La droga que se hace invisible
Seguridad El narcotráfico en el Estrecho de Gibraltar
La introducción de hachís en el interior del organismo sigue siendo un método habitual para evitar los controles de la Guardia Civil en la aduana · Los 'culeros' tratan de camuflarse entre los pasajeros





Dos embarazadas siguen la dirección que señala una flecha hacia la Aduana. Una de ellas pregunta: ¿De cuánto estás tú? La otra responde: de tres kilos. Es el chiste de Rioja que está pegado en la pared de la estancia del puerto de Algeciras donde se realizan las placas para ver si los viajeros llevan droga dentro de su organismo. El dibujante lo creó hace tiempo, pero este método sigue tan vigente como hace varias décadas. Son los denominados culeros, pasadores, muleros o vagineras -acepciones no recogidas en la Real Academia Española, aunque llevan tiempo usándose-.
Para muchos de ellos es un medio de vida. Así se explica que haya habituales. El capitán de la compañía de especialistas fiscales de la Guardia Civil del puerto de Algeciras, Luis Martínez, con muchos años de experiencia a sus espaldas, recuerda el caso de un joven de 18 años y que en los 80 decía que había ganado 3 millones de pesetas, que estaban a nombre de su madre, pasando droga en su recto.
Las bellotas las ingieren ayudados por yogures y líquidos. Las hay de casi todos los tamaños. A los funcionarios del puerto les quedó grabado la sevillana que llevaba alojada en su vagina una bola de 1.275 gramos y a otro que escondía 180-200 bellotas, unos 2 kilos. La cocaína no se ve por esta frontera en cuerpos humanos.
El método es el que concentra la expresión coloquial de bajarse al moro, es decir, cruzar la frontera de Marruecos con la intención de comerciar con hachís. También acuden a Ceuta y en Algeciras ya vienen introducidas. Los perjuicios para la salud son de todo tipo, principalmente infecciones y riesgo para el feto en el caso de las embarazadas. Habitualmente la resina de hachís, que es muy concentrada, va envuelta en un simple plástico, que se diluye con los ácidos del cuerpo, que trata de digerirla. Básicamente órganos como el hígado trabajan el doble.
Algunas personas han acabado directamente en el hospital u operadas de urgencia por problemas intestinales. Se empiezan con las bolas pequeñas hasta que llegan las más grandes. Los hay que están más de tres días expulsando los cuerpos extraños. A las embarazadas y a los menores no se les somete a las placas. Ojo, no significa que tengan vía libre. Si son sospechosas se ponen a disposición judicial y el juez decide. Hubo un tiempo en el que las preñadas fueron un filón. Proliferaron las cartillas de embarazo falsas y se llegó a traficar con su orina -el tarro se llegaba a pagar a 5.000 pesetas-. Una embarazada se podía poner las botas.
La Guardia Civil y el personal sanitario han escuchado casi todo tipo de excusas para justificar la presencia de droga. Una mujer de 65 años advirtió que esperaba en su vientre a un hijo, otro decía que lo que se veía en la radiografía era un bocadillo de calamares, uno apuntaba que se lo estaba poniendo la propia sanitaria encargada de las pruebas y otro que había tenido un sueño profundo en el trayecto del barco y que alguien había aprovechado para ponerle 4 bolas dentro. No suele servir para evitar una condena por un delito contra la salud pública.
Los agentes de la Benemérita de este servicio analizan los factores de riesgo para marcar su objetivo entre los viajeros que llegan del otro lado del Estrecho. Su experiencia y su instinto son también determinantes. Y más teniendo en cuenta que no hay un patrón definido. Es más de jóvenes, pero también han localizado a entrañables mayores y a personas impecables.
Los guardias civiles de la sección Fiscal están acostumbrados a ver pasar a la gente durante 24 horas y han aprendido a interpretar movimientos y comportamientos. Hombres y mujeres pasan por igual, aunque sí han advertido que las primeras suelen ir en grupo, mientras que los segundos no. "Los agentes son muy avezados y tienen sus propios métodos dentro de los manuales que hay", precisa el dirigente del Instituto Armado.
El capitán Martínez indica que han llegado autobuses fletados de Córdoba, Sevilla o Granada para hacer los pases. Hacían hasta dos viajes diarios. Hace menos de dos años, los cuerpos de seguridad de Algeciras y del puerto de Tarifa detectaron que las mafias utilizaban a rumanos como portadores. Hubo un control más exhaustivo y se cortó.
Agentes del Cuerpo Nacional de Policía de Algeciras detuvieron en febrero de 2008 a 17 culeros, la mayoría de origen rumano, en el puerto algecireño. Sospechaban que podía existir una banda organizada que los utilizaba valiéndose de su precaria situación en España para traficar con droga.
A finales de enero de 2008, el ministerio Fiscalía solicitó penas a un grupo de 14 pasadores rumanos, detenidos el 25 de octubre de 2007, de manera conjunta y no individual. Pedía tres años y cuatro meses de prisión, cuando si se hubieran calificado de manera individual las penas hubieran sido menores debido a que las cantidades que transportaba cada uno no superaban el mínimo (2,5 kilogramos) para considerarse de notoria importancia. Este grupo evitó al final ingresar en prisión tras una previa conformidad. Los acusados reconocieron su culpabilidad y cada uno de ellos se hizo responsable de la cantidad de droga que transportaba. No se pudo demostrar que fueran coautores de un delito contra la salud pública.
Los transportistas que logran evadir los controles descargan y vuelven a sus andadas. A los que son sospechosos se los invita al reconocimiento. Primero se les cachea y luego son sometidos a una placa de rayos x. Si se negaran pasan a disposición judicial. La prueba médica se lleva a cabo en el mismo puerto, si no está operativo se traslada al hospital. En no más de diez minutos se conocen los resultados. Antes de 24 horas, la Guardia Civil da cuenta a la autoridad judicial y el sospechoso no puede estar detenido más de 72 horas. En este tiempo puede que no expulse todo y, por tanto, se avisa. Una nueva placa determina que ya está limpio. Otras veces los restos terminan de ver la luz cuando el individuo ya está en prisión.
Los culeros, sobre todos los reincidentes, tratan de aprovechar los picos de los viajeros en el puerto para tratar de pasar desapercibidos. Lo que pasa es que en estos periodos, como por ejemplo la Operación Paso del Estrecho (OPE), los controles son más exhaustivos y los puntos fronterizos se refuerzan.
Martínez González recuerda que este método en la década de los 80 llegó a ser masivo y que ahora está más controlado. También dice que está más localizado porque se registran menos viajeros. "La crisis se nota mucho".
Se percibe también en las aprehensiones habituales, ya no se intervienen grandes cantidades como en años anteriores, los controles son más exhaustivos, hay menos tráfico y las inspecciones en Tánger, sobre todo a los vehículos, son mucho más rigurosas. En lo que va de año en la zona de Cabotaje y en la sección fiscal se han intervenido unos 200 kilos de resina de hachís y 300 de cocaína.
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