Monumentos y edificios históricos de Algeciras

Las Alamedas y el Parque María Cristina

  • En la ciudad se documentan desde el siglo XVIII varios espacios arbolados que llenaban el tiempo de ocio de los algecireños, en diversas etapas de mayor y menor esplendor

Postal coloreada, editada hacia 1904 por J. Ferrary de Gibraltar con el número 4. En ella se puede ver la calle central del Paseo de Cristina.

Postal coloreada, editada hacia 1904 por J. Ferrary de Gibraltar con el número 4. En ella se puede ver la calle central del Paseo de Cristina.

Desde mediados del siglo XVIII está documentada la existencia de un paseo arbolado en la zona sur de Algeciras, rodeado de huertas, entre la orilla del río, donde se alzó a partir de 1776 la Capilla del Santo Cristo de la Alameda, y la plazuela que hubo delante de la Capilla de San Antón. Este espacio era conocido, desde mediados del siglo XIX, como Alameda Vieja para distinguirla de la nueva que se había creado en la parte norte de la ciudad. Sin embargo, aquella primera alameda y las huertas colindantes pronto fueron absorbidas por la expansión urbana, siendo ocupado el paseo por viviendas de una o dos plantas que dieron lugar a la actual calle Cayetano del Toro.

La Alameda Nueva y el Paseo de Cristina

Otro espacio tempranamente usado por el vecindario para sus paseos y sus momentos de diversión era el descampado que había al norte de la ciudad, más allá de las derruidas murallas donde se encontraba el cortijo denominado del Calvario. A principios del siglo XIX, como tantas otras zonas de los extrarradios de las ciudades de la época, era un lugar insalubre y poco frecuentado donde se acumulaban escombros y basuras. En aquel descampado se localizaba una sola edificación en su lado oriental: el Fuerte de Santiago.

En 1817, el Ayuntamiento y la Comandancia General del Campo de Gibraltar, decidieron plantar árboles en aquella zona para adecentar un espacio que se hallaba situado en una de las entradas a la ciudad. A pesar de la escasez de recursos, se sembraron chopos y se creó una primera Alameda, paralela a los restos de la muralla, que iba desde el llano donde años más tarde se construiría el Cuartel de Infantería del Calvario, hasta el antiguo cementerio situado en la cima de la colina al noroeste de la ciudad.

En el año 1833, el Ayuntamiento logró que el Comandante General del Campo de Gibraltar, teniente general José Canterac, se involucrara en la reforma y mejora de aquel espacio público. Había sido nombrado en el cargo en el mes de diciembre de 1832. Estando en su destino algecireño mandó redactar el proyecto de la nueva alameda y, adosado a su lado norte, el paseo que se llamaría de Cristina en honor de la reina regente, madre de Isabel II, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias.

Plano de la zona norte de la ciudad de Algeciras realizado en 1913. En él se han señalado los siguientes elementos: A.- El Fuerte de Santiago; B.- La Alameda situada al Este del Paseo; C.- El Paseo Reina Cristina; D.- La Alameda de la Feria; E.- La Alameda Nueva y F.- La plaza de toros La Perseverancia. Plano de la zona norte de la ciudad de Algeciras realizado en 1913. En él se han señalado los siguientes elementos: A.- El Fuerte de Santiago; B.- La Alameda situada al Este del Paseo; C.- El Paseo Reina Cristina; D.- La Alameda de la Feria; E.- La Alameda Nueva y F.- La plaza de toros La Perseverancia.

Plano de la zona norte de la ciudad de Algeciras realizado en 1913. En él se han señalado los siguientes elementos: A.- El Fuerte de Santiago; B.- La Alameda situada al Este del Paseo; C.- El Paseo Reina Cristina; D.- La Alameda de la Feria; E.- La Alameda Nueva y F.- La plaza de toros La Perseverancia. / Archivo APBA

En la ejecución del proyecto de Canterac intervinieron el coronel de Ingenieros, Mariano Carrillo, al frente del Cuerpo de Ingenieros de la ciudad con la aportación económica del Ministerio de Fomento. La mayor parte de los árboles fue suministrada por el Asistente de Sevilla, José Manuel de Arjona, siendo traídos de los viveros sevillanos que la gente denominaba “las delicias de Arjona”. La Revista Española de Madrid, en su edición del día 23 de julio de 1833, escribía lo que sigue sobre la labor de Canterac en pro del ornato de Algeciras: “Las inmediaciones, áridas antes y desagradables, de Algeciras se han convertido ya en dos hermosos paseos de árboles, merced al celo y actividad del Excmo. Sr. D. José Canterac, comandante general del Campo de Gibraltar, auxiliado por el Ministerio del Fomento General del Reino… Su Majestad se ha dignado manifestar al Sr. Canterac su Real satisfacción por esta obra, y honrar con sus elogios el plan y la ejecución de ella.”

Los terrenos para la ejecución del Paseo, que sigue los esquemas de los jardines franceses imperantes en la época, fueron adquiridos a Agustín Bálsamo mediante expropiación forzosa y el abono del correspondiente justiprecio. Consistían en un rectángulo con una longitud por 139,30 metros y una anchura de 89,15 metros según Pascual Madoz, el cual escribe en el año 1845, que “el Paseo de Cristina estaba dividido por una calle central con algunos asientos de piedra, dos laterales más angostas, y otras transversales formadas de árboles, y por los verdes vallados de 20 jardines plantados en los espacios que dejan dichas calles, los cuales son cultivados por particulares y guardados por la ciudad”.

El Paseo estaba dividido por tres calles longitudinales, trazadas en sentido Sur-Norte, la central de doble anchura que las dos laterales, habilitaba en su centro una plaza circular, y otras tres calles transversales de menor anchura que las laterales antes citadas. Estos viales configuraban dieciséis parterres de forma rectangular. Los cuatro que rodeaban la plaza central, estaban, a su vez, divididos en dos por caminos que los cruzaban diagonalmente, dando, en total, doce parterres de forma rectangular y ocho que tienden al triángulo. Estos parterres fueron cedidos a los vecinos que los solicitaron, mediante el pago de una modesta suma, refiere Emilio Santacana, con la condición de que los sembrasen y cuidasen, pero con la prohibición de que no los usaran para otros fines, reservándose el Ayuntamiento la observancia de estas condiciones que fueron respetadas en un principio. Sin embargo, en algunas ocasiones el Consistorio tuvo que llamar la atención a algunos vecinos que no mantenía sembradas y bien cuidadas sus parcelas que le habían correspondido.

En 1880 el propio Ayuntamiento autorizó la construcción, en uno de los parterres, el conocido como Teatro de Variedades. Este curioso sistema de propiedad mixta público-privada se mantuvo hasta el año 1889, cuando el Ayuntamiento, decidido a acabar con el problema del mal uso de los jardines, inició los trámites para proceder a la expropiación de las parcelas a los particulares que las usaban, lo que no evitó que en 1905 varios vecinos solicitaran licencia municipal para poder edificar unas casas. Hubo protestas de ciudadanos y de algunos miembros del Consistorio, siendo uno de los más destacados defensores del uso público del Paseo, Emilio Santacana.

En los años siguientes el Ayuntamiento expropió seis parcelas, aunque no se lograron recuperar todos los parterres hasta el año 1929, siendo alcalde de la ciudad Laureano Ortega.

El Parque María Cristina

Una vez recuperada la propiedad de todas la parcelas del Paseo de Cristina, el Ayuntamiento, en 1930, siendo alcalde Emilio Morilla Salinas, que había acometido las reformas de la Plaza Alta dotándola de la fuente, bancos y balaustrada de cerámica de Triana que hoy posee, y del Salón de Plenos con el mismo tipo de azulejería sevillana, procedió a construir el cerramiento perimetral del Paseo consistente en un muro reforzado con pilares y rematado con un tejadillo curvo a dos aguas de tejas vidriadas en verde. También se reformó en profundidad el interior subdividiéndolo con nuevos caminos secundarios, para convertirlo en el Parque María Cristina que todos conocemos.

La calle central del Parque con las hileras de bancos que la flanqueaban y las farolas con basamentos de mampostería y asientos circulares decorados con elementos cerámicos. Al fondo, a la izquierda de la imagen, el Cuartel del Calvario. Fotografía tomada a finales de 1930. La calle central del Parque con las hileras de bancos que la flanqueaban y las farolas con basamentos de mampostería y asientos circulares decorados con elementos cerámicos. Al fondo, a la izquierda de la imagen, el Cuartel del Calvario. Fotografía tomada a finales de 1930.

La calle central del Parque con las hileras de bancos que la flanqueaban y las farolas con basamentos de mampostería y asientos circulares decorados con elementos cerámicos. Al fondo, a la izquierda de la imagen, el Cuartel del Calvario. Fotografía tomada a finales de 1930.

Este nuevo espacio de ocio es probable que conservara su antiguo nombre que recordaba a la reina regente, madre de Isabel II, o que se renombrara con el de María Cristina de Absburgo, esposa de Alfonso XII, que había muerto el 6 de febrero de 1929. Con la proclamación de la II República en abril de 1931, el Consistorio cambió el nombre del Parque María Cristina por el de Paseo Galán y García Hernández, en recuerdo de los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández que se alzaron en Jaca contra la monarquía de Alfonso XIII en el mes de diciembre de 1930 y fueron fusilados.

Tras el triunfo del Alzamiento del General Franco, el parque volvió a recuperar su antiguo nombre. En 1959 se decidió ampliar la actual Avenida Fuerzas Armadas, en aquel tiempo Avenida General Franco, perdiendo el parque una ancha franja de terreno situada al Oeste, algo más de un tercio del total de su superficie. En esa parcela de terreno se erigieron edificios destinados a residencia de militares, a viviendas privadas, a sede de empresas como Telefónica y a un local para el Sindicato. Actualmente, el Parque María Cristina tiene una superficie aproximada de 30.000 metros cuadrados y una forma tendente al rectángulo.

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