Alto y claro
José Antonio Carrizosa
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Dietario de Campaña
Les voy a contar una anécdota de la campaña de las municipales de 2011. Por aquellas, los redactores del periódico estábamos enfrascados (como también estos días) en entrevistar a alcaldes y candidatos por todo el Campo de Gibraltar. No les diré en qué localidad fue, pero durante una de las charlas con un regidor entró un técnico municipal para comentar algo.
El funcionario, en resumen, explicó que el vecino del número tal de la calle cual le había insistido hacía unos minutos en que pusieran un resalto para regular el tráfico. El munícipe miró al empleado y le contestó: “Que se lo pongan, pero que sea antes de las elecciones para que por lo menos lo agradezca”.
Estos días, en nuestros pueblos y ciudades las señales de la calzada lucen más blancas (como las sábanas en los anuncios de detergente) y, con más o menos éxito, a algunas calles les ha tocado un repasito en la jardinería.
Pero el baldeo generalizado está siendo la gran asignatura pendiente. Qué mala suerte han tenido algunos de nuestros regidores con la sequía, ya que el agua y el jabón están siendo los grandes ausentes de la campaña cuando campañas atrás aparecía, por arte de magia, una hidrolimpiadora justo en las semanas previas que el resto de los cuatro años era imposible cruzarse. Por eso entiendo a quienes caen en el comentario fácil de que las elecciones deberían ser cada año. Pero no es así. Es nuestro nivel de exigencia el que debe mantenerse haya o no votaciones a la vista.
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