Campo de Gibraltar

Guadarranque, retiro para una espía

  • La enigmática vida de Rosalinda Powell Fox vuelve a la actualidad con la serie 'El Tiempo entre costuras' Tuvo gran influencia en la Europa anterior a la II Guerra Mundial

La vida de Rosalinda Powell Fox es una de aquellas historias apasionantes que merecería ser llevada al cine. Esta británica, espía, aventurera de entreguerras y amante del ministro español Juan Luis Biegbeder, vivió la mitad de su vida en Guadarranque, donde murió con 96 años, en 2006.

La serie que actualmente emite Antena 3 El Tiempo entre costuras, basada en el libro del mismo título de María Dueñas, la trae de nuevo a la actualidad.

Nadie en la barriada sanroqueña conoce su historia. Tan sólo algunos vecinos saben de sus aventuras porque han leído la novela de Dueñas. Llegó a Guadarranque en el año 50 y ya nunca se movió de aquí, con 42 años ya había vivido suficientes emociones.

Una de sus propiedades dispone de varias viviendas frente al río, cuenta con varias plantas actualmente ocupadas por el sobrino de una mujer que le cuidó los últimos años y otra familia. Un halo de misterio y abandono, propio de película, rodea Quinta Rosalinda actualmente.

La historia de Rosalinda tiene pocas fuentes. El periodista especializado en el Magreb Domingo del Pino escribió un amplio artículo al descubrir sus memorias La hierba y el asfalto, escritas en inglés ya muy mayor y publicadas gracias a un grupo de amigos de Sotogrande.

A sus 96 años sobrevivió a todos los que le auguraban una corta vida al contraer una tuberculosis bovina incurable. Su vida como todas las interesantes, suscitó pasiones y odios, elogios y criticas.

En Guadarranque, casi todo el mundo la recuerda con cariño, aunque nadie conocía que hubiera tenido influencia en Europa en los años previos a la II Guerra Mundial. Ana Cazorla, cuya madre María Garín, trabajó en la casa de Rosalinda, indica que siempre fue muy amable con la gente y a su madre le tenía mucho cariño aunque desconoce si compartió confidencias con ella. Destaca que cuando llegó compró muchas casas en la orilla del río, algunas de ellas ya destruidas. Allí fue donde vivió primero junto a su hijo antes de trasladarse a Quinta Rosalinda.

Ana también recuerda que vino acompañada de una pareja (Biegbeder), pero éste se fue muy pronto y ella nunca más volvió a casarse ni a vivir en pareja. "Yo era un niña cuando llegó y recuerdo que a los chiquillos del colegio nos invitaba a merendar a su casa", añade esta vecina, quien destaca la belleza y elegancia de esta inglesa que hablaba perfectamente español y tenía un gran temperamento.

No obstante, recuerda que a medida que pasaron los años, perdió propiedades y falleció su hijo en Portugal; se le agrió el carácter.

Rosalinda niega en sus libros que hubiera sido espía, aunque según Domingo del Pino, en sus páginas se adivina entre líneas que ha sido lo que dice que no fue. Según sus memorias el primer ministro inglés, Winston Churchill, dijo que "la guerra (II Guerra Mundial) hubiera seguido un curso diferente de no ser por Rosalinda Fox".

Nació a principios de siglo en una familia inglesa acomodada en la India. Se casó con 16 años con un comerciante rico que también vivía en Calcuta. Dos años después nació su hijo y contrajo la enfermedad. Poco después se trasladó a Inglaterra, Alemania y en Portugal, donde conoce a Biegbeder, recién nombrado Alto Comisario de España en Marruecos con sede en la vecina Tetuán, con el que se traslada a esta ciudad.

A partir de aquí vendrá una época de esplendor para ambos, reflejado en Tiempos entre costuras y según sus memorias su influencia en Biegbeder fue decisiva para que España se inclinara por Inglaterra en lugar de aliarse con el Eje, que lideraba Alemania.

Terminada la II Guerra Mundial, el ministro cayó en desgracia con Franco y se trasladaron a Guadarranque, buscando el sol del sur de España y una playa desde la que se viera Marruecos con viento de poniente. En sus memorias, dijo de Biegbeder que era "un hombre roto y enfermo".

Su vida en Guadarranque fue larga y tranquila. Su tiempo lo empleaba en administrar sus pertenencias y poco más. En su casa estaba rodeada de libros y recuerdos de otra vida ya muy lejana.

El cronista oficial de San Roque, Antonio Pérez Girón, señala que él la conoció poco. "Fue un personaje enigmático pero vivió como una vecina más en Guadarranque. Una vez visité su casa y me llamó la atención porque tenía un arcón grande lleno de cubertería de plata, recuerdo de su época de esplendor", añade Pérez Girón, quien apunta que tenía una gran educación y cultura y llamaba la atención por su elegancia y belleza.

"Era frecuente verla en el mercadillo de antigüedades de los domingos en Sotogrande", apunta el cronista.

Cuando murió, en 2006, fue incinerada pero nadie en la barriada sabe nada más. "No sabemos si las cenizas se las llevó la familia o las depositaron en algún sitio. Tenía varias sobrinas y un nieto que se hicieron cargo de sus propiedades y vinieron a Guadarranque", concluye Ana Cazorla.

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