–¿Por qué surge el proyecto de la Orquesta de la Universidad de Cádiz?

–La verdad es que surge a partir de la idea que me propone el propio rector, Casimiro Mantell, allá en el mes de diciembre: crear una formación instrumental dentro del ámbito de la Universidad. Animado por esta conversación me reúno con mi gran amiga y violinista Lara Sansón y rápidamente entramos en una dinámica positiva en torno a los elementos que debíamos contemplar para echar a rodar este ilusionante proyecto. Esta primera valoración de los recursos necesarios, nuestras ganas de promover iniciativas de este tipo y, sobre todo, las facilidades encontradas en la propia Universidad, a través de las productivas reuniones que mantuvimos con nuestro vicerrector Gonzalo Sánchez-Gardey, han catalizado de manera esencial la materialización de este deseo. Por supuesto, la Coral siempre ha estado presente y dispuesta en todo lo necesario desde el punto de vista organizativo, siempre contando con nuestro presidente, Ramón Blanco, como otro de los grandes impulsores del proyecto.

–¿Cómo se ha afrontado el proceso de conformar esta orquesta? ¿Cómo ha sido la selección?

–La cuestión más importante a la hora de configurar un conjunto musical de estas características es la de encontrar a las personas adecuadas para no solo liderar la orquesta, sino establecer el contacto con los músicos adecuados y atraerlos al proyecto. En este aspecto hemos construido un núcleo central formado por un grupo de excelentes músicos que han irradiado la idea al resto de integrantes que, finalmente, formarán parte de esta primera convocatoria. Uno de los criterios que más hemos valorado ha sido el de intentar contar con músicos de nuestro entorno más cercano, formados en muchos casos fuera de Cádiz pero que están deseosos de mostrar su arte en la ciudad que les vio nacer como artistas.

–Intuyo que la creación de esta orquesta es un reto, al tiempo que también aumenta el nivel de exigencia. ¿Qué va a aportar a la Coral contar con una orquesta propia? No sé si mejorará el trabajo y los ensayos respecto a la Beigbeder.

–La orquesta Álvarez Beigbeder ha formado parte esencial de nuestra actividad con el coro durante muchos años, colaboración que por supuesto siempre les agradeceremos. Sin embargo, hemos entendido que la Universidad de Cádiz nos ofrece con este proyecto la posibilidad de crear un ecosistema artístico que pretendemos aprovechar con el apoyo de numerosas personas que tienen muchísimo que ofrecernos no solo como artistas, sino como formadores y dinamizadores de nuestra cultura más cercana. Este trabajo tan estrecho creemos que puede desarrollarse de manera mucho más efectiva con una gestión que surja de este grupo de confianza y de sus capacidades musicales, totalmente reconocidas. Esperamos que esta manera de trabajar ‘desde dentro’ suponga un aliciente para la coral y para su crecimiento musical, así como una oportunidad de contar en la ciudad con una formación instrumental con prestancia y autonomía.

–A nivel personal, cómo afronta Pérez Madueño la creación de esta orquesta.

–Ante todo con la ilusión de poder reunir a grandes músicos en torno a un proyecto que persigue, al igual que con la coral, universalizar la música clásica y acercarla a la ciudadanía. Mi intención es la de convertir esta nueva formación en un taller permanente de experiencias musicales y un espacio donde los músicos gaditanos puedan ‘volver a casa’ aunque sea de manera puntual. La confianza depositada por la Universidad de Cádiz en el proyecto musical que llevo desarrollando durante tantos años dentro de ella ha sido fundamental en este momento. Para mí es muy importante devolver tanta confianza demostrada con trabajo y esfuerzo. No me planteo metas cuando el camino es el verdadero objetivo a atender.

–No sé si a partir de ahora los repertorios tendrán alguna exigencia o condición nueva.

–La creación de la Orquesta de la Universidad de Cádiz supone aumentar el abanico interpretativo que ofrecíamos hasta ahora con la coral. A partir de este momento podremos plantear conciertos donde la orquesta sea el centro de atención, por lo que el repertorio a interpretar se diversifica de manera muy significativa. Coral y orquesta podrán tener, por ello, independencia si así fuera necesario. También tenemos presente la creación de conjuntos más reducidos, formados por los propios integrantes del proyecto, para poder atender todo el ámbito relacionado con la música de cámara. En lo relacionado con la coral, seguiremos explorando, principalmente, el gran corpus sinfónico coral de los siglos XVIII y XIX así como nuestro teatro lírico, tan necesitado de iniciativas que lo revitalicen y lo devuelvan al lugar de privilegio en nuestros teatros que nunca debió perder.

–Hablemos un poco del programa del concierto del sábado. Hay una pieza de un compositor gaditano, Juan Pablo Otero.

–Conozco a Juan Pablo desde hace más de 20 años. Ya hace mucho tuvimos la oportunidad de interpretar composiciones suyas de una gran calidad, que afortunadamente formaron parte del último disco grabado por la coral. Este año pretendíamos crear un nuevo espacio creativo en nuestros programas de conciertos relacionado con la composición, y pensamos que era la persona idónea para ello. En esta faceta de la música no hay demasiadas oportunidades de poder estrenar una obra para orquesta, y ciertamente Juan Pablo merecía que ese primer gesto de la coral fuera con él, no solo como reconocimiento a su pasado como miembro de la coral, sino como puesta en valor del talento de un compositor gaditano. Creo que el público podrá disfrutar de una obra tremendamente atractiva y fiel reflejo de su estilo y personalidad musical.

–Y dos piezas más. Una de Grieg y otra del hermano de Joseph Haydn. ¿Qué aportarán al concierto?

–Grieg es el espacio perfecto para que conozcamos a otro gran músico gaditano como es José Alberto Sancho. De nuevo nuestra vocación de crear espacios de expresión se ve materializado en, por un lado, el lirismo de uno de los grandes conciertos pianísticos del Romanticismo, y por el otro, en la lectura que José Alberto nos va a ofrecer. Con Jose ya tuvimos la suerte de colaborar con anterioridad en el Magnificat de Bach, y de ahí surge la idea de unirnos para este concierto.

El público que asista al concierto del próximo día 23 tendrá la oportunidad de identificar en el Réquiem de Michael Haydn todo aquello que, veinte años después, recogería Mozart en su última obra inconclusa. La obra religiosa del mayor de los Haydn rebosa una calidad que, aunque no presenta comparación con la enorme producción de su hermano Joseph, supera en muchos aspectos la expresividad del compositor de Las Siete Palabras. Es este Réquiem una obra ciertamente desconocida que creemos es merecedora de su inclusión en este programa. Además, es una composición que también pone a prueba a la propia coral y que afrontamos como un nuevo desafío.

–¿Qué le diría al público que se interesa por la coral, y a partir de ahora por la orquesta, para que acuda el próximo sábado al Gran Teatro Falla?

–Pues ante todo les agradecería enormemente el gesto porque su presencia supone la supervivencia de un proyecto que no solo persigue interpretar una obra: la coral se construye sobre un espacio de aprendizaje relacionado con cada una de las piezas que interpreta. La diversidad de personas que integran el coro demuestra que la música es universal e inclusiva en todos sus ámbitos y que la voz es uno de los nexos más potentes para enlazar música y sociedad. Ahora, además, la orquesta surge como oportunidad para recoger el arte de muchos jóvenes instrumentistas y ofrecerles un marco interpretativo en nuestra ciudad, tan necesitada de iniciativas en este ámbito. En definitiva es un trabajo de difusión que pretende atender a todas las sensibilidades posibles, desde la que presenta una persona a la que simplemente le gusta cantar hasta las que demanda el músico que, después de años y años de formación, necesita de un adecuado espacio interpretativo.