Cada año, más de 25.000 buques recalan en el puerto de Algeciras para, como si de una estación de servicios se tratara, hacer todas las tareas posibles en la ventana horaria en la que tienen prevista su escala en la bahía. Todo el tiempo que se demoren, es dinero. Y mucho. Para velar los intereses del armador y coordinar toda la cadena logística que supone la prestación de servicios al buque está el consignatario, una figura que supone al menos unos 500 puestos de trabajo en medio centenar de empresas en el Campo de Gibraltar.

Rafael Peña es el vicepresidente de la Asociación de Empresas de Servicios de la Bahía de Algeciras (Aesba) y consignatario desde siempre en el puerto. "La naviera, el armador, tiene una flota de equis barcos y esos barcos tocan distintos puertos en el mundo en su tráfico internacional. El armador no va a montar una oficina en cada puerto porque sería inviable económicamente. Entonces, crea una red de oficinas contratadas, que es la consignataria, que representa al armador a efectos económicos y legales. Así está recogido en la Ley de Puertos", explicó.

De esta manera, se convierten en los representantes del armador ante las empresas que les prestan servicios y ante la Administración, para todos los trámites. "El barco debe venir y salir con la menor demora posible porque un retraso supone gastos adicionales para el armador", contó Peña. Retrasos que, por ejemplo, para el flete de un buque de mediano porte puede suponer unos 20.000 dólares al día. Así que la gestión diaria no debe dejar lugar a errores. "El dichoso levante cuando entra demora todo, pero son cosas ya fuera de control y el armador lo comprende".

Como todos los servicios en el puerto, no hay horarios. Hay personal consignatario trabajando las 24 horas, los siete días de la semana. "Somos el interlocutor del armador ante las autoridades, los proveedores, Capitanía Marítima y los suministradores", explicó. Funcionan para que los distintos actores que intervienen en los servicios que se prestan al buque trabajen como un engranaje perfecto. Un trabajo en el que las nuevas tecnologías han supuesto un cambio radical, y también, del otro lado, mayor exigencia porque los dispositivos móviles con los que se encuentran ya no dejan lugar a la falta de información.

Para trabajar en una consignataria, lo principal es tener un nivel alto de inglés, escrito y hablado. Y la formación suele ser muy específica e interna para cada empresa. Rafael Peña contó que, desafortunadamente, en el Campo de Gibraltar no existe una formación profesional específica del sector de las consignaciones, de despachantes, por ejemplo. "Recurrimos a traérnoslos de otras empresas. Como los equipos de fútbol", reconoció el consignatario, que desgranó el esfuerzo que realiza una empresa para formar a una persona, para lo que precisa normalmente un año, con el peligro de que un día se vaya a otra empresa con mejores condiciones y el esfuerzo empleado en su formación no haya servido para nada. Por eso, al sector no le vendría nada mal la creación de una academia para una formación profesional específica que ofreciera al sector una cantera de futuros consignatarios, que podrían hacer prácticas en las distintas compañías.

Dentro de una consignataria, además de operaciones, también es necesario un exhaustivo trabajo de documentación. "Tan importante es un departamento como otro, si la documentación no está bien, el barco no puede salir", contó el vicepresidente de Aesba. "Todo va interrelacionado. Nosotros pasamos información a la terminal de cómo viene el barco y cómo debe irse el barco. Allí los planners sitúan los contenedores, hay una labor de coordinación de muchas personas, para mí toda persona que esté implicada en cualquier eslabón de la cadena consignataria tiene su importancia, cuando menos te lo esperas surgen problemas", declaró.