Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

A vueltas con la crisis de la estiba

Fomento debe lograr la cuadratura del círculo: liberalizar la contratación y proteger los empleos

Hagan ustedes las leyes que ya aprobaré yo el decreto. Más o menos así, a lo Romanones, el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna, ha tratado de resolver por la vía rápida y casi sin despeinarse el problema generado en los puertos españoles a raíz de que el Tribunal de Justicia Europeo fallase en diciembre de 2014 en favor de la liberalización del sector de la estiba, el único cuyo acceso profesional está vedado a la libre concurrencia y controlado de facto por un sindicato, Coordinadora, al que están afiliados la inmensa mayoría de sus trabajadores. Ahí es nada. Las prisas de De la Serna se deben a que cuenta con un margen de maniobra muy limitado para adaptar la normativa puesto que España, que ya ha sido condenada a pagar 21,5 millones de euros por no haberse ajustado al ordenamiento europeo, corre el riesgo de recibir una nueva sentencia contraria, con una multa de 134.000 euros diarios si no pone fin al monopolio.

A lo largo de los dos últimos años, Fomento ha negociado infructuosamente con los estibadores y las empresas operarias de los muelles para tratar de ponerse de acuerdo con ambos y lograr la cuadratura del círculo: liberalizar la contratación de las tareas de carga y descarga en los puertos y, simultáneamente, proteger los empleos dando prioridad a quienes ya trabajan en los muelles. El colectivo de trabajadores afectados es relativamente pequeño -en torno a 6.000 personas, de las que 1.800 se encuentran en Algeciras- pero no es arriesgado decir que de ellos depende la economía de un país como España en el que el 65% de sus exportaciones tienen salida a través de los puertos, porcentaje que se eleva al 80% en el caso de las importaciones. La autoridad de la Coordinadora entre sus afiliados es total y de ahí que todo gobierno se lo haya pensado dos veces antes de echarle un pulso. La huelga encubierta iniciada hace una semana así lo demuestra, con los puertos repletos de camiones y contenedores en espera, cuando no desviados a Tánger-Med.

La citada sentencia tiene una parte positiva porque supone un punto y aparte a partir del cual reformar el sistema. A la fuerza ahorcan. El ministro ha demostrado determinación al poner sobre la mesa su proyecto de decreto-ley, pero le han fallado las formas y el fondo. Las formas porque le ha faltado lo que en el argot sindical se llama culo de hierro, no levantarse de la mesa de negociación hasta llevarse el gato al agua, y porque ha excluido del diálogo a las autoridades portuarias. Y ha fallado en el fondo porque hay fórmulas alternativas para garantizar el empleo de los actuales estibadores mediante una bolsa de trabajo y abrir el mercado de forma paulatina. Ahí tiene el ejemplo belga, con un acuerdo multilateral firmado tras 29 largas y tensas reuniones. Aún hay tiempo para negociar. Sin precipitaciones, sin chantajes y sin amenazas.

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