Blanca Orozco. Buenos o malos
In memoriam
Hace poco, en una pequeña discusión con alguien, mi interlocutor me dijo algo aparentemente cargado de sentido común: “En la vida no hay buenos ni malos”. Hoy tengo la prueba fehaciente de que esa frase es falsa o, cuanto menos, engañosa. La prueba se llama Blanca Orozco. Su nombre quizás era ya el presagio de su persona. Blanca era un ser espectacular. Os cuento.
No sé qué compañía telefónica contrató, pero tenía cobertura tanto en la Moraleja como en el barrio del Moral. Como los camaleones, podía ser intelectual, artista, adulta, niña pequeña, peleona y a la vez complaciente y comprensiva. Eso sí, siempre generosa, creativa y vital.
Su sentido del humor y su fortaleza eran de una persona con trazos de divinidad. A su madre, en estas últimas navidades, cuando ya estaba muy mal, le hizo un montón de regalos. Su mamá le decía “chiquilla que te lo vas a gastar todo” y su respuesta: “¿Qué quieres, que lo deje para la caja de pino?". Sencillamente, genial.
No sé en qué momento Blanca tomó una decisión muy importante. Ella entendió que en la vida y en la pintura no hay tonos intermedios ni grises, sino claros y oscuros. Entonces decidió que en su paleta solo habría tonos claros. Y ahí la tienes. Iba por la vida con su paleta de luz dando brochazos blancos a todo lo que era oscuro y transformando las realidades como solo un mago o un sabio pueden hacer. ¿Grande, verdad?
Yo creo que ella siempre estuvo enferma con un virus que se llama alegría. Todo el que se acercaba a Blanca quedaba inmediatamente contagiado, sus defensas no tenían nada que hacer. Lo único que te puedo recriminar es que tuvieras tanta prisa, jodía.
Y ahora yo, después de que ya no está, me hago algunas preguntas: ¿Qué hago con la luz que me ha dado Blanca? ¿Qué voy a decidir yo? ¿A qué espero para hacer muchos regalos? ¿Y vosotros, qué pensáis? Pensadlo bien.
Bueno… te veo luego.
*Germán Orozco, hermano de Blanca Orozco.
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