La esfera armilar

Alberto P. De Vargas

Por enero florece el romero

AÚN habiendo tomado la frase, que procede de un dicho popular, del Almanaque Zaragozano, lo que hace dudar de su fiabilidad, la verdad es que, en este caso y sin que sirva de precedente, el Zaragozano acierta. Hay un conocido villancico que nos recuerda que la flor de romero está despuntando cuando ya la Virgen Madre ha de ocuparse de los modestos pañales con los que seguramente arroparía a Jesús; llamado después de Nazaret, el pueblo en el que creció y de donde se sentía: "La Virgen está lavando y tendiendo en el romero, los pajaritos cantando y el romero floreciendo".

Aparte de lo común, como es ese arbusto tan mediterráneo que anuncia cositas buenas, y del hecho de que enero sea el nombre del primer mes del año, de todos los años, el de éste es el arranque de dos conmemoraciones muy importantes y significativas. Como todo el mundo sabe, se cumplen doscientos años de la promulgación de nuestra vieja constitución liberal, carta magna con un explicativo apellido que se escribió por primera vez en español e invadió sin alterarse, el vocabulario de todas las lenguas del mundo. El vocablo liberal designaba a los diputados -dícese que 282- de diversas extracciones que proclamaron la vigencia de la Constitución Española el día 19 de marzo de 1812. Unicameral, por cierto. Lástima que no haya sido imitada en este pormenor por la actual.

La otra conmemoración tiene su aquél, pues es la del reconocimiento de la ciudadanía romana para los hispanos y, por lo tanto, la de la consideración de nuestros ancestros como ciudadanos de pleno derecho del Imperio Romano. Tal cosa sucedió en el año 212 de la era cristiana como consecuencia de la aplicación de la Constitutio Antoniniana o Edicto de Caracalla, nombre éste del emperador, sensible por su propia nascencia: había nacido en la actual Lyon, a la naturalización de los que habían visto la luz más allá del valle del Tíber.

Seguramente no habrá ninguna iniciativa orientada a recordar este hecho histórico tan trascendente que tuvo lugar hace dieciocho siglos, sin embargo el proceso de integración cultural, social y político de España en el Imperio supuso la definición de la identidad española en la que debemos entender comprendida la portuguesa, pues Hispania, sobre todo, o Iberia, son nombres del territorio peninsular.

Hispania (Diocesis Hispaniarum), capital Hispalis (Sevilla), tenía 8 regiones: Gallaecia, Tarraconensis, Baetica, Lusitania, Carthaginensis, Balearica y Mauritania Tingitana. Esta última se extendía por lo que hoy sería el noroeste de Marruecos, comprendiendo Ceuta y Melilla que formaban ya, por lo tanto, parte de Hispania. Cómo para dudar de su españolidad.

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