La Línea

Los pubs de la Plaza Cruz Herrera no se sienten en pie de guerra

  • Los propietarios de los bares de copas sostienen que su conducta es irreprochable y dentro de la ley Coinciden con los vecinos en la necesidad de mayor presencia policial

Cada fin de semana, muy especialmente cada sábado, la entrañable Plaza Cruz Herrera se convierte en el epicentro de La Línea. Es una de las zonas de ocio por excelencia y aunque reúne a público de todas las edades la gran mayoría está en un abanico entre los quince/dieciséis y algo más de los treinta. Los bares de copas están rodeados por edificios, cuyos vecinos se quejan reiteradamente de las molestias que les provocan los clientes e incluso acusan a los propietarios de los locales de prácticas nada edificantes. Estos, por su parte, se defienden y desmienten dichas denuncias, porque, sostienen que actúan con absoluta legalidad. Hasta el punto de que, aseguran, estarían "encantados" de sentarse "con los representantes de los vecinos a buscar medidas" para mejorar la situación. En lo único que parecen ponerse de acuerdo unos y otros es que la falta de presencia policial, sobre todo a partir del cierre de los pubs, está a la base del pulso que mantienen.

Las quejas de los vecinos de la Plaza Cruz Herrera no son precisamente nuevas, sino todo lo contrario. Es cierto que los hay más y menos beligerantes. Los más activos, que han llegado a pegar pasquines por la zona para advertir de su malestar, reclaman que su derecho a descansar no entre en conflicto con el de divertirse de otros y señalan directamente a las autoridades, por la falta de control, como máximas responsable de su indefensión.

Las recientes vacaciones de Navidad han provocado más fricciones de lo habitual, hasta el punto de que una parte del colectivo de residentes se dirigió a este periódico sosteniendo que los pasajes que conducen a la Plaza de la Constitución se habían convertido en improvisados retretes públicos y que en la zona se organizaban auénticos botellones. Culpaban de todo ello a los propietarios de los bares, a los que acusaban de cerrar los servicios en horas de máxima actividad. La indignación fue tanta que incluso amenazaban con solicitar legalmente el cierre de esos pubs.

Por supuesto, en la otra parte la versión es bien diferente y los que regentan los locales niegan en redondo cualquier hábito que vaya más allá de lo legislado. De hecho, no dudan en dirigirse, con los pubs absolutamente abarrotados, hacia sus servicios públicos y abrir las puertas para demostrar, mitad con vehemencia, mitad con indignación, su voluntad de hacer bien las cosas.

También ellos señalan con el dedo a las administraciones: "Para acabar con esto lo que hace falta es presencia policial, porque si pueden campar a sus anchas, hay gente que orina en los pasillos, grita, rompe vasos… pero eso aquí y en cualquier sitio".

"Nadie pone en duda que por las mañanas esos pasajes aparecen llenos de orín, pero por supuesto que nosotros no cerramos los servicios", afirma el propietario de uno de los recintos de moda. "Lo que sucede es que cuando nosotros echamos el cierre hay grupos de chavales que se quedan en la plaza charlando, fumando incluso bebiendo y claro, molestan con el ruido y además como los bares ya están cerrados orinan en los pasillos, pero eso no es culpa nuestra".

"Lo de que cerramos los servicios es mentira, sencillamente", subraya. "Y eso se puede comprobar", añade mientras se dirige a abrir la puerta de los suyos.

"Lo de los botellones también es absolutamente incierto", recalca otro. "Confunden las cosas. Lo que sucede es que hay clientes que sacan las copas a las terrazas, que están permitidas y pagamos por ello. Eso no es un botellón".

"También es verdad que yo personalmente no he tenido nunca un problema con un vecino, ni ha habido uno que haya venido a hablar con nosotros de buenas para intentar poner soluciones, pero sabemos lo que piensan porque lo leemos en la prensa y porque ponen carteles por aquí acusándonos de todo lo que estamos hablando", reconoce.

Un tercero media en la conversación: "Vamos a ver, aquí durante unas horas todas las semanas se acumula mucha gente, jóvenes que en algún caso beben más de la cuenta, pero la presencia policial sería suficiente como actividad disuasoria para que esto no pasase, lo que pasa es que la mayoría de los días no hay un solo policía".

"Si dijese que nunca he visto una pelea mentiría, porque de hecho la del día 24 [se refiere a la tarde de Nochebuena] fue importante, pero que son frecuentes no es cierto", argumenta. "Son negocios nocturno, en los que la gente se mueve de un lado a otro y eso provoca ruido, pero nosotros tratamos de cumplir con la ley y no creemos que sea imposible convivir con eso".

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