos de feos, en los que el más horroroso podía llegar a ganar 1.000 pesetas, y los juegos florales a la rotonda central del parque María Cristina, con premio un año para el poeta Leopoldo de Luis, padre del también poeta, además de ensayista y profesor, Jorge Urrutia.

El recorrido por la exposición de Memoria de Algeciras contiene muchos atractivos y curiosidades sobre la gran fiesta de la ciudad, uno de los acontecimientos anuales donde mejor se expresa parte de las señas de identidad de la ciudad. Juan Pérez Arriete, que atesoró la mayor parte de los documentos que se muestran, la pregonó un año, definiendo la Feria como "la bonita" y a la ciudad como "la bella".